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Breve Historia de EMSA


Enviado por   •  8 de Septiembre de 2020  •  Reseñas  •  2.726 Palabras (11 Páginas)  •  223 Visitas

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Breve Historia de EMSA

Quizá la mejor imagen para comenzar a representar la historia de la actividad eléctrica en nuestra provincia, sea una mezcla de escenas ya antiguas: la de un colono construyendo una pequeña presa para alimentar los requerimientos de su naciente industria o del desarrollo de su localidad; la de un grupo de vecinos que compra un motor, lo ubica bajo un tinglado y comienza a tender rudimentarias líneas eléctricas a su alrededor; la de un experimentado maquinista de barco que, ante la decadencia del tráfico fluvial, pasa a operar y mantener el grupo electrógeno que da energía a un pueblo. Y a las imágenes se mezclan los apellidos: los de constructores de micro-represas como Schwelm en Eldorado, Szichowski en Apóstoles, Joerg en Montecarlo, Sánchez en Wanda, Berrondo en Oberá, y muchos otros; los de maquinistas de barcos como Calmón, Brignócoli o Rodriguez. Es que cuando uno bucea en la historia del servicio eléctrico en provincias como la nuestra, alejadas del centro económico y político del país, se va dando cuenta de que es una interminable sucesión de pequeñas y grandes batallas, peleadas por una sociedad que siempre apuntó al progreso.

Desde un principio la actividad eléctrica en la provincia de Misiones fue brotando entonces en muchos puntos aislados, núcleos poblacionales en los que inicialmente el servicio estaba a cargo de los municipios o, con autorización de éstos, de cooperativas, las que tuvieron un rol fundamental en el desarrollo de la provincia. Con gran esfuerzo, cada comunidad creaba y atendía como podía el servicio eléctrico en su área de influencia. En las localidades de mayor crecimiento y potencia económica, como Montecarlo, Eldorado, Puerto Rico, Apóstoles y Oberá, las cooperativas se mostraban capaces de asumir el crecimiento de la demanda, con diversas ayudas del gobierno provincial; en las localidades de menor desarrollo como San José, Concepción de la Sierra, Jardín América o Roca, el servicio siguió en manos del municipio, y luego fue pasando en todos los casos a manos de la provincia, a través de la por entonces Dirección de Energía. Hasta la década del sesenta, todavía los municipios y cooperativas abastecían de energía a todas las localidades misioneras, ninguna de las cuales estaba interconectada con otras. Esta generación dispersa consistente en pequeños grupos generadores ubicados en cada localidad y aislados entre sí es altamente costosa, ineficiente e insegura, en comparación con un sistema interconectado, en el que la energía generada en grandes centrales de diverso tipo es considerablemente más barata en relación con la que generan los grupos pequeños, y además se puede distribuir esa energía de una manera más eficiente y confiable, y contar con una reserva que es común al sistema. Eso permite afrontar mejor la atención de la demanda y las emergencias en diversos puntos del sistema sin la necesidad de contar con reservas de potencia en cada localidad o centro de consumo, y se configura una trama de líneas que conectan todos los nudos y permiten llegar con la energía desde diversas fuentes y direcciones, optimizando las prestaciones.  

En cuanto a la capital de la provincia, Posadas, ciudad que ya tenía 60 mil habitantes en la década del sesenta y evidenciaba un crecimiento fuerte y sostenido, contaba con una reducida potencia disponible, correspondiente nada más que a una pequeña central térmica ubicada cerca del puerto, construida más de cincuenta años antes durante la gestión municipal del ingeniero de Blosset, y una central de emergencia ubicada en el predio de lo que sería en el futuro la llamada Usina Sulzer. Faltaba energía, lo que se traducía en continuos cortes y restricciones al uso de electricidad, y por lo tanto también faltaba agua: un recurso extremo en verano era ir a la tardecita a bañarse al Brete, el balneario posadeño sobre el río Paraná, o a cualquier otro acceso al río. Escena que aparece simpática a la distancia, pero que evidenciaba una crisis que la gestión de la Cooperativa Mixta de Electricidad de Posadas se mostraba incapaz de modificar.

Por otro lado, ante el incremento poblacional y el desarrollo de la economía provincial, obligada Misiones a autoabastecerse por su absoluto aislamiento respecto del sistema eléctrico nacional y carente de un sistema interconectado provincial ya imprescindible para garantizar el servicio en todo su territorio, el gobierno misionero debió imaginar opciones. Porque no había perspectivas de que Agua y Energía Eléctrica, la empresa del estado encargada de la operación del sistema eléctrico nacional, llegara en el corto o mediano plazo con sus líneas de transmisión a Misiones, como sí sucedía con otras provincias de mayor peso económico y político. De hecho, Misiones fue una de las últimas provincias en integrarse al Sistema Interconectado Nacional, recién en el año 1996.

La solución de dichos problemas, que impulsaría también la creación de EMSA, vino de la mano de dos decisiones: la de la instalación de una central térmica de mayor potencia en la ciudad de Posadas, la futura Usina Sulzer, y la de la interconexión con el sistema eléctrico paraguayo. La primera idea de esta interconexión internacional surgió ante un comentario que le hizo por esos años al Director de Electricidad de Misiones, ingeniero Pablo Robín, un ingeniero paraguayo integrante de una consultora cordobesa que desarrollaba el proyecto de la represa hidroeléctrica de Acaray, en el Paraguay: “Che, allá estamos haciendo una gran central hidroeléctrica, por qué no investigan el tema, seguro que a Misiones le puede servir”. El ingeniero Robín y su colaborador Mancini entablaron relación con los directivos de ANDE, la Administración Nacional de Electricidad del Paraguay, viajaron a Asunción y de esos contactos surgió el proyecto de Interconexión, que implicaba también la construcción de líneas eléctricas de transmisión y distribución en la provincia, iniciando así la configuración de un Sistema Interconectado Provincial (SIP). Proyecto que por su magnitud requería financiación internacional, y precisaba de la creación de un ente o empresa que pudiera administrarlo con solvencia. El gobierno provincial, de acuerdo con el gobierno nacional, decidió la creación de una Sociedad Anónima, lo que le permitiría un mayor dinamismo y eficacia que el de una empresa del estado. Así nació EMSA a la que se integraron aportes de capital de la provincia y la nación, y que absorbió a la Cooperativa Mixta de Electricidad de Posadas con todos sus bienes, incluyendo como socios de la naciente Sociedad Anónima a los socios de esa cooperativa. La intención de algunos de los creadores de EMSA era que los posadeños como socios de dicha empresa la consideraran como propia. Pero el valor del capital privado aportado por los socios de la cooperativa posadeña finalmente fue muy reducido, un 0,5 %, en relación con el capital del estado provincial, del 69,5%, y del Estado Nacional, de un 30%. Así que EMSA desde el inicio fue realmente la empresa eléctrica de todos los misioneros, con un objeto principal: la generación, compra, transmisión y distribución de energía eléctrica. Por Decreto 267 del año 1969 el Gobierno Provincial otorgó a EMSA la concesión por 99 años de la distribución de electricidad en la ciudad de Posadas y la transmisión en el resto de la Provincia. Previamente, en 1967, se había creado la Dirección de Electricidad de Misiones, que asumió la conducción de la política energética provincial, la jurisdicción sobre el sector, la policía de la actividad y el contralor de los servicios eléctricos prestados por EMSA y las cooperativas y municipios.

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