Una vida con pocas esperanzas

Bullying

Una vida con pocas esperanzas

No es propio de los países altamente industrializados, ni de alguna región del mundo. En occidente como en oriente, en el norte y en el sur, clase alta o clase baja; en algún rincón de una escuela en este preciso instante alguien está sufriendo las consecuencias de un fenómeno que poco a poco permeara el destino de su vida.

Por:

Juan Carlos Olguín Serrano

Pachuca de Soto, Hidalgo.- Un día común y corriente de la ciudad con los vientos más extraños del país; un par de individuos se alistan para empaparse de información acerca de un fenómeno del que todos hablan y a final de cuentas nadie sabe nada.

Se concuerda una cita con la dependencia de Atención al menor en el centro de la ciudad, todas las personas dejan de realizar sus actividades y tratan a este par como si fueran periodistas del medio de comunicación más importante del país que por si fuera poco vende los domingos en la noche un programa relacionado a los talentos de infantes, de los cuales se hablara en las siguientes líneas; los dos sujetos preparan todo para iniciar una entrevista y la primer pregunta es -¿Qué es el bullying?- y así de fácil y sencillo esta tiene su respuesta –Lo desconozco, en esta dependencia no nos encargamos de tratar ese tema-.

Así podrían acabarse las hojas de esta investigación detallando cuantas veces se realizó esa pregunta y siempre se obtuvo la misma respuesta, el tema principal es bullying pero como empezar a explicar el fenómeno sin mencionar antes la rabia que se siente al saber que todos hablan de acoso escolar y nadie, ni el mismo gobierno hace nada para solucionarlo.

Hablando de cifras

El bullying es un problema social que afecta a 4 de cada 10 estudiantes que son víctimas, principalmente, de agresiones verbales y de exclusión social, por lo que son menores las agresiones físicas directas en indirectas, sin que esto no deje de ser preocupante. Hablar de denuncias es decir que el 82 por ciento las llevan a cabo los padres del afectado, el 10 por ciento por amigos o conocidos, y tan solo el 1 por ciento por el agredido.

Según datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y en conjunto con el Programa Nacional de Actualización Profesional (PRONAP) dependencia que depende directamente de ella, el principal maltrato es el que sufren (41,4%) alumnos víctimas de agresores que hablan mal de ellos, el segundo es el de (31,7%) alumnos que son ignorados, el tercer maltrato es el de (30,6%) alumnos que son víctimas de burlas que les ofenden y ridiculizan; el cuarto maltrato es la exclusión social que (19,4%) se les impide participar en reuniones, conversaciones y/o juegos y el quinto maltrato es de (17,1%) alumnos a los que les esconden sus cosas.

Los alumnos, en su mayoría, sufren esta victimización en el aula de parte de sus compañeros, sin embargo las agresiones físicas (4,6%) y las amenazas con armas (1,3%), son cometidas también en la calle, cuando los alumnos abandonan la escuela con la intervención de agresores ajenos a los centros educativos.

La mayoría de los maltratos quedan impunes, pues sólo un 1% de las víctimas denuncian el acoso y la intimidación a los profesores. En consecuencia un 6% de alumnos es víctima de alumnos que les rompen objetos personales; un 4,8 es víctima de robos: un 4,6% son golpeados; un 3,1% son intimidados con chantajes y amenazas; un 2,4% son acosados sexualmente; y un 1,3% son acosados por agresores que les quitan dinero o los obligan a hacer cosas que no quieren.

Un sector de los infantes afectados ha portado alguna vez armas para accionarlas en defensa propia en caso de alguna agresión.

Niño agredido

Como describir todo lo que duele, hace feliz, entristece, enorgullece y es tan presente en la vida de un agredido. Su nombre quedara en anonimato, sus apodos fueron varios que le han sido relevantes durante el paso de su vida y en todo ese recorrido ha experimentado miles de vivencias pues siempre ha creído q cada minuto de vida son sesenta segundos más de luz, de experiencia.

El mirar al pasado le hace recordar que su infancia prometía ser perfecta y que en su futuro se veía conviviendo como lo hacían sus padres y que sus hijos disfrutarían como él lo hacía hasta entonces en el preescolar y los primeros años de primaria que le recuerdan eran de maravilla, buenos recuerdos, felicidad total y tranquilidad, dormía con una sonrisa y despertaba queriendo vivir más alegrías pero algo sucedió en el camino, su mundo se nublo.

Dejó de tener fe, descubrió que la vida no era color de rosa. Empezó a ser sometido por todos los abusadores de su primaria, niños, niñas, profesores y hasta personas extrañas a su vida, todo era un tormento y aquel niño que se ilusionaba con sus sueños era ahora alguien que prefería no despertar; ¿Quién dice que la vida es feliz? -Mentira, deje de encontrarle sentido a mi vida, los juegos eran una batalla de superación, las personas hacían burlas absurdas y tontas sobre mi ropa, mi forma de caminar, entre otras cosas; así sufrí durante años y al entrar a la secundaria creí que todo regresaría a la normalidad, error-.

-Mi tormento empeoró, me convertí en el individuo hazmerreír, golpeado, humillado e inútil a la vista de todos; no olvidaré los correctores golpear mi cabeza, las clases donde los alumnos no dejan de molestarme y que antes de anotar lo escrito en el pizarrón

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