COMO SON LAS MILLENIALS A CONTRACORRIENTE DEL SISTEMA ALIMENTICIO ACTUAL

Millenials a contracorriente del sistema de alimenticio

La generación de los Millennials engloba a los nacidos entre 1981 y 1995, es decir, personas entre 20 y 35 años de edad, que se hicieron adultos en plena prosperidad económica antes de las crisis. Actualmente en Latinoamérica un 30% de la población pertenece a este segmento, que alcanzará en el 2025 el 75% de la fuerza laboral del mundo.

Ellos poseen distintas necesidades y demandas que repercutirán en las variaciones de los mercados, así como futuras transformaciones y adecuaciones de las empresas.

Como característica primordial, dominan la tecnología, poseen la capacidad de realizar distintas actividades a la vez, las interacciones que realizan con empresas y clientes se dan a través de apps, lo que convierte a éstas en potentes herramientas para mejorar la experiencia de compra.

Son sumamente sociales, sienten la necesidad de consultar, compartir y comentar. Son más críticos, exigentes y volátiles, toman en cuenta las relaciones y la experiencia de compra como un aspecto casi de igual importancia como el producto mismo que están adquiriendo. Exigen personalización y adecuación por parte de la empresa. Son colaboradores y participativos, prefieren compartir que poseer, toman interés por los valores como la transparencia, la sostenibilidad y el compromiso social. (Gutiérrez-Rubí, 2014)

Todas estas características influyen y decantan en una tendencia a adoptar conductas de vida más naturales y saludables, abordando de manera principal, su alimentación.

La comida se ha vuelto la causa principal de la crisis en salud a nivel global. Mientras que 800 millones de personas pasan hambre, más de 2 billones tienen sobre peso u obesidad. Casi la mitad de la población mundial podría ser clasificada como mal nutrida.

Las dietas no saludables han ocasionado una epidemia de obesidad que actualmente cobra más vidas que el tabaco, alcohol o cualquier otra enfermedad por contagio. Para el 2050 cuando la población global alcance los 9 o hasta 10 billones de habitantes los desafíos alimenticios no serán en base a cantidad sino a calidad. (Turow Paul, Forbes, 2016)

Además, el sistema alimenticio global es uno de los principales responsables del cambio climático, se le atribuye un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero, además de ser un causante principal de deforestación, de pérdida de biodiversidad y de la extinción de muchos ecosistemas marinos.

Es por esto que debemos estar alerta y crear un plan alimenticio que sea saludable tanto para la gente como para nuestro planeta. Estos cuestionamientos trascienden los lineamientos de una moda pasajera. Un importante porcentaje de los denominados “Millenials” ha adoptado esta problemática como disparador de ideas sobre cómo lograr evadir o proponer alternativas a los sistemas de abastecimiento tradicionales, que se nos han impuesto tal vez no hace más de dos o tres generaciones.

Los Millenials, los mayores consumidores de hoy en día, están cambiando sus preferencias rápidamente, ellos quieren productos locales, comida nutritiva, libre de pesticidas, herbicidas o fungicidas. Desde su punto de vista, el valor de los alimentos se incrementa notablemente desde el momento en el que ellos se sienten capaces de saber cómo fueron cultivados y producidos, también al saberse comprometidos a apoyar un sistema alimenticio sustentable y beneficioso para el medio ambiente. (Gutiérrez-Rubí, 2014)

En el proceso han surgido numerosas alternativas que tienen como común denominador una experiencia enriquecedora para los que se atreven a cambiar sus hábitos.

Una de estas iniciativas nos invita a tener nuestros propios cultivos en casa para que de esta manera podamos retomar nuestros lazos con la naturaleza y la comida que llevamos a nuestras mesas.

Cultivar dentro de los hogares podría aliviar muchas de las tensiones a las que la sociedad actual nos somete. Según estudios, el simple hecho de estar cerca de plantas puede disminuir nuestra presión sanguínea, incrementar nuestra atención, elevar nuestra productividad e incluso disminuir niveles de ansiedad.

El objetivo no es necesariamente alimentar a la gente con estos cultivos únicamente. La misión en realidad es mucho más filosófica: establecer un vínculo con nuestros alimentos, ya que, al entender este proceso, podremos mostrar mayor interés y respeto por la configuración de nuestra dieta diaria, las personas y el entorno involucrado en el desarrollo de esta.

El interés de los jóvenes y de la sociedad en general de llevarle la contra a un sistema complejo, desigual y desproporcionado no es algo que surgió hace poco, muchos movimientos y propuestas se idearon para lograr el cambio en la manera de pensar de nuestros semejantes.

Sin embargo, temas más parecidos al que vamos a abordar surgieron desde la época de los años 60, en EE.UU. En medio de numerosos problemas sociológicos surgidos durante la posguerra y que derivaron en el movimiento de contracultura.

Fue en esta década, donde la juventud reclama por primera vez su participación en un escenario en donde hasta ese momento tenía prohibida cualquier intervención.

La preocupación por el medio ambiente creció a raíz del entendimiento de lo perjudicial que llegaba a ser la industrialización, que resultó en contaminación y en el uso indebido de productos químicos como pesticidas. A pesar de la resistencia de importantes organismos gubernamentales aparecieron rostros que buscaron llamar la atención de la población mundial hacia la ecología.

Mientras seguía adelante la década muchas personas se establecían y empezaban a habitar nuevas comunidades en respuesta a la desilusión por la vida tradicional. Algunas de estas comunidades auto-sustentables han sido catalogadas como el punto de origen y fuente de propagación de la política verde internacional.

A medida que los miembros del movimiento crecían y moderaban sus estilos de vida y opiniones, y especialmente después de la partida de las fuerzas armadas de Estados Unidos en la Guerra de Vietnam a mitad de los setenta, la contracultura fue absorbida por lo popular, dejando un impacto en la filosofía, los valores, la música, el arte, la salud alternativa y la moda.

Además del cambio en el estilo, el arte y la opiniones antiguerra y antisistema, algunos hippies decidieron desligarse de la sociedad moderna al establecerse en comunas en el campo. La primera comuna en los Estados Unidos fue un terreno de 7 acres en el sur de Colorado llamado Drop City. Según Timothy Miller, catedrático en estudios religiosos de la universidad de Kansas, este lugar unió muchos temas que se habían desarrollado en otras comunidades como la anarquía, el pacifismo, la libertad sexual, el aislamiento rural, interés en drogas, arte y las combino en una comuna que nunca antes había sido vista.

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