COMPETITIVIDAD Y BIENESTAR EN LA HUMANIDAD
Eddyson Barra MuñozPráctica o problema11 de Julio de 2020
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COMPETITIVIDAD Y BIENESTAR EN LA HUMANIDAD.
Competitividad y el bienestar de la Humanidad ejemplificándose en el desarrollado de la economía de nuestro país o en el mundo.
Eddyson Rodrigo Barra Muñoz.
Universidad UNIACC.
Galvarino Lautaro Casanueva Yañez.
lunes, 29 de junio de 2020.
Resumen
La producción de un país determina su nivel de vida de las personas, ya que una productividad más elevada puede sustentar mejores sueldos y rendimientos atractivos del capital invertido y el bienestar de las personas que se encuentran dentro de este crecimiento. En tal sentido, también podemos decir que la competitividad no tiene que ver con las riquezas en cuanto a recursos naturales que contienen las naciones, sino y más bien, en las técnicas de las naciones para crear riquezas inexistentes para beneficio propio y, varias veces, por pura necesidad.
Se puede decir que, si se es competitivo, mayor es la posibilidad de crecimiento y de desarrollo económico de un país, pero ese desarrollo económico tiene que venir acompañado necesariamente de un mayor bienestar social. En ese sentido, la globalización de los paradigmas sociales (erradicación de la pobreza, brechas salariales, acceso universal a la educación de calidad, erradicación de la deserción escolar temprana, políticas sanitarias y asistencia universal) ha jugado un papel fundamental en los países, por hacer reflexionar y poner en el centro de la competitividad la cuestión social, el capital humano, el hombre. En ese aspecto, la competitividad en la macroeconomía es fundamental en la búsqueda del bienestar de la humanidad.
Mediante este trabajo se dará una pincelada respecto a los conceptos de competitividad, su origen, metodología de medición de competitividad a nivel global con sus pilares según WEF y como esto ayuda en el bienestar de la sociedad o humanidad.
Introducción
Competitividad palabra muy utilizada hoy en día y en muchos aspectos, la cual como definición engañosamente sencilla y aparentemente inocua ha incitado, no obstante, una controversia durante el último tiempo con respecto a su significado en distintos niveles de análisis, los métodos disponibles para medirla, así como las políticas públicas que pueden ser implementadas para mejorar el bienestar de la humanidad.
Resulta interesante mencionar y definir con claridad y de comprender este término va más allá de objetivos puramente semánticos, puesto que se utiliza con frecuencia para justificar la implementación de políticas públicas sin el debido análisis de sus impactos sobre los distintos niveles de competitividad, pero que prácticamente todos los autores sin importar de qué tipo de formación ya sea economistas o de escuelas de los negocios existen un consenso sobre el uso del término cuando se aplica a las economías nacionales, concuerdan que la tasa de crecimiento de la productividad (no la tasa de crecimiento de la productividad con relación a otros países) es la medida última de la competitividad.
Para el desarrollo de esta tarea y poder tener mayor claridad se debe tener presente los conceptos de ventaja comparativa, por una parte, y ventaja competitiva (o competitividad), por la otra. Mientras que el primero se ubica entre los conceptos más antiguos y fundamentales de la ciencia económica a partir del trabajo de David Ricardo a principios del siglo XIX, el segundo es más ambiguo y está sujeto a una gama de interpretaciones. Podemos decir que “un país tiene una ventaja comparativa en la producción de un bien si el costo de oportunidad de producir ese bien en términos de otros bienes es menor en ese país que en otros países (Krugman y Obstfeld, 2000, p. 13).” De esta manera, la ventaja comparativa es impulsada por las diferencias en los costos de los insumos como la mano de obra o el capital. La ventaja competitiva, por otra parte, es impulsada por las diferencias en la capacidad de transformar estos insumos en bienes y servicios para obtener la máxima utilidad (Kogut, 1985). Este concepto claramente incluye la noción de otros activos tangibles e intangibles en la forma de tecnología y habilidades administrativas que, en su conjunto, actúan para incrementar la eficiencia en el uso de los insumos, así como en la creación de productos y de procesos de producción más sofisticados.
De esta manera, tal como lo señala Porter (2003), “las empresas de una nación deben pasar de competir sobre ventajas comparativas (bajo costo de mano de obra o de recursos naturales) a competir sobre ventajas competitivas que surjan a partir de productos y procesos únicos”. Esto implica el dejar de depender en forma excesiva de la mano de obra barata y relativamente poco calificada como fuente de competitividad en favor de la capacitación de los trabajadores y de un mayor esfuerzo en la introducción y difusión de innovaciones tecnológicas con el fin de incrementar la productividad en el uso de los factores de producción.
Debemos subrayar, sin embargo, que ambos conceptos no son completamente independientes el uno del otro. La ventaja competitiva se construye en cierta medida sobre los factores que determinan la ventaja comparativa.
En esta tarea trataremos de resumir como la competitividad conduce al bienestar de la humanidad considerando esta en plano internacional de la macroeconomía, sus conceptos y factores que determinan la competitividad, por ultimo se desarrollara un caso real de la economía chilena o mundial basado a los conceptos indicados.
Desarrollo.
¿Por qué la competitividad conduce necesariamente al mayor bienestar de la humanidad?
La OCDE, el Banco Mundial, El Banco Interamericano para el Desarrollo y diversos autores han propuesto varios indicadores para medir la competitividad, entre los que se encuentran: la tecnología, innovación, mercadotecnia, recursos humanos, capacidades directivas, recursos financieros, cultura, calidad, producción, logística, organización interna, compras, investigación y desarrollo e interacción con proveedores y clientes. Estando en una economía de libre mercado es indispensable el conocer el nivel de competitividad de nuestras empresas y del país en general, lo cual permitirá la mejor toma de decisiones que lleven a las empresas a prosperar y por ende generen un mayor crecimiento nacional y mejores condiciones o bienestar de la vida para sus habitantes.
El concepto de competitividad.
Hoy en día es común encontrar en los medios encabezados que colocan a la competitividad como actor principal para el Desarrollo de un país o empresa, pero, ¿Qué significa el término “Competitividad”?
La “competitividad” no es un concepto nuevo, en realidad proviene de hace más de tres siglos, cuando se iniciaron las teorías del comercio. Adam Smith en su obra “La riqueza de las naciones” publicada en 1776, acuñó el término: “ventaja absoluta”, mediante el cual calificaba a una nación como aquella que exportaba determinados productos al precio más bajo en el mundo.
Por su parte David Ricardo en su obra “Principios de Economía Política y Tributación” publicado en 1817, sostenía el principio de la “ventaja comparativa”, mediante el cual señalaba que un país exportaba los productos en los cuales registraba los mayores niveles de productividad relativa, e importaba los productos en los que tenía los menores niveles comparativos de productividad.
Para Michael Porter “La Competitividad de una nación depende de la capacidad de su industria para innovar y mejorar; las compañías a su vez ganan ventajas sobre los mejores competidores del mundo debido a la presión y al reto”, de acuerdo a Sharon Oster “La Competitividad de una empresa es la capacidad que tiene para producir bienes con patrones de calidad específicos, utilizando más eficientemente sus recursos, en comparación con empresas semejantes en el resto del mundo durante un cierto periodo de tiempo”.
En el ámbito de la economía, la competitividad se refiere a la capacidad que tiene una persona, empresa o país para obtener rentabilidad en el mercado frente a sus otros competidores.
Diversos autores coinciden en que la competitividad industrial no surge espontáneamente al modificarse el contexto macro, ni se crea recurriendo exclusivamente al espíritu de empresa a nivel micro. Es, más bien, el producto de un patrón de interacción compleja y dinámica entre el Estado, las empresas, las instituciones intermediarias y la capacidad organizativa de una sociedad.
Se puede apreciar que este concepto se caracteriza por reconocer que un desarrollo industrial exitoso no se logra solo a través de una función de producción en el nivel micro, o de condiciones macroeconómicas estables en el nivel macro, sino también por la existencia de medidas específicas del Gobierno y de organizaciones privadas de desarrollo orientadas a fortalecer la competitividad de las empresas (nivel meso). De este modo la capacidad de vincular las políticas meso y macro está en función de un conjunto de estructuras políticas y económicas y de un conjunto de factores socioculturales y patrones básicos de organización.
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