Chile, un país solidario

“Chile es un país solidario” me dicen. Pido un ejemplo. La Teletón me responden o el Hogar de Cristo y un Techo para Chile en su defecto. No pregunto más, después de todo nos hace bien creer que somos seres bondadosos.

El termino solidaridad aparece entonces tan manoseado que me es ajeno. Y lo es. No pertenezco a una nación solidaria, mis compatriotas no son solidarios y yo tampoco lo soy. ¿Pero si no somos solidarios qué somos?

Parece coherente entonces asociar la atribución de una supuesta solidaridad idiosincrática con la necesidad de construir nuestra identidad. Chile, una república joven, permanece en una constante búsqueda de identidad, una búsqueda a veces frenética que lo único que hace es alejarnos de la única manera que como nación podríamos generar algún tipo de identidad, que es rescatando nuestro pasado común mediante objetos, artefactos, registros narrativos y relatos.

La identidad de una nación o pueblo no pasa por el reconocimiento de ciertos rasgos comunes que comparte su población, simplemente etiquetados. Pasa por un proceso de reconocimiento del otro, como ser legítimo, producto de un contexto común, de un territorio y de una historia compartida. Nos construimos en relación con nuestro entorno social, político, económico y cultural, atravesado por nuestras experiencias personales y la conciencia de nuestra historia.

Pero no hemos querido vernos así. La incertidumbre es angustiosa, así que en vez de no ser nada, ciertas conductas, enraizadas en momentos determinados, son transformadas en rasgos permanentes que nos determinan como habitantes de nuestra nación. Así tenemos que los chilenos somos introvertidos, aguerridos, amistosos, peladores, chaqueteros….solidarios

No somos solidarios. La solidaridad aparente nos hace sentir bien. Damos unas monedas, permitimos que parte de nuestro vuelto vayan a instituciones, entregamos ropa y víveres en catástrofes. Pues eso no es ser solidario. Ser solidario comienza en reconocer al otro como persona, con iguales derechos. Claro que todo esto, al ser ideologizado se invisibiliza. O sea, no digo que actuemos de determinada manera porque queremos, sino porque está socialmente validado. Existen conductas que esperamos de los demás, y que nos entregan coherencia del cómo actuar. Pero creo valido reflexionar sobre lo que es o no socialmente aceptado debido a que de esta forma tendremos un abanico de conductas amplio y adaptativas. Debido a eso, la solidaridad que se expresa en campañas televisivas y supermercados, no es solidaridad. Se basan en estereotipos estancados que restringen el ser solidario a dar algo de dinero.

 Como me encantaría que fuésemos solidarios. Que nos preocupáramos por el bienestar del otro de forma legítima. Que buscáramos surgir sin derribar a quien está al lado. Que reaccionáramos contra aquel que agrede. Que diéramos herramientas para que muchos construyan el cómo quieren superar la pobreza. Que antes que el dinero primara una sonrisa. Que reconociéramos y valoráramos a nuestros pueblos originarios. Que estuviéramos conscientes del daño que hacemos al medio ambiente. Que aceptáramos a las minorías y respetáramos sus decisiones.

...