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Cultura Y Desarrollo En Venezuela

andreaabf8 de Diciembre de 2013

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CULTURA Y DESARROLLO EN VENEZUELA

Gustavo Martín F.

La cultura en su acepción más general —antropológica— incluye todo cuanto el hombre hace, cree, piensa, valora y practica. En otras palabras, en la cultura así entendida entran desde las creencias religiosas hasta los sistemas económicos, desde los mitos hasta las ecuaciones matemáticas, desde los juegos infantiles hasta las diversas modalidades de matrimonio, tanto las prácticas funerarias como la gastronomía, la tecnología y las diversiones, entre otras muchas cosas. La cultura además, conforma una suerte de pegamento del tejido social y determina, en gran medida, el comportamiento de los individuos o, dicho en otras palabras, orienta sus acciones.

La cultura constituye también el mecanismo de adaptación del hombre por excelencia. Incluso, su aporte al proceso de evolución biológica del hombre ha sido fundamental: contribuyó al desarrollo cerebral y a la bipedización del ser humano.

Esta noción de cultura rompe con la idea tradicional, según la cual la cultura se asimila a las bellas artes y, de esta manera, se habla del hombre "culto" como aquel que sabe de pintura, conoce la música clásica y la literatura, domina varios idiomas y ha viajado alrededor del mundo. La definición antropológica de la cultura, por el contrario, parte del principio de que todos los hombres —independientemente del tiempo y el espacio en los que les ha tocado vivir— son cultos, pues todos los hombres hacen, creen, piensan, valoran y tienen prácticas o realizan acciones. Todo ello sin negar, por supuesto, la existencia de grados de complejidad en la cultura, pues no es lo mismo cazar con arco y flecha o con una cerbatana que hacerlo con las modernas armas de fuego, provistas de rayos láser, como tampoco es igual escribir con lápiz y papel que hacerlo en una moderna computadora.

Generalmente, con fines analíticos, se divide a la cultura de muchas maneras. Una de las formas más habituales, usada por los especialistas, es aquella que nos señala la existencia de aspectos materiales e inmateriales de la cultura. Dentro de los primeros estarían las herramientas. Equipos, útiles, maquinarias, enseres, vestidos, muebles, adornos, máscaras, entre otras cosas. Como ejemplo de los segundos tendríamos las creencias mágicas y religiosas, los valores y, sobre todo, el lenguaje hablado. Esta división, aun cuando, como ya señalamos, pueda tener un relativo valor analítico, no es del todo exacta, pues muy difícilmente podemos separar lo material de lo inmaterial cuando hablamos de la cultura. Incluso, hay quienes han llegado a la exageración o al simplismo de plantear la existencia de una “base material" sobre la cual se irían colocando los aspectos no materiales de la cultura y la sociedad. Este reduccionismo "materialista", así corno otros de carácter psicologizante o biologizante, han sido duramente criticados por quienes conciben a la cultura como un todo orgánico, de carácter sistémico, cuya totalidad es mucho más que la simple sumatoria de las partes y en el que un cambio en uno de sus componentes conlleva modificaciones en esa totalidad de sentido que es la cultura.

Ya mencioné, muy de pasada, la importancia que tiene el lenguaje dentro de la cultura. A través del mismo podemos comunicarnos con nuestros semejantes y lograr ser inteligibles para ellos. Aun nuestros estados mentales o corporales individuales (como el decir "estoy enamorado" o "estoy adolorido") los podemos transmitir a través del lenguaje, logrando ser comprendidos por los otros miembros de nuestra sociedad. La importancia que ha cobrado el lenguaje es tal que actualmente se encuentra abierto un debate en torno a la significación que el mismo tiene en la "construcción" o la comprensión del mundo. Quienes defienden el denominado "construccionismo semántico" consideran que es el lenguaje el que crea la realidad o el mundo, mientras quienes defienden lo contrario —la opción realista— señalan la existencia de una realidad externa que es independiente del lenguaje o de nuestros esquemas conceptuales. Lo importante, en todo caso, es saber que el lenguaje constituye un componente importante de toda creencia o actividad humana y que, por lo tanto, toda la cultura está impregnada del mismo. La cultura entraña, por lo mismo, el simbolismo.

La tradición histórica también juega un papel importante desde el punto de vista del análisis de la cultura, pues nosotros somos socializados o endoculturados dentro de la misma. Es decir, se nos enseña a vivir dentro de nuestra sociedad y nuestra cultura. De allí que se piensa en la existencia histórica concreta como otra de las determinantes fundamentales del quehacer humano. Estos puntos de vista han cobrado mayor fuerza a partir de la vigencia que han ido ganando, en estas últimas décadas, los procesos hermenéuticos de comprensión e interpretación y los denominados análisis de Weltangschauung o de visión de mundo, según los cuales no existe una sola interpretación valedera en torno a la realidad, sino que existen múltiples interpretaciones plausibles y que encierran cada una de ellas grados de verdad y significación.

El desarrollo creciente de la importancia del lenguaje y de la historicidad ha ido de la mano con el auge de las diversas formas, de relativismo: cultural, conceptual, moral, ontológica. Los mismos señalan —dicho a grosso modo— que los diferentes valores culturales, esquemas conceptuales, costumbres morales o aún el mundo o los mundos son relativos y dependen, en definitiva, del punto de vista del observador o del intérprete, el cual, ya vimos, está condicionado por su lenguaje y por su horizonte histórico. Este relativismo cultural, en la forma de multiculturalismo, parece ser una de las respuestas a los esquemas de globalización que están planteados actualmente como alternativa civilizatoria para la humanidad en su conjunto.

Según su grado de complejidad, tradicionalmente, la cultura es organizada en rasgos culturas (arcos, flechas, redes), en complejos culturales (caza con arco y flecha, pesca de una determinada especie de pez con redes o caza con redes, etc.) y en áreas culturales.

Las áreas culturales, por su parte, suponen un espacio geográfico y social en el que los individuos comparten creencias, valores, costumbres, técnicas y prácticas culturales. Las áreas culturales más inclusivas forman las denominadas civilizaciones, en cuyo interior existen naciones, sociedades, estados, culturas y grupos étnico; en relación a los mismos, muy frecuentemente, los individuos establecen una identidad cultural. Por otra parte, la destrucción de las civilizaciones, sociedades, culturas o grupos étnicos recibe el nombre de etnocidio y ha sido practicado muy frecuentemente a lo largo de toda la historia de la humanidad. El etnocidio va de la mano con el etnocentrismo (creencia en la superioridad del propio grupo cultural) y a la xenofobia (rechazo y odio de lo extranjero o lo extraño).

Otro concepto importante vinculado al de cultura es el de aculturación o transculturación. La misma es definida de la siguiente manera por tres famosos antropólogos (Robert Redfield, Ralph Linton y Melville J. Herskovits): "el conjunto de fenómenos que resultan de que unos grupos de individuos de culturas diferentes entran en contacto continuo y directo con los consiguientes cambios que surgen en los modelos culturales originales de uno o de los dos grupos. Así entendida, la aculturación tiene que ser distinguida del cambio cultural producido al interior de una determinada sociedad, a través de mecanismos de descubrimiento e invención. La fuente principal de la aculturación es, generalmente la difusión cultural, la cual se lleva a cabo por mecanismos tan diversos como las guerras, las conquistas, la evangelización, los medios de comunicación social y el comercio. Los procesos de aculturación conllevan respuestas tales como la aceptación, la adaptación, el rechazo, la destrucción, la huida, la oposición o la llamada aculturación antagonista”, de la que tendremos oportunidad de hablar mas adelante. La mezcla de culturas da origen a lo que los especialistas denominan sincretismo cultural o mestizaje cultural.

Al hablar de la cultura resulta también de mucha importancia referirse a los aspectos o a la dimensión manifiesta o explícita de la misma y a sus aspectos o a su dimensión latente o implícita. Considero que desde el punto de vista del objeto que estamos tratando en estas páginas, el de las relaciones existentes entre cultura y desarrollo, esta distinción resulta heurísticamente muy positiva, pues nos permite formular algunas hipótesis o conjeturas en relación a nuestra condición de país "dependiente", "subdesarrollado", "periférico", en "vías de desarrollo" o como eufemísticamente se nos quiera denominar o caracterizar.

Generalmente, dentro de la dimensión manifiesta o explícita de la cultura se encuentran las creencias y las prácticas normativo institucionales que orientan, al menos en parte, la acción de los seres humanos. Dicho en otras palabras, la dimensión manifiesta o explícita de la cultura es una suerte de vitrina o exhibidor donde aparecen todo un conjunto de instituciones, valores, creencias y formas de acción que se encuentran sistematizados y codificados o reglamentados.

Mijail Bakhtine al referirse a los mismos los denomina sistemas ideológicos estructurados. Así, al hablar de nuestro país, encontramos en la perspectiva de nuestra cultura manifiesta que Venezuela es un país capitalista (dependiente o subdesarrollado si se quiere añadir algún adjetivo), católico, democrático, entre otras

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