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DEVELANDO LA HISTORIA EN LA ESCRITURA ARTÍSTICA

martiinita30 de Agosto de 2012

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INTRODUCCIÓN

Cierta vez dijo Aristóteles que todo acto humano tiene como finalidad última hacer el bien, seguramente habría descartado o pasado por alto que sólo ocurre en casos excepcionales, porque muchas veces tales actos son contaminados y/o viciados por defectos; antivalores que desencadenan todo tipo de pecados, como ira, orgullo, avaricia, entre otros.

Sin embargo, la literatura con su facultad de abarcar temáticas múltiples, asume la existencia de las intenciones desvirtuadas que se evidencian y se perpetúan en la historia y el presente de la humanidad.

Sendos ejemplos artísticos exponen su compromiso por comunicar realidades desafortunadas, reflejo del mal que condiciona el accionar social; que plantea en todos los casos dos posturas a manera de antítesis: por un lado, la de aquel o aquellos que participan en función del mal como herramienta constante, y por otro, la del o los que se ven subordinados, sometidos por la fuerza de los primeros. En este sentido, se denominará opresores a los de carácter “activo” y oprimidos a los “pasivos”.

Partiendo de este planteo, se llevará a cabo un seminario de literaturas comparadas con el propósito de evidenciar huellas que denoten el abordaje sistemático de personajes opresores y oprimidos, en distintos testimonios narrativos, orientado por un hilo conductor formulado hipotéticamente con la siguiente interrogación: ¿Es irreversible que el soporte de la condición humana tenga que basarse en la relación dicotómica oprimido y opresor?.

Para tal fin se analizarán seis obras, desde la mirada de los aportes de teoría de la recepción y la perspectiva fenomenológica con respecto al proceso de lectura. Así, se tendrá en cuenta la estructura del texto literario con los modos por los que éste puede ser concretizado, enfatizando tanto en su polo artístico como en el estético, entendiendo al primero como al texto creado por el autor y al último como la concretización llevada a cabo por el lector. Asimismo se adhieren la dinamicidad de la obra, para cuya interpretación, el lector debe involucrarse y desplegar la imaginación de tal manera que se logre completar su parte no escrita, además de establecer conexiones entre los correlatos interoracionales evocando experiencias conocidas y asimilando nuevas consecuentemente.

Establecidos los parámetros, cabe citar las obras que competen al presente:

Libro Bíblico “El éxodo”.

“El diario de Ana Frank”.

“El Lazarillo de Tormes”.

“Como agua para chocolate”, de Laura Esquivel.

“Operación masacre”, de Rodolfo Walsh.

“Luna caliente”, de Mempo Giradinelli.

Ejemplares en conjunto de literatura Clásica, Extranjera, Española, Iberoamericana, Argentina y Regional

LIBRO BÍBLICO: EL ÉXODO

El Éxodo es el segundo libro de la Biblia y del Torá (El Pentateuco, la Ley), del Tanaj (la Biblia hebrea), y del Antiguo Testamento Cristiano. Puede agrupárselo también en la colección llamada libros históricos.

Como en muchos otros libros históricos, la historia abordada en éste es de carácter religioso y cultural antes que bélico, diplomático o político.

AUTORES

El libro ha sido atribuido tradicionalmente por judíos y cristianos al legislador Moisés (como los demás libros del Pentateuco: en griego penta, “cinco”, teuk, “estuche”; engloba los primeros libros del Antiguo Testamento).

Moisés fuel autor del Éxodo, narra la historia que pasó con el pueblo de Israel. Según algunas hipótesis, los principales autores de este trabajo habrían sido yavistas, elohistas, sacerdotes y la llamada tradición dentorománica. Además, estiman que la poética Canción del mar y el Código del Pacto, escrito en prosa, son trabajos originalmente independientemente de autores asociados a los grupos antes indicados.

En esta hipótesis, los elohistas son identificados como únicos responsables del episodio del Becerro de oro, y la tradición sacerdotal, como autores de las instrucciones para crear el Tabernáculo, las vestimentas, los objetos rituales, y la descripción de su creación. Los tres autores o equipos de escritores principales son también directamente responsables de cada una de las partes del código de la ley: los elohistas del Pacto, los sacerdotes del Decálogo ético y los yavistas del Decálogo de rituales.

Se cree que las otras partes del libro fueron construidas con versiones entremezcladas de yavistas, elohistas y sacerdotes. La reconstrucción de las historias en esas fuentes, aplicando esas fuentes, aplicando esta hipótesis, permite identificar las variaciones entre las historias. Por ejemplo, la tradición sacerdotal nunca advierte al faraón acerca de las plagas, pero en su lugar las presenta como una prueba de sus magos, y siempre involucra a Aarón. En cambio, en la tradición elohista se da una advertencia al faraón, que lo desoye. Se describe al faraón como alguien que duda en ceder pero finalmente se aferra a su decisión cuando Moisés amenaza con las plagas.

Estos autores difícilmente dan una opinión positiva acerca de Aarón. Si se narran dos Éxodos que suceden en distintas épocas, posteriormente refundidos, el primero o yavista se correspondería con la expulsión de , los hicsos por Amosis, y el episodio del paso del Mar Rojo, u recurso literario cuyo precedente se encuentra en el Papiro Westear, donde un mago egipcio “separaba” las aguas de un lago.

ANÁLISIS

Librada de toda preocupación por los aspectos fácticos y académicos, la historia que aquí se narra es de tinte popular, que se esfuerza por convertir la salida de Egipto en una gran epopeya nacional, con el propósito de mantener vivo en la memoria del pueblo hebreo el hecho fundacional de sí misma como Nación: la salida de Egipto y la consiguiente liberación de la esclavitud.

Fuera del marco que localiza a la obra como “relato de aventura”, es decir su polo estético, en su contenido artístico lo que lo implica al lector es el hecho de la prisión de los hijos de Jacob en el país de los faraones, y como tal responde a la temática eje del presente.

El autor comienza describiendo y evocando la gobernación de José, hijo de Jacob, en Egipto, de manera magistral, luego de ser vendido por sus hermanos al faraón que imperaba en tiempos remotos. Así logró que todos los pobladores egipcios progresaran luego de sufrir un denso período de hambruna, de modo que le fue permitido honradamente que tanto su padre, como sus hermanos y todos los israelitas pudieran asentarse en aquella su nueva tierra, y ser tratados como habitantes corrientes.

Luego de muchos años muere José, y también sus hermanos, arribando al trono, a partir de lo sucedido, un nuevo faraón que desconocía las bondades del difunto y de todo el pueblo de Israel. Éste sentía cierto recelo por los de Jacob debido al avance demográfico que fomentaron y sus riquezas incomparables, y luego comienza a preocuparse por las implicaciones militares de la creciente población de israelitas resolviendo ponerlos como esclavos de Egipto, obligados a realizar trabajos forzados. Asimismo, ordena a las parteras hebreas que asesinaran a todos los bebés varones:

“…Pero llegó al poder en Egipto otro rey que no había conocido a José, y le dijo a su pueblo: -¡Cuidado con los israelitas, que ya son más fuertes y numerosos que nosotros!…”

“…Había dos parteras hebreas, llamadas Sifrá y Fuvá, a las que el rey de Egipto ordenó: -Cuando ayuden a las hebreas en sus partos, fíjense en el sexo: si es niño mátenlo; pero si es niña déjenla con vida…”

Sin embargo, sus designios no fueron fielmente cumplidos y en una ocasión una pareja levita dio a luz un bebé al cual ocultaron por poco tiempo y luego fue lanzado a su destino en la aguas del Nilo. Casualmente la hija del faraón lo encuentra y lo llama Moisés. Éste crece como un egipcio, pero la final simpatiza con el sufrimiento de los israelitas, llegando inclusive a asesinar a uno de los que impartían el castigo. Tal hecho llega a ser conocido por el faraón, lo que le costaría su huída a Madián. Allí se convierte en pastor del sacerdote Jetró y a la vez llega a ser esposo de su hija Séfora.

En una de sus jornadas en las que cumplía con su labor en el monte Hareb, Dios se le aparece en forma de llamas y le indica a su servidor que exija al monarca la libertad de los judíos; para ello le otorga poderes a fin de realizar actos milagrosos como demostración de su autoridad. Aarón, su hermano, es exigido para ayudarlo.

El discípulo de Señor acude a su petición ante el faraón, pero aquél responde negativamente y aún más al pueblo, llegando a ordenarles que hicieran ladrillos sin paja. El servidor dialoga con Dios sobre este problema y en respuesta le advierte que exhibirá su poder a tal grado, que el soberano enviará a todos lo de Jacob fuera de Egipto, incluso con el oro de sus habitantes.

El creador envía una serie de plagas sobre la tierra de la opresión, que se manifiestan a través de Moisés. Dado que los magos egipcios eran capaces de duplicar algunas de ellas, el faraón se obstina en no ceder ante el enviado.

Finalmente una gran plaga mata a todos los primogénitos egipcios. El rey reconoce su derrota y da autorización para que los israelitas abandonaran su territorio.

“…A medianoche el señor hirió de muerte a todos los primogénitos egipcios…

…No había una sola casa egipcia donde no hubiera un muerto.

Esa

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