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Democracia, Ciudadanía Y Participación

CideHamete10 de Julio de 2013

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ESTRATEGIA DE DESARROLLO Y

POLÍTICA ECONÓMICA EN EL

URUGUAY

Lineamientos para discusión en el 2003

Jorge Notaro

Julio de 2003

Democracia, ciudadanía y

participación: nuevos sujetos

sociales

Susana Mallo

SERIE PONENCIAS DEL TALLER PT 01/10

Mayo 2010

Grupo Interdisciplinario “Estado, Sociedad y Economía”

en los siglos XX y XXI (GIESE 2021) de la Universidad

de la República

1. Introducción

“Sólo por amor a los desesperados conservamos todavía la esperanza”

Walter Benjamin

“Los enigmas” del siglo XX e inicios del siglo XXI han planteado a la teoría social,

y también a la razón histórica, problemas que han borrado antiguos horizontes,

generándose una profunda discusión sobre la vigencia de las categorías sobre las que la

teoría social ha fundado sus bases (sujeto-acción, izquierda-derecha, privado-publico,

absolutismo-democracia, sociedad civil-estado, etc.). Como consecuencia se han

transformado los antiguos sentidos y significados. ¿Han de ser las categorías de la teoría

clásica definitivamente abandonadas o se podrán resinificar a la luz del nuevo momento

histórico? Más allá de la historicidad de las categorías se intentará discutir acerca de las

continuidades y quiebres en las lógicas de análisis de las diversas tradiciones teóricas

para analizar nuestra contemporaneidad.

Pero, ¿Qué significa pensar lo contemporáneo? Roland Barthes retomando el

pensamiento de Nietzsche propone que “lo contemporáneo es lo inactual”.

Contemporáneo sería entonces, el que no se deja cegar por las luces del siglo y llega a

percibir en ellas su intimidad sombría.

Sin embargo, a estas definiciones de contemporaneidad como la capacidad de

percibir las tinieblas provenientes de nuestro tiempo; también se suman los enfoques

que proponen procesos de resistencia, emancipación y la posibilidad de devenir.

La creciente producción de las concepciones alternativas acerca de la naturaleza, el

sujeto y la historia, ejercen una acción corrosiva sobre el conjunto de planteos

arraigados en el saber del siglo XX. Por un lado, emerge una concepción del sujeto que

se nos presenta no como esencia sino como acontecer; el pensamiento debe rechazar

toda postulación que conduzca a un fundamento, a una causa o a la noción de verdad.

Por otro lado, existe el enfoque de sujeto auto reflexivo, con capacidad de esgrimir

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pretensiones de verdad, volviéndose potencialmente actor en un espacio público abierto

en múltiples direcciones.

Así, el problema de la racionalidad práctica, el bien común, la responsabilidad, el

sentido o la historia, es decir, el debate sobre la intencionalidad colectiva, las normas,

los valores y sobre todo el rol que juega el Estado y sus políticas en esta compleja

maraña de tensiones, serán las discusiones centrales sobre las cuales transitaremos en

este trabajo a partir de algunas discusiones claves de nuestro tiempo.

2. ¿Qué significa hoy ser de izquierda?

Según Bobbio, la nueva izquierda se define como una izquierda de derechos; basada

en: libertad, democracia pluralista, autogobierno y descentralización, control y dominio

de las tecnologías, solidaridad, supremacía de la ley y resolución de los conflictos a

través de las negociaciones (Bobbio, 1995:36)

Esta izquierda intenta resignificarse en un nuevo contexto: de una identidad

construida sobre una minoría opositora, pasa a ocupar lugares de mayoría. Al decir de

Zizek, “el cambio no es sustancial, sino apenas el rostro de un nuevo comienzo (…) el

nuevo hecho es que la situación sea percibida por la mayoría de la población como un

nuevo consenso”, lo que “abre el espacio para rearticulaciones políticas e ideológicas”

(Jameson y Zizek, 1998: 181-182). Es por ello que para la izquierda la elección

fundamental es que las apariencias efectivamente cuentan.

América Latina ha experimentado profundos cambios en los últimos veinte años,

verificándose transformaciones en sus estructuras económicas, en sus regímenes

políticos, en sus tejidos e identidades sociales, y en la propia relación entre el estado y

la sociedad. En ese marco, el ajuste macroeconómico y las políticas sociales a él

vinculadas, - concretamente la liberación de los mercados; la reducción del gasto fiscal

y la privatización de las empresas públicas-, dieron como resultante una total

imprevisión.

Por otra parte, la globalización de los circuitos comerciales y financieros, los

procesos de integración en marcha y el intenso ritmo del desarrollo tecnológico han

conducido a un proceso creciente de segmentación social.

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En ese contexto se sitúan los sectores de izquierda o centro izquierda, entre los

cuales se observa, en varios espacios de nuestro continente, un asombroso crecimiento.

Para el Uruguay, dicho crecimiento significó, en los albores del S XXI, el asenso al

gobierno. Tomamos este término en el sentido que le da Luhman en su libro “La

sociedad del riesgo”, es como uno de los componentes del código binario: gobierno/

oposición.

Dicho acceso se da en un contexto muy diferencial a aquel en que los sectores de

izquierda fueron construyendo sus identidades y prácticas discursivas, motivo por el

cual, conjuntamente con la tarea gubernamental, van reconstruyendo sus propias

identidades e, inevitablemente, sus prácticas políticas.

Esta reconstrucción no es ajena a las presiones de la Sociedad Civil, la cual, más

allá de quienes ocupen los espacios de poder político, reclama una nueva forma de hacer

política, entendiendo por tal los cambios en los patrones de comportamiento político

tanto desde el gobierno como desde la oposición. Ese posicionamiento de la Sociedad

Civil fue elemento clave, aunque no único, contra los desbordes del Estado y la política

económica durante el periodo autoritario.

El capitalismo, que ha mundializado la economía, plantea problemas inéditos en los

ámbitos societales. Este modelo no implica sólo un programa económico o político, es

mucho más abarcativo: apunta a las esferas de lo moral y lo cultural. Mientras que el

mercado se plantea así mismo como una forma de organización meramente económica,

es en realidad un mecanismo cuya lógica, excluyente y exclusiva, modela las prácticas

sociales en múltiples ámbitos “Lo que Daniel Olesker llama un modelo: "liberal,

concentrador y excluyente" sobre el cual se da un crecimiento económico (de algunos

sectores), pero también una creciente exclusión económica, social y política (de otros)”

(Daniel Olesker, 2004). El mundo del ciudadano se fragmenta y los espacios de

solidaridad e igualdad pierden vigencia. A este diagnóstico de un mercado y una cultura

globalizada, se corresponde la aparición en escena de la exclusión y la marginación.

Dicho proceso hace evidente la dualización de la sociedad Latinoamericana y coloca

a contingentes humanos en zonas cada vez más alejadas de cualquier estatuto de

ciudadanía. Cuando la crisis de los 80’ estalló en nuestro continente, la izquierda se

encontró con Estados desfinanciados, todavía patrimonialistas, e inmersos en un

proceso de modernización concentrada.

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Los desafíos que enfrentó ese período estuvieron signados por el impacto de la

reformulación del modelo basado en la sustitución de importaciones, que fue llevado

adelante por los gobiernos dictatoriales, y por el inicio de la revalorización de la

democracia representativa. De hecho, están cuestionados los tres basamentos de la

modernidad, el crecimiento económico, la participación ciudadana y la solidaridad

social. Este dato duro de la realidad confronta con la virtualidad de un proyecto de

izquierda que no invalide, sino lo contrario, la necesidad de un camino refundacional

de la sociedad.

Los problemas que deberá enfrentar con el mayor rigor la sociedad del Siglo XXI

son: la ecología, la distancia creciente entre Norte y Sur y el vacío ético derivado de los

crecientes procesos de individualismo extremo la casi inexistencia de la esfera pública y

el cerramiento hacia lo privado, la declinación de la voluntad política y la aparición de

elites políticas cada vez más alejadas de lo que es las necesidades sociales que deteriora

las relaciones entre los hombres. En el caso del Uruguay, dichos retos son hoy desafíos

para sectores que antes se expresaban desde la oposición. Por tanto, la izquierda en el

gobierno debe enfrentarse con el desafío de la redefinición de su identidad, una práctica

que no puede agotarse en lo discursivo.

Sin embargo, se exploran otras pistas para comprender el estado actual de las

democracias. En este sentido, nos proponemos tomar en cuenta las dinámicas de las

reacciones de la sociedad a las disfuncionalidades originales de los regímenes

representativos. Así Rossanvallon afirma “esta contra democracia no es lo que es lo

contrario

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