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Democracia y Sociedad Civil

theverozTesis3 de Noviembre de 2013

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Página 1 de 48

Universidad Nacional Autonoma de Honduras

en el Valle de Sula

Asignatura: Sociologia

Grupo #3

Integrantes:

Shirley Nalany Perdomo Portillo 20122009039

Kenia Jackeline Palencia 20132008328

Maria de los angeles pacheco 20132008419

Keidy Yessenia leiva 20132001282

Silvia Gabriela Canales 20132007811

Jeimy jamaly Avila

Índice

1. Introducción:

• Democracia y Sociedad civil

2. Conceptos básicos:

• Poder

• Estado

• Democracia

3. Requisitos mínimos de un régimen democrático.

4.La provisión por el Estado de servicios y bienes públicos

• Causas de la intervención estatal.

• Intervención.

• Planificación e intervención del estado.

• Sustento teórico.

• Kalecki

5. Los factores determinantes de la intervención estatal.

• Los factores suficientes de la intervención estatal.

6. El Estado.

7. Bibliografía.

8. Conclusiones

INTRODUCCION

Democracia y Sociedad Civil

En el presente ensayo se intenta establecer la relación entre el ejercicio de la democracia, la sociedad civil que dan un nuevo valor a la participación social. Considerando dos dimensiones de la democracia, como un sentido de “democratización política” y “democratización social” donde surgen como protagonista la sociedad civil organizada, la cual a su vez cuando se basa en el logro del bien común se convierte en el principal promotor del desarrollo democrático. Así mismo se hace hincapié de la necesidad de un Estado un Estado bien posicionado, de un adecuado funcionamiento de los partidos políticos y de una nueva visión de la cultura política en la ciudadanía empoderada. Democracia, Sociedad Civil y la Participación Ciudadana El concepto de democracia es ampliamente desarrollado, en un sentido práctico se puede dar dos orientaciones: • La democracia, en el sentido de democracia parlamentaria, garantiza a los ciudadanos el derecho de elegir a sus autoridades, de expresar sus opiniones y de crear asociación, para esto se requiere de un proceso de educación e información para desembocar en un estado de empoderamiento de los ciudadanos sobre el ejercicio de sus derechos y responsabilidades. • Sin embargo, democracia también significa participación activa de los ciudadanos en los distintos niveles de gobierno (local, regional y nacional). En este sentido, la democracia se logra a través de la acción colectiva y a menudo conduce a nuevos movimientos sociales. Por lo que la educación de los ciudadanos es tanto un producto como un instrumento de la democracia. Así, podemos decir que venimos atravesando un proceso en el cual vamos de una “democratización política” a la “democratización social”, que da relevancia a la cohesión social y la expansión de la ciudadanía y que hace referencia necesariamente al concepto de sociedad civil. Por ello, para muchos el objetivo ideal es lograr en las sociedades simultáneamente una sociedad civil y un Estado fuerte (y ello no significa que sea, necesariamente, grande). Sin embargo, como se puede constatar en nuestra realidad, la sociedad civil no siempre se muestra “muy civilizada” y muchas veces no se caracteriza precisamente por ser tolerante y orientada al bien común, si no que también puede ser tentada por el poder o manipulada por intereses ajenos. Pero en su sentido positivo, se puede confirmar en muchos casos su función como agente promotor del desarrollo democrático, cuando su actuar esta basado en una visión inclusiva y heterogénea dando énfasis al bienestar general y no en visiones unilaterales. Dando una mirada general en el ámbito político actual, se pueden sumar procesos como la reforma del estado, la descentralización, las nuevas orientaciones de las políticas públicas que conllevan a un mejor acondicionamiento del escenario social para el accionar de la ciudadanía organizada, pero a pesar de estos cambios y procesos empapados más de buena voluntad que de hechos concretos, para la consolidación de la sociedad civil se necesita de un Estado bien posicionado, de un adecuado funcionamiento de los partidos políticos y de una nueva visión de la cultura política en la ciudadanía empoderada.

Es justamente en este punto donde es necesario formular la pregunta acerca de los alcances de un desarrollo democrático en la propia sociedad civil y su capacidad de generalizar intereses en la toma de decisiones. Se ha discutido ampliamente el tema de la función representativa de los diferentes actores que integran la sociedad civil y su capacidad de participar en la generación de consensos que vayan más allá del interés particular que intentan promover. Los procesos de reforma del Estado tratan ahora de aumentar la eficiencia de la gestión estatal y modernizar el sector público. Esta apertura de la gestión pública hacia la sociedad tiene que basarse en la corresponsabilidad de los actores e instrumentos de supervisión y control adecuados para generar una nueva calidad en las relaciones entre instancias estatales y sociedad civil. Por lo tanto, la reforma del Estado no puede quedarse solamente en el nivel de una modernización de la administración pública (la cual a su vez es muy importante), sino que tiene que replantear los esquemas de relacionamiento entre el Estado y las organizaciones de la sociedad civil. Más allá de la preocupación sobre el grado de consolidación democrática surge una preocupación por la viabilidad de las nuevas democracias ante los signos de una crisis de representación y de intermediación presentes en los partidos y los grupos de interés. Desde allí se abren las discusiones sobre una mayor calidad de la política democrática, es decir, nuevas relaciones entre los partidos políticos y la sociedad civil, la participación ciudadana no partidista en los diferentes niveles de gobierno y una mayor responsabilidad de la gestión pública ante los ciudadanos. En este contexto se genera un nuevo valor a la participación ciudadana, que ha sido tomada desde un instrumento para incorporar a los sectores marginados a la dinámica del desarrollo, hasta considerarse por otros entendidos como un elemento que hace frente a la pérdida de representatividad del sistema político. Los gobiernos y los partidos políticos la plantean como un instrumento óptimo para crear una nueva relación concertada entre Sociedad Civil, Democracia y Estado. Se puede decir que en términos generales la participación ciudadana viene a ser “la intervención de los particulares en las actividades públicas, en tanto son portadores de intereses sociales. Corresponden a intereses privados de la sociedad civil, individuales o colectivos, en donde se reconocen intereses públicos y políticos.” La participación ciudadana, en algunos casos ha sido entendida como un recurso diseñado por el gobierno para promover acciones de y en las comunidades, de esta forma el gobierno central se descarga de algunas tareas y responsabilidades que competen al Estado (transferencias de competencias) transfiriéndolos a los gobiernos locales. En otros casos, la participación ciudadana tiene su origen en el seno de la sociedad civil y está orientada a sustituir la acción del Estado o a combatir su inacción, incompetencia o ineficiencia en la resolución de problemas que los afectan de manera directa o indirecta a las comunidades Otra dimensión de la participación ciudadana, es aquella que la asocia a la democratización del Estado y que hace énfasis en la necesidad de que el Estado desarrolle políticas y acciones que respondan a los intereses de los actores sociales, y propone ampliar la influencia de los ciudadanos sobre el proceso de toma de decisiones en todos los niveles, escalas y sectores de la gestión pública. El propósito es, lograr que la población influya sobre las políticas y decisiones públicas, para ello se hace necesario institucionalizar mecanismos, procesos y organismos a través de una normativa legal. Pero esta dimensión de participación ciudadana puede ser condicionada y hasta neutralizada bajo una aparente práctica democrática, y la participación ciudadana puede constituirse en “una plataforma de fácil uso para construir artificialmente consensos y

legitimar desigualdades.” Algunos autores conceptualizan la participación ciudadana como un ‘’hecho político’’ como un modelo de relación entre Estado y Sociedad Civil ‘’enmarcada dentro de una cultura política (actitudes, valores y normas) que orientan el comportamiento de los ciudadanos en un marco de deberes y derechos frente al Estado’’ (Cartaya V., 1995:15). Se puede caracterizar la anterior definición como la expresión más tradicional de participación, es decir la intervención en lo público para ejercer derechos políticos elementales, y es por ello que considero entonces que la participación ciudadana es una forma de intermediación política de un colectivo social que involucra a toda la comunidad. Aún cuando se considera un hecho político, la participación ciudadana ha desplazado la intermediación de los partidos políticos como gestores de la comunidad, todo esto producto de la perdida de representatividad que estos han sufrido en razón de la conversión de sus gestiones en acciones básicamente populistas

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