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EL MITO DEL SANTO EL ENMASCARADO DE PLATA. (LA CULTURA OBJETIVIZADA).


Enviado por   •  23 de Abril de 2017  •  Ensayos  •  2.327 Palabras (10 Páginas)  •  287 Visitas

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EL MITO DEL SANTO EL ENMASCARADO DE PLATA.

 (LA CULTURA OBJETIVIZADA)

No recuerdo el año, probablemente fue en 1978 o en 1980 lo que si recuerdo es el lugar y el evento que nos convocaba ese domingo a las 6:00 p.m. era el Toreo de cuatro caminos, conocido en el argot luchistico como la cueva de los independientes. El evento la reaparición del personaje central de esta trabajo, El Santo el enmascarado de Plata que junto con Blue Demon se enfrentaban a la pareja de rudos que en los 70´s era de las más impactantes, Karloff Lagarde y Rene Guajardo conocidos como los rebeldes, yo tendría  6 u 8 años, de la mano de mi papá, y con mi muñeco del Santo en la otra ( ese muñeco clásico de plástico que no tiene movimiento y está en la clásica posición de saludo del enmascarado) iba a cumplir un sueño, que probablemente muchos de nosotros a esa edad, teníamos, conocer a ese personaje, que en las películas derrotaba a los hombres lobos, a los vampiros, a las momias, a los científicos locos y hasta a unas sexi mujeres con poderes vampíricos.

Todo parecía tranquilo se iban presentando las diferentes luchas, no recuerdo a todos los luchadores que vi ese día, pero estaban entre otros, el Solitario, el Perro Aguayo, Fishman, Ángel blanco etc. Por fin la espera termino casi a la 8:00 p.m. salen al ring en primera instancia los rudos, a los cuales en automático la mayoría de la gente que se encontraba en ese momento en el Toreo les coreaba  el clásico grito de: ULEROS, ULEROS, ULEROS. En ese momento un silencio invadió el coloso, sale Blue Demon, cargado en hombros y la gente lo recibe con aplausos y con su porra de: Demon, Demon, Demon, y solo unos segundos atrás aparece el ídolo de las multitudes, cargado en hombros como en todas sus películas y todo el graderío coreando ese grito estremecedor  de: SANTO, SANTO, SANTO, SANTO, era increíble observar, como eso que pasaba en las películas, podía estar pasando en la vida real, no tengo fresca en mi memoria si esa lucha la gano o la perdió el Santo, lo que si recuerdo (y porque mi mamá y mi papá siempre me lo recordaron) fue lo que paso al final de la lucha, el Santo se retiró del Ring, paso cerca de donde yo estaba y pude tocarlo al mismo tiempo que le decía: no importa Santo tu eres el mejor. Lo más probable es que esas palabras no las haya tomado en cuenta porque todos los que estábamos en ese momento en el Toreo opinábamos lo mismo.

Solo unos años después, el 5 de febrero de 1984, moriría el Santo. A 35 años de distancia de ese evento que me marco de por vida, me encuentro hoy aquí tratando de explicar por medio de algunas categorías sociológicas el impacto que tiene este personaje en mi identidad como persona y la cultura mexicana. Y  que a 31 años de su muerte, se ha convertido en un icono de nuestra expresión objetiva de la cultura, siendo objeto de culto de partidarios y no partidarios de la lucha libre.

Pero ¿Cómo fue que este personaje se convirtió en un mito nacional? ¿Cómo fue que Rodolfo Guzmán Huerta se transformó  en objeto importante de nuestra cultura? ¿Cómo el Enmascarado de plata se convirtió en un símbolo de nuestra identidad nacional? ¿Influirá en la conformación del habitus de la mayoría de los mexicanos? ¿Cómo la plata dejo de ser un color cualquiera tomando un significado de justicia, libertad y nobleza?

Iniciare estas disertaciones con plasmar primero lo que es un mito, para entender porque el Santo es la representación de un mito. Roland Barthes menciona en 1980 que un mito es un habla[1] pero no  cualquier habla, si no de aquella que representa algo y que esta revestida de significados, el mito representa un sistema de comunicación, un lenguaje << Esto indica que el mito no podría ser un objeto, un concepto o una idea; se trata de un modo de significación, de una forma>> (Barthes, 1980)  podríamos afirmar que el HABLA Santo tiene un alto grado de significación, ya no hablemos solo de la persona que representaba al enmascarado de plata, sino a toda la significación que le damos a la palabra, el Santo representa ya a una nación, ya no a un grupo en específico que podríamos pensar está ligado al deporte-espectáculo de la lucha libre, ese mito ya es abordado, por cineastas, por literarios, sociólogos, filósofos, fotógrafos, críticos de cine, la imagen del personaje central de esta trabajo trastoca cualquier ámbito de la cultura en México, así podemos observar la máscara plateada, entre el público que va a un partido de la selección nacional, en programas de televisión , en manifestaciones populares en contra de algo que se podría concebir como una injusticia por parte del estado hacia al pueblo, en litografías, en libros, en revistas, etc. La imagen del Santo está ligada a un acto de justicia, al héroe que vendrá a rescatarnos, al que luchara para que este mundo sea un mundo más justo y defender a los explotados de los explotadores.

El Santo es un mito nacional por que ha se la ha dotado de poderes sobre humanos, se le ha brindado una serie de características que ningún otro ser tiene.[2] Esta concepción de héroe mitológico, que ayudo a que mis hijos vencieran el miedo de dormir solos, por temor a los moustros que pudieran aparecer, a lo que yo contestaba que no había nada que temer, porque en México no había, hombres lobos, vampiros, extraterrestres, momias o cualquier otro ser de ultratumba, porque el Santo había terminado con ellos.

El Santo está más allá de ser un producto, creado por los promotores de lucha libre, del escritor de una revista o de los productores cinematográficos, ese “griffe” o firma, ya rebasa a esos que lo que crearon, ya no pertenece a ese grupo de productores que tenían que satisfacer a un grupo de aficionados desbocados en una arena de lucha libre o en las salas de cine, ya el producto trasciende a los productores, Bourdieu escribe es su obra ¿y quién creo a los creadores? Que todo producto creado por alguien está dentro de un campo[3], y que ese objeto creado en ese campo se relaciona no solo con el productor, o con los “intelectuales” que estudian ese campo, si no también   con el consumidor que adquiere ese producto y que es el consumidor el que le da significado y valor al producto, más allá del mismo creador del producto. Esa atribución sobre el valor social y económico de la obra, no se lo da la rareza de la obra, si no la rareza del productor, << es decir, la creencia colectiva en el valor del productor y de su producto>> (Bourdieu, 1984)

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