EL TEATRO Y SU DOBLE
Abigail BlancoInforme31 de Marzo de 2020
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INTRODUCCIÓN:
En este informe voy a escribir sobre el poeta, dramaturgo, ensayista, novelista, director escénico y actor francés ANTONIN ARTAUD (1896-1948), ligado a las ideas dadaístas y surrealistas. Él expuso sus teorías acerca del teatro en una serie de cartas, manifiestos y ensayos publicados en con el título de EL TEATRO Y SU DOBLE.
Uno de los movimientos más importantes, originales y modernos que escribió es el TEATRO DE LA CRUELDAD el cual desarrollaré luego junto a sus ideas, su teatro, técnica, temas en el espectáculo, puesta en escena, lenguaje de escena, decorado, objetos, accesorios, el actor, la interpretación, el público etc.
DESARROLLO:
Artaud pensaba que la sociedad había aniquilado la individualidad del hombre y que vivía enmascarado y alejado de su esencia. Además creía que debía recuperar su esencialidad, y para ello debía tender hacia una meta SOBRENATURAL.
Con frecuencia hablaba de confabulación de fuerzas capaces de destrozar lo más sagrado de los seres y opinaba que dichas fuerzas actuaban engañosamente.
Sus ideas eran obsesivas y persecutorias con las que intentaba describir la enfermedad del mundo, pero fue acallado y tomado por loco hasta que en la década del ´50 fue reflotado influyendo sus teorías en Peter Brook, Sergio Grotowski, Eugeni Barba etc.
Él creía que la interioridad del ser humano estaña invadida por fuerzas externas que manejaban su voluntad y que debían revertir esa situación y neutralizar ese mal, además sostenía que en el mundo reinaba la locura lo cual propuso una ideología de la transgresión pero fue rechazado y se refugió en la locura, en la droga, y en la libertad sexual para poder salir de la falsedad del mundo.
Primera expulsión, existencia en la soledad y una frontera, que luego cobrará la forma de los largos períodos de internación psiquiátrica que Artaud padecerá. En 1933, concibe el primer manifiesto del Teatro de la Crueldad. Su intención es verter un fuego arcaico sobre la escena teatral. Le reprocha al teatro clásico el exceso de preocupación por los conflictos humanos, la separación entre público y escenario, y el predominio del texto sobre el cuerpo y su gestualidad. El teatro debe ser altar vibratorio donde el hombre se reúna con fuerzas cósmicas divinas; el teatro debe convertir al espacio en cuarzo mágico donde la percepción humana se acalore en una luz trascendente. De ahí la valoración de Artaud del teatro oriental, balinés, donde el cuerpo expresa, a través del gesto y el color, el encuentro entre lo humano y un mundo mítico y divino, universal y ancestral. La pasión de Artaud por un arte sensitivo fogonea su célebre viaje al país de los tarahumaras, pueblo indígena de México, en 1936. Su deseo es convivir con seres que aún perciban el universo como fucilazo sagrado. Además de la relación entre el Teatro de la Crueldad y el Oriente, Ataúd atisba una profunda afinidad entre el teatro auténtico (teatro arquetípico en su denominación) y la alquimia.
SU TEATRO:
Pretende un teatro que despierte la sensibilidad profunda del espectador, un teatro como magia, ceremonia ritual encantamiento, acontecedor y como invención de una realidad.
Se relaciona con la concepción que él tiene del mundo, puede ser un agente de cambio ya que proporciona a los espectadores una terapéutica espiritual. Para él, el hombre debe tomar conciencia de la violencia que es vivir, y va usando procedimiento de analogía como EL TEATRO Y LA PESTE, EL TEATRO Y LA CRUELDAD, EL TEATRO Y LA ALQUIMIA etc.
Teatro alquímico:
Hay entre el principio del teatro y el de la alquimia una misteriosa identidad de esencia. Pues el teatro, como la alquimia, considerado en su origen y subterráneamente, se apoya en ciertos fundamentos que son comunes a todas las artes, y que en el dominio espiritual imaginario aspiran a una eficacia análoga a la del proceso que en el dominio físico permite obtener realmente oro. Pero entre el teatro y la alquimia hay asimismo otra semejanza más elevada y que metafísicamente apunta mucho más lejos. Pues tanto la alquimia como el teatro son artes virtuales, por así decirlo, que no llevan en sí mismas ni sus fines ni su realidad. Allí donde la alquimia por sus símbolos, es el doble espiritual de una operación que sólo funciona en el plano de la materia real, el teatro debe ser considerado también como un Doble, no ya de esa realidad cotidiana y directa.
Tales símbolos, que indican lo que podríamos llamar estados filosóficos de la materia, orientan ya el espíritu hacia esa purificación ardiente, esa unificación y esa demacración (en un sentido horriblemente simplificado y puro) de las moléculas naturales; hacia esa operación que permite, en un despojamiento progresivo, repensar y reconstituir los sólidos siguiendo esa línea espiritual de equilibrio donde al fin se convierten otra vez en oro. No se advierte hasta qué punto el simbolismo material que designa esa operación misteriosa corresponde en el espíritu a un simbolismo paralelo, a una actividad de ideas y apariencias donde todo cuanto en el teatro es teatral se designa y puede distinguirse filosóficamente.
Esta realidad no es humana, sino inhumana, y ha de reconocerse que el hombre, con sus costumbres y su carácter, cuenta en ella muy poco.
Para él el teatro, como la alquimia es un espejismo.
El teatro y la peste:
El teatro es como la peste que trastoca y afecta a las comunidades. A través de este se vacía el absceso moral y social. La peste toma imágenes dormidas, un desorden latente, y los activa de pronto transformándolos en los gestos más extremos; y el teatro toma también gestos y los lleva a su paroxismo.
El teatro propuesto por Artaud sirve como instrumento para destruir la realidad, introduciendo el orden en el desorden, indagando en los niveles más profundos de lo humano. Haciendo que las mascaras, la hipocresía, la mentira queden al descubierto.
El teatro y su doble:
Artaud, retomando diversas líneas de teatro folclórico y de mitos de diversas culturas y alejándose de la tradición helénica, propone un teatro completamente inusual en su tiempo basado en el gesto y en la necesidad de impresionar al espectador mediante la estimulación de los sentidos. Destacando el movimiento, la acción, la gestualidad y la voz por encima de la historia de carácter narrativo, Artaud pretende llevar hasta sus últimas consecuencias la capacidad de crear una reacción física del espectáculo teatral. Aun cuando en su tiempo sus teorías fueron objeto de duras controversias y ácidas críticas, con el tiempo se han ido aceptando muchos de sus planteamientos (a menudo reformulados y matizados) hasta convertirse en un referente fundamental de la teoría dramática contemporánea.
Teatro de la crueldad:
La base en la que se inspira este movimiento teatral es la de sorprender e impresionar a los espectadores, mediante situaciones impactantes e inesperadas. Con esto se pretende dejar una huella en el espectador; es decir, que la obra lo marque.
Estas ideas han dado lugar a numerosas propuestas muy diferentes entre sí. Algunas tendencias interpretan el teatro de la crueldad como una obra que toque las fibras íntimas del público por el mero deslumbramiento y ritualización del espectáculo teatral, en el cual se explotan al máximo sus posibilidades físicas y visuales.
Para él en lugar de un teatro de acción se reduce a un teatro psicológico y de intrigas, proponiendo un espectáculo de masas agitadas y convulsionadas y que presente un acontecimiento real.
El primer manifestó plantea la necesidad de recuperar el lenguaje propio de la escena apelando los recursos visuales (movimientos, gestos, actitudes etc.) y auditivos (sonidos, gritos, onomatopeyas etc.)
Todo este magnetismo, poesía y medios directos de encanto tienen que lograr poner físicamente el espíritu en el camino de alguna otra cosa. Lo importante es poner la sensibilidad en un estado de percepción profunda y fina.
SEGUNDO MANIFIESTO
Lo advierta o no, consciente o inconscientemente, lo que el público busca fundamentalmente en el amor, el crimen, las drogas, la insurrección, la guerra, es el estado poético, un estado trascendente de vida.
El Teatro de la Crueldad ha sido creado para devolver al teatro una concepción de la vida apasionada y convulsiva; y en ese sentido de violento vigor, de extrema condensación de los elementos escénicos, ha de entenderse la crueldad de ese teatro.
Esa crueldad que será sanguinaria cuando convenga, pero no sistemáticamente, se confunde pues con una especie de severa pureza moral que no teme pagar a la vida el precio que ella exige
1. DESDE EL. PUNTO DE VISTA DEL FONDO Es decir en cuanto a los asuntos y a los temas tratados: El Teatro de la Crueldad escogerá asuntos y temas que correspondan a la agitación y a la inquietud características de nuestra época.
No piensa dejar al cine la tarea de liberar los mitos del hombre y de la vida moderna. Pero lo hará a su modo; es decir oponiéndose a la tendencia económica, utilitaria y técnica del mundo, pondrá otra vez de moda las grandes preocupaciones y las grandes pasiones esenciales que el teatro moderno ha recubierto con el barniz del hombre falsamente civilizado.
Tales temas serán cósmicos, universales, y se los interpretará de acuerdo con los textos más antiguos, de las viejas cosmogonías mexicana, hindú, judaica, irania, etcétera.
Renunciando al hombre psicológico, al carácter y a los sentimientos netos, el Teatro de la Crueldad se dirigirá al hombre total y no al hombre social sometido a leyes y deformado por preceptos y religiones.
Incluirá no sólo el anverso, sino también el reverso del espíritu; la realidad de la imaginación y de los sueños aparecerá ahí en pie de igualdad con la vida.
Además, las grandes conmociones sociales, los conflictos entre pueblos o entre razas, las fuerzas naturales, la intervención del azar, el magnetismo de la fatalidad, se manifestarán ahí ya sea indirectamente, en la agitación y los gestos de personajes de talla de dioses, de héroes o de monstruos, de dimensiones míticas, o directamente, como manifestaciones materiales obtenidas por medios científicos nuevos.
Esos dioses o héroes, esos monstruos, esas fuerzas naturales y cósmicas serán interpretados según las imágenes de los textos sagrados más antiguos, y de las viejas cosmogonías.
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