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EL TEATRO Y SU DOBLE


Enviado por   •  31 de Marzo de 2020  •  Informes  •  3.479 Palabras (14 Páginas)  •  199 Visitas

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INTRODUCCIÓN:  
En este informe voy a escribir sobre el poeta, dramaturgo, ensayista, novelista, director escénico y actor francés ANTONIN ARTAUD (1896-1948), ligado a las ideas dadaístas y surrealistas. Él expuso sus teorías acerca del teatro en una serie de cartas, manifiestos y ensayos publicados en con el título de
 EL TEATRO Y SU DOBLE.
Uno de los movimientos más importantes, originales y modernos que escribió es el TEATRO DE LA CRUELDAD el cual desarrollaré luego junto a sus ideas, su teatro, técnica, temas en el espectáculo, puesta en escena, lenguaje de escena, decorado, objetos, accesorios, el actor, la interpretación, el público etc.

DESARROLLO:

Artaud pensaba que la sociedad había aniquilado la individualidad del hombre y que vivía enmascarado y alejado de su esencia. Además creía que debía recuperar su esencialidad, y para ello debía tender hacia una meta SOBRENATURAL.
Con frecuencia hablaba de confabulación de fuerzas capaces de destrozar lo más sagrado de los seres y opinaba que dichas fuerzas actuaban engañosamente.
Sus ideas eran obsesivas y persecutorias con las que intentaba describir la enfermedad del mundo, pero fue acallado y tomado por loco hasta que en la década del ´50  fue reflotado  influyendo sus teorías en Peter Brook, Sergio Grotowski, Eugeni Barba etc.
Él creía que la interioridad del ser humano estaña invadida por fuerzas externas que manejaban su voluntad y que debían revertir esa situación y neutralizar ese mal, además sostenía que en el mundo reinaba la locura lo cual propuso una ideología de la transgresión pero fue rechazado y se refugió en la locura, en la droga, y en la libertad sexual para poder salir de la falsedad del mundo.
Primera expulsión, existencia en la soledad y una frontera, que luego cobrará la forma de los largos períodos de internación psiquiátrica que Artaud padecerá. En 1933, concibe el primer manifiesto del Teatro de la Crueldad. Su intención es verter un fuego arcaico sobre la escena teatral. Le reprocha al teatro clásico el exceso de preocupación por los conflictos humanos, la separación entre público y escenario, y el predominio del texto sobre el cuerpo y su gestualidad. El teatro debe ser altar vibratorio donde el hombre se reúna con fuerzas cósmicas divinas; el teatro debe convertir al espacio en cuarzo mágico donde la percepción humana se acalore en una luz trascendente. De ahí la valoración de Artaud del teatro oriental, balinés, donde el cuerpo expresa, a través del gesto y el color, el encuentro entre lo humano y un mundo mítico y divino, universal y ancestral. La pasión de Artaud por un arte sensitivo fogonea su célebre viaje al país de los tarahumaras, pueblo indígena de México, en 1936. Su deseo es convivir con seres que aún perciban el universo como fucilazo sagrado. Además de la relación entre el Teatro de la Crueldad y el Oriente, Ataúd atisba una profunda afinidad entre el teatro auténtico (teatro arquetípico en su denominación) y la alquimia.

SU TEATRO: 
Pretende un teatro que despierte la sensibilidad profunda del espectador, un teatro como magia, ceremonia ritual encantamiento, acontecedor y como invención de una realidad.
Se relaciona con la concepción que él tiene del mundo, puede ser un agente de cambio ya que proporciona a los espectadores una terapéutica espiritual. Para él, el hombre debe tomar conciencia de la violencia que es vivir, y va usando procedimiento de analogía como EL TEATRO Y LA PESTE, EL TEATRO Y LA CRUELDAD, EL TEATRO Y LA ALQUIMIA etc.


Teatro alquímico:
Hay entre el principio del teatro y el de la alquimia una misteriosa identidad de esencia. Pues el teatro, como la alquimia, considerado en su origen y subterráneamente, se apoya en ciertos fundamentos que son comunes a todas las artes, y que en el dominio espiritual imaginario aspiran a una eficacia análoga a la del proceso que en el dominio físico permite obtener realmente oro. Pero entre el teatro y la alquimia hay asimismo otra semejanza más elevada y que metafísicamente apunta mucho más lejos. Pues tanto la alquimia como el teatro son artes virtuales, por así decirlo, que no llevan en sí mismas ni sus fines ni su realidad. Allí donde la alquimia por sus símbolos, es el doble espiritual de una operación que sólo funciona en el plano de la materia real, el teatro debe ser considerado también como un Doble, no ya de esa realidad cotidiana y directa.
Tales símbolos, que indican lo que podríamos llamar estados filosóficos de la materia, orientan ya el espíritu hacia esa purificación ardiente, esa unificación y esa demacración (en un sentido horriblemente simplificado y puro) de las moléculas naturales; hacia esa operación que permite, en un despojamiento progresivo, repensar y reconstituir los sólidos siguiendo esa línea espiritual de equilibrio donde al fin se convierten otra vez en oro. No se advierte hasta qué punto el simbolismo material que designa esa operación misteriosa corresponde en el espíritu a un simbolismo paralelo, a una actividad de ideas y apariencias donde todo cuanto en el teatro es teatral se designa y puede distinguirse filosóficamente.
Esta realidad no es humana, sino inhumana, y ha de reconocerse que el hombre, con sus costumbres y su carácter, cuenta en ella muy poco.
Para él el teatro, como la alquimia es un espejismo.

El teatro y la peste:
El teatro es como la peste que trastoca y afecta a las comunidades. A través de este se vacía el absceso moral y social. La peste toma imágenes dormidas, un desorden latente, y los activa de pronto transformándolos en los gestos más extremos; y el teatro toma también gestos y los lleva a su paroxismo.
El teatro propuesto por Artaud sirve como instrumento para destruir la realidad, introduciendo el orden en el desorden, indagando en los niveles más profundos de lo humano. Haciendo que las mascaras, la hipocresía, la mentira queden al descubierto.

El teatro y su doble:
Artaud, retomando diversas líneas de teatro folclórico y de mitos de diversas culturas y alejándose de la tradición helénica, propone un teatro completamente inusual en su tiempo basado en el gesto y en la necesidad de impresionar al espectador mediante la estimulación de los sentidos. Destacando el movimiento, la acción, la gestualidad y la voz por encima de la historia de carácter narrativo, Artaud pretende llevar hasta sus últimas consecuencias la capacidad de crear una reacción física del espectáculo teatral. Aun cuando en su tiempo sus teorías fueron objeto de duras controversias y ácidas críticas, con el tiempo se han ido aceptando muchos de sus planteamientos (a menudo reformulados y matizados) hasta convertirse en un referente fundamental de la teoría dramática contemporánea.

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