¿EN QUÉ SISTEMA ECONÓMICO VA A DERIVAR EL CAPITALISMO?
Isa SierraEnsayo25 de Abril de 2018
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¿EN QUÉ SISTEMA ECONÓMICO VA A DERIVAR EL CAPITALISMO?
Para comenzar iniciaremos por conocer que es el capitalismo; el Capitalismo se conoce como un sistema económico y social, que se basa en la acumulación de riquezas, la obtención de la plusvalía sobre la propiedad y los bienes, así como el derecho del capital a usar la propiedad de otros, como herramienta para la producción. También se denomina capitalismo o sociedad capitalista a todo el orden social, político y jurídico originado en la civilización occidental y basada en aquél sistema económico. El orden capitalista se distingue de los anteriores por su movilidad social y por la regulación formal de las relaciones sociales mediante el contrato libre. Existen diferentes apreciaciones sobre la naturaleza del capitalismo según la perspectiva social e ideológica desde la cual se lo analice.
Ya conociendo que es el capitalismo nos dedicaremos a responder el porqué de este ensayo, que quiero lograr con mi postura del tema.
Primeramente siempre he pensado que el capitalismo es el sistema más brusco y abusivo que he podido ver en mi vida, aun sabiendo que es el sistema económico dominante a nivel mundial. Sus leyes internas se caracterizan por pasar por encima de otros sistemas económicos para conseguir sus metas una de ellas y la principal es su necesidad de crecer continuamente, cueste lo que cueste. Lo que significa que necesita estar en una constante de crecimiento para que su sistema no entre en crisis.
Es decir, el crecimiento económico es, por lo tanto, el corazón del sistema económico del Capitalismo. La razón más poderosa la encontramos en el propio motor del sistema: la ganancia. La ganancia es el elemento estimulador del sistema, sin el cual éste se viene abajo. Dado que una de las propiedades fundamentales del capitalismo es la existencia de propiedad privada (lo que significa que los medios de producción –las empresas– tienen dueños individuales) entonces debe garantizarse que los propietarios de esas empresas reciben una recompensa en forma de ganancia por haber arriesgado su dinero durante el primer momento económico: la producción. Así, los capitalistas individuales ponen su capital en juego, adquiriendo los recursos primarios (materias primas, maquinaria y trabajadores), e inician la producción con la esperanza de que al final de todo el proceso puedan vender la producción y obtener una ganancia.
Por consiguiente, el capitalismo es el responsable de la situación catastrófica del planeta, de su actual deterioramiento debido al continuo explotamiento sin ningún cuidado a favor del agua, del aire, de las plantas, de los animales e incluso del mismo hombre. Que el calentamiento global no es más que el obvio resultado de una incontrolada industrialización, desencadenante a su vez de un estilo de vida en donde solo importa competir. Que la ley de la oferta y la demanda inspiran ahora la existencia.
La mundialización capitalista se opone a un desarrollo armonioso. Los éxitos efímeros y locales llevados adelante por las instituciones internacionales no compensan la larga sucesión de crisis que ha venido golpeando desde hace 10 años a los países que se mostraban como los mejores alumnos, desde México a Argentina, pasando por Corea, Rusia y otros tantos paises. Detrás de esas crisis asistimos a un formidable asenso de las desigualdades al interior de esos países y entre los países puestos en competencia. Es el resultado directo de la mundialización capitalista que pone en competencia directa a los trabajadores del mundo entero.
Se han olvidado que el capitalismo es el causante del deterioro económico, político y social del de nuestro país como del mundo entero.
En pocas palabras el capitalismo no conoce de solidaridad, solo de "eficiencia", pero en la medida en que genere riqueza concentrada, desconoce principios fundamentales de humanismo, respeto, equidad y convivencia equilibrada con la naturaleza.
Lastimosamente, el Capitalismo, que una vez se ha puesto en marcha es imparable y cuya razón de ser es la acumulación, esto es, el crecimiento económico, y la ganancia que lo estimula, su afán de acumular es imparable. A parte de eso es una formidable barrera para hacer circular los derechos sociales, incluso en los países más avanzados. El argumento de la competitividad, el chantaje a las deslocalizaciones, la sumisión a las exigencias económicas insaciables, se traducen por todas partes por una regresión social que alcanza a las condiciones de trabajo, el estatus del asalariado, la protección social y las jubilaciones.
El capitalismo no es viable porque ella expresa en el fondo la reivindicación del capital a una libertad absoluta en detrimento de toda otra consideración y no es una abstracción. Todas las cumbres contra las cuales nosotros nos hemos movilizado, todas las instituciones contra las que nosotros combatimos –de la OMC a la Comisión Europea- no tienen finalmente más que un solo objetivo: levantar todas las barreras que impiden al capital circular libremente, invertirse allá donde quiera, retirarse cuando lo quieran. Todo lo que pueda oponerse a la libertad del capital es puesto fuera de la ley, declarado ineficaz y antieconómico. Ese el objeto de ley en el Capitalismo.
En efecto, como consecuencia de nuestro modelo de desarrollo económico y productivo así como de nuestro crecimiento demográfico, los recursos naturales, el aire que respiramos a diario, el agua que nos hidrata, la tierra que pisamos, los recursos marinos de nuestro medio están sufriendo un exceso de explotación y un grado de deterioro que exceden la capacidad de la propia Naturaleza para regenerarse. El petróleo, el carbón y el gas natural, pese a las limitaciones de sus yacimientos, continúan utilizándose de modo masivo y, por tanto, contaminando y deteriorando la atmósfera. Se extinguen especies zoológicas y se destruyen hábitats naturales, causando un daño irreparable a la biodiversidad de la Tierra, fruto de cientos de millones de años de evolución.
Nos peleamos por explotarlos cada vez más escasos caladeros de pesca de los océanos, que no pueden resistir el ritmo de nuestras capturas, al tiempo que los fondos marinos van acumulando de forma alarmante diminutos residuos de plástico, material del que sabemos que no se degrada biológicamente, pero que sí se deshace y fragmenta hasta niveles microscópicos, pasando a formar parte de la dieta de todos los organismos vivos del medio marino (y al final del propio ser humano). Los desperdicios, tanto orgánicos como inorgánicos que generamos representan una gravísima amenaza para el medio ambiente, pese a los loables e imprescindibles intentos que se llevan a cabo para reciclar y reutilizar los desechos (sobre todo en los países más desarrollados; no así en el resto del mundo). Nuestras emisiones de gases están alterando el clima del planeta, mediante un proceso que está fuera de toda duda entre los científicos, expertos y conocedores del problema.
Lamentablemente el Capitalismo es por naturaleza anti-social. En todas partes, a través del mundo, se instala lo que la Organización Internacional del Trabajo llama “la inseguridad económica”: la flexibilidad del trabajo, la precariedad, el desempleo, la baja de ingresos sociales se ajustan a la austeridad social para lanzar sobre los trabajadores el “riesgo” que los capitalistas se niegan a tomar a su cargo. Por primera vez en la historia del capitalismo, las perspectivas de los jóvenes están degradadas en relación a las de las generaciones precedentes. Los individuos no tienen más el comando de sus propios destinos y están sometidos a los caprichos de evoluciones económicas que ellos controlan.
El capital no reivindica más solamente el derecho de desplazarse libremente hacia las zonas y los sectores donde saca las ganancias elevadas. También desea tomar cuenta de sectores de la economía que había hasta un cierto punto escapado a su empresa. Los territorios que quiere conquistar no son geográficos: son los servicios públicos que quiere penetrar y “liberar” de la lógica de las necesidades sociales. La salud, la educación, la energía, los transportes, las telecomunicaciones, la cultural e incluso los organismos vivos, no tienen ninguna razón, a los ojos de los capitalistas, de escapárseles. Son para ellos otros campos de expansión posibles. Cada paso hecho en esta dirección profundiza automáticamente las desigualdades
Sé perfectamente que recordar todo esto resulta desagradable, por sus inevitables e inquietantes connotaciones catastróficas, pero no nos podemos permitir el lujo de obviarlo. La realidad del estado de la Naturaleza de nuestro planeta no es en modo alguno reconfortante, y tenemos la obligación de conocerla y asumirla, como paso previo a cualesquiera decisiones y actuaciones encaminadas a intentar su recuperación. Y hemos de ser conscientes de que la grave degradación medioambiental que estamos provocando tiene dos causas fundamentales:
1 – La enorme presión ejercida por la creciente superpoblación humana.
2 – El nivel de consumo, excesivo y desigual, derivado del estándar de vida de las poblaciones del mundo más desarrollado. Y es aquí precisamente donde el capitalismo actúa como una gran fuerza depredadora sobre los recursos naturales del planeta, a través del sistema económico inherente a él (incluido el consumismo) y basado en el crecimiento.
A continuación voy a plantear algunos argumentos del daño que ha hecho el capitalismo a nuestro sistema económico.
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