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Educaciòn En Chile


Enviado por   •  6 de Mayo de 2013  •  1.002 Palabras (5 Páginas)  •  299 Visitas

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La crisis de la educación chilena es un problema que hoy parece tomar mayor fuerza. Una crisis con demandas en las políticas educativas, en la asignación de recursos, en la igualdad y equidad, en la búsqueda de una educación de calidad.

Lograr una educación de calidad fue una de las principales tareas que se impuso como desafío el gobierno anterior de la presidenta Bachelet creando un Consejo Asesor Presidencial para la Calidad de la Educación. El día 7 de junio del 2006, la presidenta anunció la formación de dicho Consejo, el que fue integrado por 81 miembros de diferentes estamentos (profesionales de diversas áreas del conocimiento, rectores, docentes, co-docentes, representantes de etnias, estudiantes, padres, en definitiva una diversidad de actores sociales).

El informe había sido el documento más importante dentro del contexto de la educación en Chile en términos referenciales, con miras a una educación de calidad, sin embargo ahora, cinco años después, se ha sumado un nuevo Documento3presentado por el actual Presidente al movimiento estudiantil 20114.

Se sabe que, históricamente, los intentos de mejoras que se realizan a partir de los problemas sociales, surgen principalmente, a raíz de las demandas que se efectúan desde los movimientos ciudadanos, puesto que son ellos quienes conocen de manera profunda sus necesidades más próximas. Este mecanismo se ha replicado en la realidad educativa chilena, siendo necesario el surgimiento de los movimientos estudiantiles del 2006 y 2011, de manera que las respectivas autoridades comiencen a tomar en cuenta las demandas efectuadas.

Causa interés, entonces, que hayan sido necesarias las instancias de movilizaciones estudiantiles, para que los gobiernos de turno (2006 y 2011) respondieran a ambas manifestaciones de manera formal, es decir, a través de los documentos ya mencionados. No obstante, en el año 2006, no solamente se elabora el Informe citado, sino que a raíz de las demandas del movimiento “pingüino”, se crea el Consejo Asesor Presidencial para la Calidad de la Educación, hecho que cobra una gran relevancia, al menos para una revisión, replanteamiento y discusión sobre las formas en que se habían estado abordando las prácticas político gubernamentales en materia educativa.

Las temáticas del Consejo creado por la presidenta Bachelet, se encuentran consignadas en un Informe que contempla una gran cantidad de propuestas, demandas y acuerdos sobre los diferentes problemas que surgieron a raíz de la llamada “revolución pingüina”. Tras esta iniciativa creada durante el gobierno anterior que contempló, por cierto, acuerdos sobre la calidad de la educación chilena, hemos notado que ha habido una sobreexposición o inflación del concepto calidad, el que ha sido utilizado con mayor frecuencia a la vez que con propiedad.

Notamos como hoy este término se utiliza de manera indiscriminada, como si fuera un estandarte de lucha o la tabla de salvación frente al cúmulo de problemáticas que afectan a la educación chilena, hoy en una álgida crisis: el término ha sido utilizado tanto por los educadores, los educandos, los ciudadanos en general, como por quienes promueven una mejor educación desde los estamentos de poderes institucionales y también políticos.

La calidad ha sido un ítem dentro de los discursos políticos y gubernamentales que más énfasis ha recibido en los últimos cinco años, de modo que lo que ha quedado en el inconsciente colectivo es que una de las grandes aristas del problema de la educación chilena, se encuentra en la calidad de ésta.

La calidad y su conceptualización entonces no representan un problema inherente a la educación, sino uno que obedece al tipo de modelo económico que se ha adoptado. Pensemos que si se considerara que ésta es un derecho y no un bien de consumo, no habría calidad ni calidades posibles, sino solamente educación, en cuyo valor se debería hallar de manera sustancial la garantía de tal derecho y no sería necesario recurrir al aditamento “calidad”.

Sin embargo, dado a la ausencia de concebir a ésta como un derecho, se ha hecho necesario crear organismos que ejerzan la función de realizar controles sobre la calidad de la educación chilena.

En el mercado de la educación chilena ocurre una competencia desleal, desregulada, en que, frente al abanico de posibilidades de establecimientos educacionales, los ciudadanos pueden optar por establecimientos tan disímiles, tan diversos, donde la educación pública es una posibilidad más. Tras esta realidad, vemos que el Estado no se ha hecho cargo de los problemas de la educación, dado a la privatización de que ha sido objeto, en cuyo contexto pareciera ser que se regula así misma mediante las leyes del mercado, sin un aparato fiscalizador que emane del propio Estado y no de organismos con ideologías económicas y de mercado. Por lo que, en lugar de contar con un estado paternalista, preocupado por los problemas de desigualdad educativa, éste se evade de toda responsabilidad.

Por otro lado, los matices presentes en el término calidad, no pueden ser traspasados al ámbito educativo, pues si se considera que la educación es un derecho, los derechos en cuanto ejercicio de titularidad de una prerrogativa, no son graduables ni ponderados según calidad alguna, ninguna porción de ese derecho puede ser calificado como una porción de calidad, como más o menos calidad, porque con ello se diría que se tiene más o menos derecho, lo cual es un absurdo.

Si el término calidad, ya pertenece al modelo económico neoliberal o ha sido utilizado en este contexto, surge también la interrogante que permite el cuestionamiento de la asociación calidad –educación, y sobre lo mismo, plantear la posibilidad de una nueva conceptualización que sustituya el vocablo calidad y que permita de algún modo, reunir en otro concepto lo que llamamos hoy calidad, para lo cual quizás habría que crear un nuevo concepto que responda específicamente a las necesidades dentro del ámbito educativo. Consideramos entonces, que al desechar el término calidad de la educación, admitiríamos así que ésta es un derecho que no admite cualificaciones, puesto que entendemos que, o se educa a alguien o no se educa, si alguien se educa “mal” es porque no se está educando, tal vez se está impartiendo conocimientos, tal vez se está instruyendo, pero no educando.

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