El Diseño Urbano ha ganado su autonomía

El Diseño Urbano ha ganado su autonomía más que como una disciplina dedicada a la técnica (que también lo es), como un marco de pensamiento compartido por distintas disciplinas interesadas en la ciudad y en la mejora de la calidad de vida[1] en la ciudad. Arquitectos y urbanistas en un primer momento y paisajistas, artistas, sociólogos, economistas, políticos y un sinfín de profesionistas se han interesado en imprimir al Diseño Urbano uno de sus sellos más característicos, la interdisciplinariedad. Analizar la complejidad del hecho urbano desde un solo punto de vista (normalmente el arquitectónico) se ha vuelto no sólo difícil sino que en muchos casos obtuso y con pobres resultados de planeación. Por otro lado, el objeto arquitectónico es en muchos casos una pieza urbana que poco se relaciona con el espacio público, el que compartimos todos los urbanitas, y en el que vivimos todos los días. El Diseño urbano así se convierte en un eslabón entre La Planeación Urbana y la Arquitectura, centrando sus esfuerzos en la generación de espacio público adecuado y sustentable.

Al hablar de sustentabilidad, el diseñador urbano integra en el espacio público los puntos de vista social, económico y ambiental enfocándolo interdisciplinariamente. El urbanismo neoliberal nos sorprendió con su creatividad y su calidad formal, pero también con su elitismo y su exclusión, cada vez más desigual y menos democrática. El Espacio Público Sustentable comienza en la equidad social, por proporcionar espacios incluyentes donde múltiples usos y formas de entender el mundo puedan coexistir generando nuevos significados y cultura y que sean reflejo de la sociedad que queremos. Ésta sociedad de hoy que se fundó en una pugna feroz por el mayor desarrollo económico y cuya tecnología se generaba a espaldas del Medio Ambiente, va abriendo paso a una sociedad menos derrochadora, donde los recursos son utilizados con inteligencia. El uso eficiente de la energía así como la generación limpia de la misma permite nuevos horizontes económicos de desarrollo pero a la vez mayores accesos a la energía, quizá una democratización de la energía? El espacio público, desde su conceptualización a su implementación técnica debe hacerse eco de ésta utilización inteligente de recursos. Un buen diseño como arma pasiva y altamente costo-eficiente se impone antes que las medidas meramente tecnológicas aunque éstas no sean descartables. Lo económico interactúa con lo social y también con lo ambiental. La preservación de ecosistemas naturales y el respeto a fauna y flora locales son elementos fundamentales del Diseño Urbano que permiten generar espacios públicos sanos y ecológicos.

El espacio público es ante todo un lugar de encuentros y de intercambios, de aprendizaje y de civilidad, el Diseño Urbano, como generador de éste espacio público tiene la obligación de potenciarlo implementando en él todos los elementos que incurran en desarrollar una sociedad más sustentable.

[1] Si entendemos la Calidad de Vida como la suma de la salud individual (salud física, desarrollo personal etc.), salud espiritual (seguridad etc.) y salud social y no necesariamente medible con el P.I.B. (Producto interno Bruto) o el I.D.H. (Índice de Desarrollo Humano), podemos ver un deterioro de la misma al empeorar las condiciones ambientales del Planeta. De ésta forma la Calidad Ambiental pasa a formar parte fundamental de la búsqueda de un futuro común mejor, un futuro sustentable.

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