El Llano En Llama
yees3 de Septiembre de 2013
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Introducción
El llano en llamas como reflejo de la violencia en la literatura
Violencia familiar
Manifestaciones de la violencia
Causas de la violencia
Consecuencias de la violencia
Bibliografía
Conclusión
Introducción
En muchos aspectos, la literatura del siglo XX se definía por el reflejo de la violencia imperante de la sociedad moderna de la destrucción de la guerra a gran escala de los crímenes individuales de asesinato, la violación y el abuso. Los críticos de la literatura moderna en general han atribuido esta tendencia tanto a la apelación sensacional de la conducta violenta y su potencial para impactar a los lectores agitando sus creencias. Otros han enfatizado la importancia histórica de la violencia en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, durante la cual los poetas y los novelistas expresaron las inquietudes de un mundo que parecía incapaz de paz a largo plazo, y en el que la agresión humana amenazó con llevar a la destrucción global.
A finales del siglo XX, las imágenes de la violencia en todas las formas de los medios de comunicación se habían vuelto tan comunes que el potencial destructivo de la raza humana parecía un hecho, por lo que las soluciones morales al problema no parece probable en el mejor. Por lo tanto, la violencia se había convertido en un tema que la mayoría de los escritores modernos que deseaban transmitir el paisaje histórico, psicológico y artístico del mundo moderno no puede dejar de enfrentar.
Por una serie de poetas del siglo XX, la violencia era una realidad ineludible que cubría su trabajo.
En general, los críticos reconocen que el poeta de la posguerra tiene una cierta obligación de estudiar la naturaleza de la violencia con el fin de que pueda ser entendido y evitar en el futuro.
Para poder dar más luz sobre esta cuestión y ejemplificar como en la literatura se habla sobre la violencia, escogí entre otras obras EL LLANO EN LLAMAS de Juan Rulfo.
Convertido en caminante por su trabajo, Rulfo refuerza su visión de la criatura literaria como un peregrino perpetuo, un Caín condenado a buscar sitios y personas ya inaccesibles. Ésa es justamente una de las estructuras básicas de El Llano en llamas, el volumen de cuentos que cimentará el prestigio del jalisciense como uno de los más altos narradores breves de la lengua española: el personaje que huye, el hombre que acecha, el ejército que avanza o retrocede, las mujeres que van en procesión, el penitente agonizante que busca alivio entre el polvo de las peregrinaciones. Tal motivo obedece también a las condiciones geográficas de Rulfiana: los pueblos, las haciendas, las rancherías son apenas mojones en una multitud de cruces de caminos.
El Llano en llamas concentra los temas del escritor: la Revolución mexicana, la lucha por la tierra, la seguridad social, la marginación geográfica y económica, la diáspora interior, la violencia en todos sus matices, la venganza, el erotismo inconsciente, la religiosidad como el intento de una fuga desesperada, la guerra cristera, el fracaso de los planes educativos, las tensiones provocadas por la esperanza que se deposita en Estados Unidos como tierra de promisión —como alternativa ante el abandono que sufren quienes fueron el brazo armado de la Revolución- y la demagogia de la clase política ante las catástrofes del campo mexicano. En definitiva, todos estos temas que antes menciono terminan derivando en un hecho de violencia de algún tipo.
El llano en llamas como reflejo de la violencia en la literatura
Para profundizar en este tema tomaremos como base al significado mismo de la palabra violencia, contemplando sus características más importantes, sus causas, los tipos de violencia existentes, entre otros.
La violencia es el tipo de interacción humana que se manifiesta en aquellas conductas o situaciones que, de forma deliberada, provocan, o amenazan con hacerlo, un daño o sometimiento grave (físico, sexual o psicológico) a un individuo o una colectividad; o los afectan de tal manera que limitan sus potencialidades presentes o futuras.
Se trata de un concepto complejo que admite diversas matizaciones dependiendo del punto de vista desde el que se considere; en este sentido, su aplicación a la realidad depende en ocasiones de apreciaciones subjetivas. En ese sentido de la subjetividad en El Llano en Llamas podemos notar como Rulfo pone un tono relativo en el siguiente párrafo del cuento Es que somos muy pobres:
"…..La única esperanza que nos queda es que el becerro esté todavía vivo. Ojalá no se le haya ocurrido pasar el río detrás de su madre. Porque si así fue, mi hermana Tacha esta tantito así de retirado de hacerse piruja. Y mamá no quiere.
Mi mamá no sabe por qué Dios la ha castigado tanto al darle unas hijas de ese modo, cuando en su familia, desde su abuela para acá, nunca ha habido gente mala. Todos fueron criados en el temor de Dios y eran muy obedientes y no le cometían irreverencias a nadie…….."
"…..Pero mi papá alega que aquello ya no tiene remedio. La peligrosa es la que queda aquí, la Tacha, que va como palo de ocote crece y crece y que ya tiene unos comienzos de senos que prometen ser como los de sus hermanas: puntiagudos y altos y medio alborotados para llamar la atención.
-Sí –dice-, le llenará los ojos a cualquiera donde quiera que la vean. Y acabará mal; como que estoy viendo que acabará mal.
Esa es la mortificación de mi papá…."
El elemento esencial en la violencia es el daño, tanto físico como psicológico. Este puede manifestarse de múltiples maneras (por ejemplo, los estímulos nocivos de los que depende) y asociado, igualmente, a variadas formas de destrucción: lesiones físicas, humillaciones, amenazas, rechazo, etc.
En el cuento Macario de ésta obra advertimos claramente como el autor nos indica ambos daños que en los siguientes párrafos, se destacan:
a- Daños psicológicos:
"…….Felipa antes iba todas las noches al cuarto donde yo duermo, y se arrimaba conmigo, acostándose encima de mi o echándose a un ladito. Lego se las ajuareaba para que yo pudiera chupar de aquella leche dulce y caliente que se dejaba a venir en chorros por la lengua……."
"…….Luego me gusta darme mis buenos sustos con eso de que me voy a ir al infierno cualquier día de éstos, por tener la cabeza tan dura y por gustarme dar de cabezazos contra lo primero que encuentro. Pero viene Felipa y me espanta mis miedos. Me hace cosquillas con sus manos como ella sabe hacerlo y me ataja el miedo ese que tengo de morirme. Y por un ratito hasta se me olvida …. Felipa dice, cuando tiene ganas de estar conmigo , que ella le cuenta al Señor todos mis pecados. Que iré al cielo muy pronto y platicará con Él pidiéndole que me perdone toda la mucha maldad que me llena el cuerpo de arriba abajo. Ella le dirá que me perdone para que yo no me preocupe más. Por eso se confiesa todos los días……"
b- Daños físicos:
"….Dicen en la calle que yo estoy loco porque jamás se me acaba el hambre. Mi madrina ha oído que eso dicen. Yo no lo he oído. Mi madrina no me deja salir solo a la calle. Cuando me saca a dar la vuelta es para llevarme a la iglesia a oir misa. Allí me acomoda cerquita de ella y me amarra las manos con las barbas de su rebozo. Yo no sé porque me amarra mis manos; pero dice que porque dizque luego hago locuras. Un día inventaron que yo andaba ahorcando a alguien que le apreté el pescuezo a una señora nada más por nomás. Yo no me acuerdo……." "…..Cuando me llama a comer, es para darme mi parte de comida, y no como otra gente que me invitaba a comer con ellos y luego que me les acercaba me apedreaban hasta hacerme correr sin comida ni nada…."
Es destacable también el daño (en forma de desconfianza o miedo) sobre el que se construyen las relaciones interpersonales, pues está en el origen de los problemas en las relaciones grupales, bajo formas como la polarización, el resentimiento, el odio, etc., que, a su vez, perjudica las redes sociales y de comunidad.
En el cuento Cuesta de las comadres la desconfianza se identifica en el siguiente párrafo:
"……….Entonces vi que se iba entristeciendo la mirada como si comenzara a sentirse enfermo. Hacía mucho que no me tocaba ver una mirada así de triste y me entro la lástima. Por eso aproveché para sacarle la aguja de arriba del ombligo y metérsela más arribita, allí donde pensé que tendría el corazón. Y sí, allí lo tenía, porque nomás dio dos o tres respingos como un pollo descabezado y luego se quedó quieto.
Ya debía haber estado muerto cuando el dije: Mirá, Remigio, me has de dispensar, pero yo no maté a Odilón. Fueron los Alcaraces. Yo andaba por allí cuando él se murió, pero me acuerdo bien de que yo no lo maté…….."
"…..y de pronto se le echaron encima. Sacaron sus cuchillos y se le apeñuscaron y lo aporrearon hasta no dejar de Odilón cosa que sirviera .De eso murió…."
"Como ves, no fui yo el que lo mató. Quisiera que te dieras cabal cuenta de que yo no me entrometí para nada".
"Eso le dije al difunto Remigio……."
El miedo, en cambio, podemos apreciarlo en el cuento ¡Diles que no me maten!:
"-¡Diles que no me maten, Justino!, Anda vete a decirles eso. Que por caridad. Así diles. Diles que lo hagan por caridad.
No puedo. Hay allí un sargento que no quiere oir hablar nada de ti.
Haz que te oiga. Date tus mañas y dile que para sustos ya ha estado bueno. Dile que lo haga por caridad de Dios.
No
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