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El Preso, Víctima o Victimario?

Dante2019Trabajo21 de Abril de 2019

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EL PRESO, VÍCTIMA O VICTIMARIO?

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Juan Camilo Beltrán Zamora

Estudiante de la Facultad de Derecho

Universidad Santo Tomás

2013

SUMARIO:

  1. Introducción.
  2. Breve Historia del Régimen Penitenciario a Nivel Mundial y en Colombia.
  3. Situaciones Problemáticas del Preso.
  4. Conclusiones.
  5. Bibliografía.

  1. INTRODUCCIÓN:

Para iniciar hay que poner sobre la mesa una serie de problemáticas que desde hace ya bastante tiempo ha venido rondando en los centros de reclusión penitenciaria en Colombia para así, poder desarrollar cada una de esas problemáticas y de esa forma saber frente a qué nos estamos enfrentando y no solo esto sino que también poder entender la magnitud del problema que se tiene en frente y que se nos está resbalando de las manos a tal punto que no vamos a tener ninguna medida para poder darle algún tipo de solución.

En Colombia los centros de reclusión están caracterizados por una serie de situaciones referenciadas a temas de espacio, de personal, de infraestructura, lo que claramente conduce a que los presos no se encuentren en un estado de dignidad tal que les pueda garantizar una verdadera resocialización que es uno de los fines que buscan los centros penitenciarios con la privación de la libertad de alguien que haya cometido un acto que encuadre dentro de la tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad.

Y es que es indispensable que en verdad exista una resocialización del preso ya que con esta se busca que pueda nuevamente “encajar” dentro de la sociedad para que pueda hacer algo verdaderamente bueno con su vida, es por lo cual que es indispensable que exista una resocialización aunque para algunos pareciese que no debería ser así, teniendo como forma de pensar que cómo es posible que se le deban o que se le brinden unas garantías al preso en virtud de los actos atroces que cometió, pero lo que es cierto es que es deber el garantizarles un estado digno a los reclusos ya que es en razón a esto que como se dijo, va a volver a servirle a la sociedad, pero esta no es la principal razón sino que aunado a esto Colombia en la Constitución de 1991 establece en el artículo 1 que “se encuentra fundada en el respeto de la dignidad humana, el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran[1], es por lo cual se debe garantizar la dignidad humana de los reclusos dentro de las cárceles ya que también son personas y por tal tienen dignidad.

Es en virtud a esto que este ensayo busca el desarrollo de esas situaciones problemáticas que se dan dentro de las cárceles par luego mirar si el preso a pesar de los actos que cometió y por los cuales se encuentra allí dentro del centro de reclusión, es víctima en razón al trato otorgado allí dentro de la cárcel o victimario en razón efectiva a encontrarse allí por lo que cometió pero otorgándosele un trato humano, debido para que regrese a servir a la sociedad.

  1. BREVE HISTORIA DEL RÉGIMEN PENITENCIARIO A NIVEL MUNDIAL Y EN COLOMBIA:

Para dar inicio primero hay que establecer que el origen de las penas y derecho de castigar, para lo cual hay que decir que desde que se empezó a dar la multiplicación del género humano, fue la necesidad de éstos lo que reunió a los primeros salvajes así, esas primeras uniones formaron necesariamente otras para resistir a las primeras; y de este modo el estado de guerra se transportó desde el individuo a las naciones. De tal manera las leyes son las condiciones mediante las cuales los hombres independientes y aislados, se unieron en sociedad cansados de vivir en un continuo estado de guerra, así como de gozar una libertad inútil por la incertidumbre de conservarla; por eso, debieron sacrificar una parte de su libertad para disfrutar del resto, seguros y tranquilos.

La suma de todas estas porciones de libertad sacrificadas al bien de todos, es lo que forma la soberanía de una nación, siendo el soberano su legítimo depositario y administrador. Pero no bastaba formar este depósito; era preciso defenderle de las usurpaciones de cada hombre en particular, pues el hombre trata siempre de substraer del depósito, no sólo su porción propia, sino que además procura usurpar las porciones de los demás. Para evitar dichas usurpaciones se requerían motivos sensibles que fuesen bastantes para contener el ánimo despótico de cada hombre, cuando quisiese sumergir las leyes de la sociedad en su caos antiguo.

De modo que fue la necesidad la que la que obligó a los hombres a ceder parte de su libertad y, por tanto es cosa cierta que ninguno de nosotros desea colocar en el depósito público más que la mínima porción posible, tan solo aquélla que baste a inducir a los otros a defender el depósito mismo. El conjunto de estas mínimas porciones posibles, forma el derecho de penar, todo lo demás es abuso, y no justicia; es un hecho, y ya no derecho. Las penas que superan la necesidad de conservar el depósito de la salud pública son justas por naturaleza; y las penas son tanto más justas cuanto más sagrada e inviolable es la seguridad y mayor la libertad que el soberano conserva a los súbditos. (Marqués de Beccaria, 2004).

Ya en Colombia se inició el régimen penitenciario con el decreto dictado el 14 de marzo de 1828, después de declarada la Independencia, pero es de tener claro que antes de la Independencia en nuestro sistema penitenciario predominó el criterio contenido en el aforismo de Ulpiano, casi traducido literalmente en la legislación de indias, en el libro VII, ley I, título VI y VII que establecía que las cárceles se debían hacer para custodia y guardia de los delincuentes y otros que debieran estar presos, es decir, que no tenían carácter penológico sino de detención preventiva perteneciendo por su régimen, más al procedimiento penal. (Rodríguez Pineda, 1998).

  1. SITUACIONES PROBLEMÁTICAS DEL PRESO:

Habiendo ya establecido un poco acerca del origen el sistema carcelario, es necesario ya establecer cuál es la suerte del preso ya que si estamos hablando de un tarto digno del encarcelado, éste debe ser entendido en todas sus formas, no solamente intra muros, sino que además es de tener en cuenta la situación que rodea al preso teniendo en cuenta no sólo por lo que tiene que pasar éste sino por lo que a causa de esto éste preso tiene que padecer en virtud a quedar su entorno familiar en un estado de abandono y sufrimiento por estas causas.

Por tanto para establecer esta situación que mejor que con una entrevista de versiones recibidas de procesados privados de la libertad hace más de diez años:

Alejandro Toro: “Entré a la cárcel cuando tenía 27 años por un delito que no cometí, parece ser que me confundieron con otro parecido a mí, por la época en que fui capturado, vivía con mi mujer y teníamos cuatro hijos todavía pequeños, tres varones y una mujercita que era la menor la cual padecía de asma, yo era el que trabajaba para sostener la familia, yo había cursado hasta cuarto de bachillerato y me defendía trabajando en una fábrica, pedí el empleo y fui encarcelado. Mi familia quedó en el más completo desamparo por cuanto vivíamos totalmente alejados de nuestras familias y como yo era el que pagaba el arriendo, mi esposa fue lanzada por la ley por no pagar los arrendamientos ya que debíamos ocho meses, puesto que ella, la mujer, no estaba preparada para desempeñar algún cargo de consideración al no ser el de servicio doméstico pero no la empleaban por tener tantas obligaciones, ella al principio me visitaba en la cárcel los domingos pero después no conseguía para el transporte y mis hijos constantemente preguntaban por qué estaba preso, como mi mujer no poseía dinero para el estudio y manutención de los hijos tuvo que salir a pedir limosna porque fueron vendidos todos los objetos que teníamos, televisor y la grabadora, etc, para pagar la comida los primeros meses y dos meses de arriendo, cuando todo esto se terminó mi mujer no pudo volver a visitarme con la misma frecuencia y lo hacía cada mes, pero a medida que iba transcurriendo el tiempo ella se demacraba, mal vestida y sin ánimos de querer comentar con qué se estaba sosteniendo y cómo pagaba las medicinas de la niña cuando le venían los ahogos de asma, sorpresivamente tuve la noticia de que ella enfermó aunque no grave pero sí que estaba en un hospital de caridad sin que pudiera hacer ni lo más mínimo para poder auxiliar en alguna forma, ella con el tiempo se recuperó y los vecinos colaboraban con la sopa que regalaban a mis hijos y a mi mujer, como estuve varios años encerrado, mi familia o sea mis hijos crecieron un poco y comenzaron dos de ellos a trabajar de doce y trece años. Como si esto fuera poco he tenido que ver desde la cárcel cómo allí se vivía en compañía de ratas, frío, sin vestido; con acechos homosexuales, práctica que jamás acepté porque hasta la misma naturaleza se me durmió de desespero y amargura de ver tanta infamia, tanta falla de la justicia, tantos verdaderos delincuentes; las mañas que allí se adquieren cada día andando por los patios para allá y para acá miles de veces, observando cómo en estas prisiones también existen leyes entre los cautivos: se disputan las ropas, las celdas se negocian con los objetos personales, me sentía que no servía para nada ni ante mi familia ni ante la comunidad, hubo un momento en que escribí un papel a un amigo diciéndole que me iba a suicidar, a veces pensaba en Dios y no podía creer en tanto abandono, hasta que decidí que mi destino estaba allí y que ese era mi fin y siempre estaba pendiente de la audiencia cuándo se haría, porque como no tenía dinero para pagar un abogado mi aso era cada vez aplazado y en varias ocasiones se hizo la audiencia sintiendo un latigazo cada vez que ello sucedía, y una desesperación que mata a cualquiera por tanta espera, sin embargo la única esperanza que tenía era la de rezar, una vez soñé que me decían pronto saldrás hijo mío, y fue así como un día después de la audiencia recibí la noticia de que había sido absuelto, salí desorientado no sabía a dónde se había trasladado mi familia porque últimamente no regresaban a la cárcel, hacía más de año y medio no sabía a donde llegar hasta que hice averiguaciones, la gente me miraba como un delincuente, no tenía como emplearme, qué hacer, en la cárcel no aprendí ningún arte, no poseía un peso y al cabo de ambular vine a saber que mis familiares se marcharon para un pueblo del Tolima y así pude llegar a donde ellos a decirles que la justicia me había dado libertad porque no encontró prueba para condenarme ya que había sido confundido y privado de la libertad en épocas y años pasados, mi familia ya no era la misma, mis hijos mayores tenían vicios y mi hija continuaba enferma mi mujer acabada y enferma, pasaron meses y meses para conseguir trabajo hasta el punto de emplearme como jornalero, mis hijos sin estudio y sin ninguna esperanza, yo me pregunté y me pregunto por qué tanta amargura, por qué tanta injusticia, para un preso culpable o no por qué tanto desprecio y por qué esa forma de prisión”. (Rodríguez Pineda, 1998). (la negrilla y el subrayado no es del original).

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