El problema de la desertificación de las tierras

Introducción

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la gran amenaza del siglo XXI es la globalización a gran escala y su amenaza a la vida humana y su impacto en el cambio climático, su impacto en la capa de ozono, los cambios en los ecosistemas debido a la perdida de la biodiversidad, los cambios en los sistemas hidrológicos y sobre el suministro de agua potable, la degradación de la tierra, la urbanización y los sistemas de producción de alimentos.

Desarrollo

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la desertificación amenaza a la cuarta parte del planeta, afecta directamente a más de 250 millones de personas y pone en peligro los medios de vida de más de 1 000 millones de habitantes de más de 100 países al reducir la productividad de las tierras destinadas a la agricultura y la ganadería. Estas personas incluyen muchas de los países más pobres, los más marginados y los ciudadanos políticamente más débiles. Aunque la desertificación puede ser provocada por las sequías, en general su causa principal es la actividad humana: el cultivo y el pastoreo excesivo, la deforestación y la falta de riego. Por otro lado el Banco Mundial proyecta que en 2030 Crecimiento total de la población de más de 9 mil millones de personas las cuales el 85% vivirá en los países en desarrollo y con una concentración en las ciudades (el 75 % de la población total vivirá en ciudades).

El mundo que hoy conocemos en 50 o menos años ya no será el mismo. No nos engañemos, 50 o 100 años no es nada en la vida de la tierra. Hoy día somos cada vez mas consientes de la degradación del medio ambiente y del calentamiento global. Hablamos de contaminación, de recursos sustentables, de energías renovables y de otras tecnologías con la esperanza que estas revierta lo que de alguna manera hemos producido.

Sin embargo en toda esta discusión algo que siempre ha estado allí nunca ha sido tomado en cuenta con la debida atención. A que me refiero. Nada más ni nada menos al hombre. Si a nosotros, los seres humanos.

Desde que asumimos que el mundo y todo lo que hay en el mundo, las montañas, los océanos, los arboles, los otros animales, fue puesto a nuestro servicio, hemos iniciado una carrera de destrucción del medio ambiente de una manera sínica y perversa. Estamos destruyendo todo lo que hay a nuestro alrededor, todo lo hemos puesto a nuestro servicio, bajo el absurdo del principio de la superioridad de nuestra raza.

Hemos destruidos y erradicado de la faz de la tierra especies, destruidos millones de hectáreas de bosques para cultivar alimento para animales que después nos alimentan. Millones de hectáreas cultivadas para producir bio combustible, contaminamos mares y ríos, penetramos en lo más profundo de la tierra para extraer petróleo y con ello contaminamos el aire, inventamos maquinas para facilitarnos la vida, y con ello contaminamos nuestro ambiente y nos envenenamos.

Nos creemos dioses y engendramos especies nuevas. Comemos cada vez más productos artificiales, con colorantes y persevantes, lo natural ya es un producto exótico. Producimos cada vez más productos tecnológicos desechables, y a un ritmo cada vez más acelerado.

Guiados por la publicidad, estamos en una carrera por tener el último modelo de un aparato que de tenerlos eres considerado in, cool, bien… de no tenerlos no hace parte de ese selecto grupo. Nos vestimos iguales para sentirnos diferentes, pero si nos diferenciamos nos sentimos desechados. Hemos erigido como símbolo del dinero la posesión material como nuestra guía y meta.

Podría extenderme mucho más, pero simplemente hice esta breve mención para recordar que de todo lo que hoy nos lamentamos los únicos y solamente los únicos responsable somos nosotros.

La

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