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El Problema De La Tierra En La Actualidad


Enviado por   •  8 de Junio de 2015  •  1.447 Palabras (6 Páginas)  •  368 Visitas

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EL PROBLEMA DEL REPARTO DE LA TIERRA

El reparto de la tierra en México es, más allá de un tema político, es una problemática que tiene repercusiones en el ámbito económico y social.

Al concluir la lucha por la Independencia el problema agrario se agudizó. La mayor parte de la tierra pasó a manos de los hacendados. Los hacendados utilizaban a muchos peones, para cultivar la tierra, los explotaban haciéndolos trabajar largas jornadas sin introducir nuevas técnicas de trabajo para mejorar la producción.

Los religiosos tenían en su poder gran parte de la tierra. En 1856 el gobierno mexicano ordenó, por medio de la aplicación de la ley Lerdo, que las propiedades de tierra perteneciente a la iglesia se vendieran a las personas que las trabajaban, y que las tierras sin producir fueran entregadas mediante pago a quienes pudieran hacerlas producir.

En la época porfirista la aplicación de esta Ley tuvo como consecuencia el acaparamiento de tierras por algunos particulares. La propiedad de la tierra se concentró en muy pocas personas. Hubo propiedades más extensas que el actual estado de Tlaxcala.

Como resultado de la situación en que se encontraban los habitantes del campo en los años previos a la Revolución, los campesinos se incorporaron al movimiento para exigir mejores condiciones de vida. Entre sus peticiones estaba la restitución de la tierra que había sido suya. Los campesinos mexicanos lucharon en la revolución para exigir el derecho a la tierra. Por eso cuando el pueblo triunfó se planteó la necesidad de hacer nuevas leyes que garantizaran esos derechos.

Consideraron muy importante el Plan de Ayala de los zapatistas, que planteaba la creación y reparto de ejidos. También aprovecharon las ideas de la ley del 6 de enero de 1915 que proponía además de la restitución de tierras a los campesinos que las habían perdido y la dotación a quienes carecían de ellas. Finalmente quedó definida legalmente la tenencia de la tierra en el artículo 27 de la Constitución Política.

Los años que van de 1920 a 1934 se caracterizaron por la hegemonía que lograron imponer los sonorenses Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles al resto de los generales revolucionarios. Como presidentes de la República, ambos se caracterizaron por considerar al ejido como una forma transitoria que deberían culminar en la formación y consolidación de una pequeña propiedad. Calles incluso afirmó que el trabajo colectivo en el ejido podría resultar contraproducente: “Los ejidos, como propiedad comunal de los pueblos, signfican (…) el primer paso hacia la pequeña propiedad rural (…) El trabajo en común de los ejidos no creo que pueda originar grandes estímulos, ni producir frecuentemente más que desavenencias entre los vecinos; es, como dejo dicho, en mi concepto, una forma transitoria para preparar el advenimiento de la pequeña propiedad”

A partir del gobierno de Manuel Ávila Camacho y hasta 1964, el reparto de tierras para la constitución de ejidos se aplicó con menor intensidad. En su lugar se optó por impulsar y otorgar mayores garantías al desarrollo de la pequeña propiedad, durante algunos años se empleó la modalidad de la colonización para la creación de nuevos centros agrícolas.

Ante lo polarizado de la estructura agraria, el Estado respondió con un nuevo e intenso reparto en el sexenio 1964-1970. Desde su toma de posesión como Presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz señaló la necesidad de continuar con el reparto agrario y al mismo tiempo equipar a la economía campesina:”… aceleraremos el reparto de tierras hasta agotar las disponibles; las simulaciones, ocultamientos y cualesquiera otras formas de burlar la ley irán desapareciendo, porque al margen o en contra de las leyes se puede vivir por un periodo más o menos corto, pero no indefinidamente…Como complemento tenemos que afrontar la urgencia de dar ocupación a las gentes que, proviniendo del campo, no puedan tener ya acomodo decorosamente remunerable en él. No engañaremos a los campesinos. A quienes sea imposible dotarlos de tierras, habremos de decírselos claramente y a la mayor brevedad…No basta el reparto de tierras para resolver el problema agrario; sabemos lo exiguo de los implementos de la mayor parte de nuestros ejidos, necesitamos no sólo crédito para las siembras, sino también para formar, aunque sea gradualmente, el equipo indispensable para obtener mejores rendimientos… La reforma agraria está en marcha y seguirá adelante hasta llegar a ser integral”.

Al final del sexenio, Díaz Ordaz había entregado una cantidad de tierras solamente equiparable a las repartidas durante la gestión del presidente Cárdenas. Asimismo, continuando con una tendencia iniciada en el sexenio anterior, su gobierno se negó a otorgar prórrogas a las concesiones de inaceptabilidad ganadera vencidas y rechazó la aprobación e las nuevas concesiones.

La situación en el

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