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El tema de los afectos


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2012  •  Monografías  •  4.095 Palabras (17 Páginas)  •  357 Visitas

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El Amor - Ensayo

El tema de los afectos es una cuestión esencial en el hombre. Tan esencial que creo que es por eso que nos cuesta tanto llegar a la "médula". Es un tema que camina al borde de lo psicológico y de lo antropológico. En este último caso es como lo intento encarar. Trataré de ser lo más preciso y específico posible dentro de mis limitaciones y mi poco conocimiento. Con esta humilde investigación, pobre seguramente, quisiera ponerle nombres a algunas realidades que nos tocan vivir, estoy seguro que a todos, en este campo afectivo.

Somos seres incompletos, necesitados de los demás, de su reconocimiento, de su cariño, de su amor y de su manifestación en los afectos. Necesitamos una sonrisa, un gesto cariñoso, un abrazo para poder seguir. Un abrazo nos puede descontracturar más que una sesión de kinesiología, nos puede consolar más que mil palabras. Y, sin embargo, nos ponemos centenares de limitaciones. Estas limitaciones pueden ser prejuicios, cuestiones culturales y hasta alguna traba psicológica.

Estas cosas nos hacen que seamos afectivamente inmaduros, nos dejan incompletos, nos hacen sufrir nuestra soledad. Alcanzar la madurez afectiva es tarea de todos los días.

Para abordar un tema me parece necesario recurrir a su definición, a los conceptos que se tienen en algunos campos para dicho tema.

El hilo primordial de la investigación será el afecto.

Puede equivaler a sentimiento, afección, estado de ánimo, comprendiendo los diversos elementos de la afecitividad. Se entiende frecuentemente en el sentido de estado de emoción, sentimiento intenso y relativamente corto; en sentido amplio, es afecto todo proceso afectivo. También destaca las expresiones afectivas como movimientos y actos de causa afectiva y que tienen relación con los reflejos.

Me parece destacar la concepción del hombre como unidad substancial y referir esto a que cuando sentimos no es una parte de nosotros la que siente, sino la integridad de nuestro ser. Lo que sentimos en nuestro interior, también lo siente y lo manifiesta nuestro cuerpo. Por este lado vamos a encauzar el tema de los afectos.

Edith Stein (Psicóloga de la universidad de Chile), explicando los fenómenos ejemplifica que "el sentimiento requiere según su esencia una expresión.(...) Entre el sentimiento y la expresión existe una dependencia de esencia y de sentido, no de causa." Este sentimiento y esa expresión están inexorablemente unidos. Si bien uno es la manifestación del otro, el uno sin el otro es como que pierde bastante su sentido. Si tengo un sentimiento, de alguna manera lo manifiesto y, si expreso algo, es porque algo siento.

Dentro de los afectos, también hay varios niveles.

El amor lo tenemos como en un primer nivel, como algo inmediato, como un "apetito primario". También el deseo y el placer o gozo, aversión y dolor o tristeza.

En un segundo nivel, como "apetito mediato", como consecuencia del bien o evitación del mal tenemos la esperanza y la desesperación, el temor, audacia y la ira. Muchos afectos aunque están encuadrados en una clasificación, no por eso quedan excluidos de otros, pues se prolongan en estratos más profundos y se integran a la vez con otros.

Ahora bien, recién hablábamos del afecto como una necesidad natural, necesidad del otro, de la relación interpersonal con el otro, el amor del otro, el reconocimiento, etc.. Es propio del hombre la relación interpersonal. No fuimos creados ni para ser ni para estar solos. Nadie crece ni se forma solo.

Aquí me gustaría poner como en un acertado paréntesis un pensamiento de San Agustín que dice agudamente: "Mi amor es mi peso; por él soy llevado a dondequiera que soy llevado". La imagen del peso viene en San Agustín de su idea del "lugar" natural de cada cosa y del ideal del "reposo": "nuestro descanso es nuestro lugar"; y esto lleva a pensar en el peso del cuerpo; pero inmediatamente supera esa interpretacióninercial: "el cuerpo por su peso tiende a su lugar; pero el peso no es sólo hacia abajo, sino hacia su lugar".

Así podemos afirmar que el otro (el tú) viene a ser como un "constitutivo formal" del propio yo. No es que no exista un yo sin un tú: es que el tú mismo viene a formar parte esencial del propio yo. No basta que el otro sea un ser real: es además factor esencial de mi yo.

La unicidad de la persona no se revela mas que en la comunión interpersonal. La persona es por excelencia el ser de la palabra y del amor.

La persona manifiesta además un "carácter sagrado" o "metafísico". La unicidad no queda constituida por el encuentro de personas, sino que en cada encuentro o comunión se manifiesta y se impone como una realidad que finalmente no procede ni de mí ni de ti; una realidad que es anterior a mí y a ti, y que precisamente es la que hace posible el encuentro y la comunión interpersonal. En este sentido la realidad de la persona es la realidad trascendente, la realidad metafísica por excelencia.

Aunque las relaciones interpersonales se ofusquen por conflictos y contrastes (como por ejemplo la injusticia, la muerte...) el hombre es constitutivamente un ser con los demás, orientado a los demás; y realiza su existencia gracias a los demás y juntamente con los demás.

Esta realidad interpersonal no está separada del Dios creador que da el ser al hombre. Por eso el encuentro con el tú es también el camino hacia Dios. La relación interpersonal está ligada a la relación con el tú absoluto.

Creo que queda claro el tema de la necesidad de los demás. También quiero destacar aquí la necesidad de ese reconocimiento, de las manifestaciones afectivas. Necesitamos "sentir" que el otro nos ama y también necesitamos manifestarle al otro que lo amamos. Esto lo manifestamos con nuestro cuerpo. El cuerpo es el campo expresivo del hombre donde realiza su existencia. En todo sentido. Y en el hecho de ser para los demás el cuerpo adquiere otro significado, como presencia en el mundo, como origen de la instrumentalidad y de la cultura y en este caso que nos interesa a nosotros, como comunicación con el otro y reconocimiento del otro.

El lenguaje táctil es otra forma de lenguaje corpóreo que se da específicamente en el afecto y en las expresiones corpóreas de afecto. Continúa Gevaert: "El abrazo, la caricia, la ternura, el cachete, etc., son un lenguaje cuya importancia resulta muchas veces decisiva, no sólo durante los primerísimos años de la infancia, sino incluso en la vida del hombre adulto, en lo que respecta al equilibrio humano y

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