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Embarazo en Adolescentes.


Enviado por   •  6 de Febrero de 2017  •  Documentos de Investigación  •  2.178 Palabras (9 Páginas)  •  236 Visitas

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Embarazo en Adolescentes

Durante siglos, casarse y tener hijos a los 14 o 16 años era en realidad algo muy común. Igual hecho tiene hoy un significado diferente: Evoca una anomalía social y numerosos riesgos. A pesar de los riesgos a los que se exponen estas jóvenes al quedar embarazadas, se sigue observando un alto número de adolescentes que ingresan a diferentes instituciones de salud para la atención del parto y sus complicaciones, y no solo es en nuestro país, sino en el mundo entero.

A continuación daremos a conocer algunos estudios que se han realizado en diferentes países concernientes al problema que nosotros tratamos en este trabajo.

En la región de América el embarazo en la adolescencia es un riesgo tanto para la madre como para el hijo, factor considerado como problema relevante y objeto de especial preocupación desde el comienzo de la década de 1980. La problemática del embarazo en la adolescente se explica por la salud materno-infantil. En América Latina, donde las elevadas tasas de mortalidad infantil, perinatal y materna están asociadas a las condiciones de vida deficientes y a los diferentes recursos y organización de los servicios de atención médica. En este concepto la fecundación precoz tiene menor importancia relativa en los estudios de diagnóstico, normas preventivas y aplicación de medidas de acción.

Estudios realizados en los Estados Unidos en el año de 1945 presentaron 3575 nacimientos de madres jóvenes menores de 15 años. A partir de 1950 se ha considerado como una verdadera “explosión” el fenómeno del embarazo en la adolescente ya que estadísticas validadas ayer pueden ser superadas hoy.

En el año de 1963 el número de nacimientos registrados fue de 7596, ahora los embarazos llegados a término para chicas menores de 18 años aumentó cada año en un 10%. Actualmente se estima que más de 200,000 chicas menores de 18 años son madres cada año. Estas cifras se pueden comparar a las de Canadá e Inglaterra.

El informe Kinsey, realizado también en los Estados Unidos establece que a los 15 años el 3% de las chicas habían tenido por lo menos una relación sexual y el 23% a los 20 años. J. John Nathan realizó algunos estudios en el extranjero y observó que en Alemania la edad de la primera relación sexual ha disminuido 3 años solo en el transcurso de una década.

Es evidente que la madurez femenina más precoz permite relaciones sexuales más tempranas que en otras épocas y hace experimentar de parte de los hombres, el deseo en edades cada vez más jóvenes. La precocidad de la madurez genital y psicológica. Este adelanto en el comportamiento tiene una correlación con el hecho de los embarazos en las adolescentes.

Estar en cinta a los 12 o 14 años, hará que la adolescente presente características distintas a las de la mujer adulta en la misma situación. Su embarazo es distinto y esta diferencia amenaza con pesar desfavorablemente en el futuro de la madre y del niño concebido.

La madre es adolescente; ni física ni psicológicamente está preparada para la maternidad.

Existen riesgos a los que están expuestas las adolescentes por la misma inmadurez que presentan, por lo que estudios realizados sobre: nivel socioeconómico, edad, raza, asistencia prenatal; han demostrado que la adolescente se ve expuesta a riesgos de nacimientos prematuros, lactantes de bajo peso al nacer, hipertensión inducida por el embarazo, desproporción cefalopélvica, anemia por deficiencia de hierro; es la adolescente menos de 14 años la que se ve más expuesta a estos riesgos.

La adolescente de 15 a 18 años presenta con mayor frecuencia enfermedades transmitidas por contacto sexual, infecciones por virus del herpes y gonorreas, así como tabaquismo y consumo de sustancias tóxicas.

El nacimiento prematuro es, pues, debido esencialmente a la dificultad de vigilar con todo rigor la evolución del embarazo. Ya que son bastantes las causas de carácter médico que se conjugan para dar lugar a un nacimiento antes de término.

El riesgo psicológico más profundo para la adolescente embaraza es la interrupción de las tareas del desarrollo. A demás de las tareas del embarazo y que la mujer joven tiene una cantidad abrumadora de trabajo psicológico que hacer, cuya culminación afectara su propio futuro y el de su hijo.

Algunas tareas del desarrollo de la adolescente son las siguientes:

  • Aceptación y comodidad con la imagen corporal.
  • Determinación y asimilación del papel y la identidad sexual.
  • Desarrollo de un sistema de valores personales.
  • Preparación para convertirse en un ciudadano productivo.
  • Logro de independencia de los padres.
  • Desarrollo de identidad de mujer adulta.

La adolescente embarazada se ve expuesta a sucesos que la afectan a ella, y a los del grupo de edad al que pertenecen. Estos sucesos los describe (Water en 1969), como “El síndrome del fracaso”, el cual consiste en:

  • Fracaso para satisfacer las necesidades de la adolescente.
  • Incapacidad para limitar el tamaño de familia
  • Incapacidad para establecer familias estables.
  • Incapacidad para valerse por sí misma.
  • Incapacidad para tener hijos sanos.

Estos puntos que describe Water, obligan a la adolescente a desempeñar papeles de mujer adulta antes de haber terminado su etapa de desarrollo, ocasionando estos factores negativos que la afectarán en su vida posterior.

Por otro lado, el adolescente varón afronta reacciones negativas de las personas de su ambiente, entre ellos sus propios familiares y la misma adolescente. Recaen sobre el los sentimientos de ira, vergüenza y desacuerdo, se siente sólo y aislado.

Dependiendo del grado de maduración este apoyará a su compañera o huirá de la situación en que se encuentra.

Sus finalidades educativas y profesionales pueden verse amenazadas al sentirse obligado a casarse o renunciar a la escuela para apoyar a su compañera y a su hijo por venir.

Si esta situación aprensiva para el adolescente no se resuelve satisfactoriamente, puede manifestarse como conducta adaptativa anormal, depresión notable, síntomas somáticos, conducta sexual desviada o incluso psicosis aguda.

Lo primero que ocurre al ánimo de los padres al enterarse del embarazo no es tanto que ocurre con su hija sino, que va a ocurrirles a ellos: “¿Por qué nos ha hecho esto?, vas a ser nuestra vergüenza en el barrio, etc”

Esta herida paterna profunda da lugar enseguida a severos e irracionales reproches, “no eres más que una ramera”, “te das cuenta de lo que esto va a suponer para tu padre”, “eres la vergüenza de la familia”, “es que no nos quieres”, cólera comprensible quizá por la futura madre, pero dura e inmerecida por esta que, encontrándose sola para asumir su conflicto, se ve cargada con pesada culpabilidad.

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