¿Es Colombia En Realidad Y En La Cotidianidad Un Estado Constitucional Y Democrático?

La constitución Política de Colombia, en su artículo 1, establece que Colombia es un Estado Social de Derecho, organizado en forma de República unitaria, democrática, participativa y pluralista. De otra parte, el artículo 3, indica que la soberanía del Estado puede ser ejercida directamente por el pueblo, o “por medio de sus representantes…”.

El escrito de nuestro grupo centrará su atención en la soberanía que el pueblo ejerce a través del parlamento y gobernantes escogidos popularmente, es decir la democracia representativa.

Haremos referencia a algunos de los doctrinantes que han estudiado este principio, de manera que podamos identificar los elementos esenciales y las características que deben estar presentes para que un Estado pueda considerarse democrático. Luego, pretendemos demostrar por qué en Colombia no se presentan las condiciones mínimas para que esa democracia se exprese correctamente, analizando concretamente el fenómeno del clientelismo político.

Para hacer un primer planteamiento sobre el tema que vamos a trabajar, partimos de la noción de Montesquieu, para quien el concepto de democracia representativa sugiere que la soberanía del Estado reside en el Pueblo, pero los ciudadanos deben elegir a quienes tienen conocimiento y capacidades para hacerse cargo de los asuntos estatales. Así lo expresó el citado autor:

"El pueblo es admirable para elegir aquellos a quienes debe confiar una parte de su autoridad, pero ¿sabrá conducir un asunto, conocer los lugares, las ocasiones, los momentos y aprovecharse de ellos? No, no lo sabrá. La gran ventaja de los representantes es que son capaces de discutir los asuntos. El pueblo en modo alguno lo es, lo que constituye uno de los graves inconvenientes de la democracia. El pueblo no debe entrar en el Gobierno más que para elegir a sus representantes, lo que está muy a su alcance”. (Montesquieu citado por la Corte Constitucional en sentencia T-637 de 2001)

Explicaremos que la soberanía del pueblo se garantiza no sólo con el ejercicio del derecho al voto, sino que es necesario, como lo deja entrever Montesquieu, que los representantes del pueblo soberano sean personas capaces y comprometidas con el interés general, para que se puedan dar reales consensos democráticos.

En contraste, se evidenciará que en Colombia el clientelismo político fomenta un ejercicio de la función pública que persigue los intereses particulares del funcionario, razón por la cual quienes ocupan estos cargos no son personas necesariamente comprometidas y preparadas para defender los intereses del pueblo soberano. Así lo denuncian los entes de control del Estado, los medios de comunicación, y académicos como Francisco Leal Buitrago, para quien el clientelismo logra tener éxito en la medida en que “construye una red de relaciones articulada horizontal

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