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Este poema pertenece a Tratado de urbanismo (1967), uno de los libros más conocidos


Enviado por   •  30 de Abril de 2017  •  Trabajos  •  564 Palabras (3 Páginas)  •  99 Visitas

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Este poema pertenece a Tratado de urbanismo (1967), uno de los libros más conocidos

del poeta asturiano Ángel González, perteneciente a la promoción de los años 60 (también llamada generación del medio siglo o niños de la guerra). Este grupo poético marca una evolución con respecto a los poetas sociales de los 50, de los que toman el gusto por el lenguaje conversacional y los temas humanos, si bien introducen en su poesía motivos más intimistas, tomados de la propia experiencia personal. En este caso, partiendo de un marco urbano, el poeta establece una comparación con su propio sentimiento amoroso.

El poema a comentar se construye a partir del contraste entre dos ciudades -Bremen y

Valparaíso- que no coinciden nunca ni en la estación ni en el momento del día (debido a su

diferente latitud y longitud). Así, hay una aguda contraposición entre la frialdad de la ciudad

alemana (jirones de niebla y hielo) y el buen clima de la chilena (balandros soleados, bellas

bañistas). La tercera estrofa centra el contraste entre el día y la noche: a través de una descripción impresionista, los incisos, con adjetivos valorativos y metáforas, nos dan una particular visión de ambos paisajes (brumas absorbiendo restos de sucia luz/ rutilantes estrellas lanzando agudos dardos a las olas dormidas).

Esta primera parte, centrada en la caracterización de ambas ciudades, tiene su

paralelismo (a través del estribillo) en la segunda, en la que el poeta expone sus sentimientos

personales. Así, el amor del poeta, como las dos ciudades, también se contrapone al de la persona amada. En este caso, más que una distancia física, entre ambos amantes parece imponerse un distanciamiento afectivo, quizás debido a la falta de comunicación o a la incomprensión mutua de la pareja. De ahí que también considere que no se han querido en el mismo día, es decir, que cada uno ha buscado o ha exigido de su relación cosas diferentes (quizás la mujer, algo más espiritual: me seguía tu pensamiento y el hombre algo más “carnal”:

muy cerca iba mi boca). Por eso el poeta, al hablar en pasado, considera su amor ya terminado (nos quisimos), roto por esa falta de coincidencia sentimental”.

Ángel González nos plantea así un tema con el que es fácil identificarnos, ya que todos,

en mayor o menor medida, hemos tenido la experiencia del amor, cuando acaba fracasando, o

cuando, a pesar de que exista una atracción mutua, los caracteres de ambas personas hacen que sean incompatibles y terminan enfrentadas. Hay parejas que incluso parecen necesitar de esos desencuentros cotidianos, como una forma de hacer frente a la monotonía. Tras leer el poema nos preguntamos: ¿qué es lo que hace que una relación termine por funcionar? Es evidente que aspectos como el atractivo físico, la pasión, pueden ser importantes en un principio, pero un amor sólido exige mucho más: una especial conexión, un entendimiento mutuo que sólo se irá forjando a lo largo del tiempo. Entiendo que el amor se debe basar en la comprensión, en aceptar al otro tal como es, pero al mismo tiempo es necesario que ambas personas compartan unos mismos intereses y actitud ante la vida que los haga compatibles.

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