Eternauta Ensayo
miguelito.s6 de Noviembre de 2013
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EL ETERNAUTA COMO REPRESENTACIÓN DE LA MASACRE:
ACERCA DEL CARÁCTER REAL DE LAS REPRESENTACIONES
Iván Galvani
Universidad Nacional de San Martín /
Universidad Nacional de La Plata / CONICET (Argentina)
ivangalvani@yahoo.com.ar
Resumen
En el artículo se analiza la historieta El Eternauta, de Héctor Germán Oesterheld, en cuanto representación de la masacre. La obra es un relato de ficción donde el planeta es invadido y exterminado por extraterrestres.
Utilizo el concepto de representación tal como está planteado desde la corriente hermenéutica (Heidegger y Gadamer principalmente), entendiéndolo no como una copia de un original que sería la realidad, sino como una realidad en sí misma, de acuerdo con la cual los actores sociales orientan sus acciones.
En el trabajo intento demostrar cómo las actividades del autor (principalmente las relacionadas con su militancia política), estaban ya de alguna manera anticipadas en El Eternauta, encontrando algunos paralelismos entre el personaje principal de la obra, y lo que Oesterheld hizo unos años después.
También pretendo que resulte una contribución a la comprensión de la manera en que en nuestra sociedad concebimos a la muerte, a la masacre, y a los desaparecidos.
A través del ejemplo de Oesterheld y su obra, pretendo demostrar cómo pasado, presente y futuro dialogan constantemente a través de las representaciones.
Palabras clave: El Eternauta, Oesterheld, representación.
El eternauta como representación
Pero vinieron los Dzules y todo lo deshicieron. Ellos enseñaron el miedo y vinieron a marchitar las flores. Para que su flor viviese, dañaron y sorbieron la flor de los otros.
Chilam Balam de Chumael
Al pensar en la realización de un trabajo donde se analicen representaciones de la masacre me pareció interesante trabajar con El eternauta, la conocida obra de Héctor Germán Oesterheld. Habitualmente cuando trabajamos con representaciones, se piensa primero en lo representado para luego analizar las representaciones en relación con ello. De acuerdo con esto, se toma en cuenta algún hecho histórico, y luego se busca y analiza alguna o algunas de sus representaciones.
El caso que pretendo estudiar es un relato de ficción, que no remite necesariamente, por lo menos de manera directa, a algún suceso histórico en particular. Esto lleva a reflexionar sobre el carácter de las representaciones, y si El eternauta, por tener estas características, es una representación, o simplemente un relato de ficción.
De lo que no parece haber duda es de que trata de una masacre, ya que según el relato el género humano es prácticamente exterminado. Pero no habría que estar tan seguros. Hay una muerte generalizada de personas. Incluso de personas que no estaban en condiciones de defenderse. Pero ¿por qué se debe llamar “masacre” a este hecho, y no por ejemplo “matanza”, “genocidio”, “limpieza étnica” o “justicia divina”? No hay una denominación unívoca para un acontecimiento. Cualquiera de estas denominaciones, y muchas otras, podría ser utilizada desde diferentes puntos de vista. Corresponde al autor tener una actitud reflexiva respecto de los términos que utiliza.
No estoy seguro de si se puede calificar a esta obra como una representación de la masacre. A lo sumo, en este trabajo podré exponer algunos de los problemas que pueden surgir en el intento. Pero al menos, su comparación con otras representaciones de acontecimientos que son considerados masacres, podrá darnos alguna luz acerca de las mismas. El punto de partida que proporciona esta obra para comprender la masacre es, en gran medida, arbitrario. No fue seleccionado por ser representativo de un conjunto, ni por su significatividad. Más bien su elección obedece a preferencias personales. No obstante, cualquier punto de partida, por fundamentado que esté, no dejará de tener cierto grado de arbitrariedad. Cada abordaje particular permitirá iluminar algunos aspectos de lo que se pretende conocer, y dejará otros en la oscuridad.
Considero entonces que más allá de las denominaciones, poner en diálogo a El eternauta con otros relatos será de utilidad no sólo ni principalmente para conocer a esta obra o a su autor, sino para observar a otros relatos, desde la perspectiva que este relato nos brinda. Y como ya hace tiempo que no se concibe a la realidad como exterior y existiendo independientemente de los sujetos, considero que, apelando a la idea gadameriana de “fusión de horizontes” (Gadamer: 1991), conocer la forma en que ciertos acontecimientos son denominados “masacres” nos permitirá conocernos también a nosotros mismos.
La elección de las representaciones con las que voy a intentar hacer dialogar a El eternauta no es menos arbitraria. Obedece más a la disponibilidad de material que tengo a mi alcance que a una búsqueda exhaustiva, que pueda agotar una temática. Por lo tanto, la intención no es tanto llegar a conclusiones confiables según criterios científicos, como intentar aportar algún elemento original a la comprensión de esta obra, de la masacre y de las representaciones. He tratado de utilizar relatos pertenecientes a diferentes períodos históricos, para que el distanciamiento con los producidos en nuestra época sea mayor. Utilizaré representaciones de masacres realizadas en la antigüedad, en la modernidad, y representaciones contemporáneas.
La masacre como representación
Y ahora ya habría recorrido la mitad del camino a la Cámara de los Comunes, para ocuparse de sus armenios, de sus albanos, después de haberla dejado a ella acomodada en el sofá, mirando las rosas. Le importaban mucho más las rosas que los armenios. Perseguidos hasta la muerte, mutilados, helados, víctimas de la crueldad y de la injusticia (se lo había oído decir una y mil veces a Richard), no, ningún sentimiento suscitaban los albanos en ella, ¿o eran los armenios?, pero amaba a las rosas (¿ayudaría esto a los armenios?), las únicas flores que toleraba ver cortadas.
Virginia Woolf; La señora Dalloway
Para Heidegger (1985), se puede hablar de representación únicamente a partir la Edad Moderna, caracterizada por ser “la época de la imagen del mundo”. Es decir, el mundo entendido como imagen, que es entendida como “la hechura del elaborar representador” (83). Lo que garantiza la verdad de la imagen es el sujeto que elabora, y hace presente a lo existente. Lo existente pasa a depender del sujeto, y se comienza a hablar de “visión del mundo”. Re-presentar es hacer presente, traer algo a la luz, que de otro modo no existiría. Por lo tanto, como plantea Gadamer (1991), hay entre la representación y lo representado una relación intrínseca. Lo representado no podría existir sin su representación, no habría otro modo de conocerlo. Por lo tanto, la representación produce un incremento del ser de aquello que es representado.
Para los griegos, en cambio, no había representación porque el ser se manifestaba por sí mismo. “El hombre griego es al percibir lo existente; de ahí que en el helenismo, el mundo no pudiera llegar a ser imagen” (Heidegger: 80). Esto no quiere decir que desde la actualidad no se puedan entender las expresiones artísticas y literarias de los griegos, como representaciones. Las imágenes (escritos, pinturas, esculturas, edificios, etc.), elaboradas por ellos, son para nosotros, representaciones del mundo griego.
Según Gadamer (1991), existe una relación óntica entre la representación y lo representado. No es que uno sea simplemente reflejo de otro. Tampoco la representación es meramente un hecho estético, sino que produce un incremento del ser de lo representado, puesto que lo representado no podría existir sin la representación. Pero no hay una única representación posible sino muchas, incluso infinitas. El modo en que está hecha la representación informa acerca de la cultura de quien la elaboró.
Pero, ¿qué papel le cabe a una obra de ficción? ¿Qué es lo que representa El Eternauta? Creo que no hay una respuesta unívoca, así como nunca hay una relación unívoca en general, entre la representación y lo representado. El Eternauta podría ser una representación de muchas cosas. En este trabajo, lo voy a considerar como representación de la masacre.
Cuando hablamos de representaciones de la masacre, la primera cosa que hay que tener en cuenta es que no siempre lo que denominamos de esta manera es denominado del mismo modo por quienes están involucrados. Es un término introducido por el investigador, y no necesariamente utilizado por los propios protagonistas. Generalmente, con éste se hace alusión a la muerte de gran cantidad de personas por parte de otros, donde hay una desproporcionada diferencia de fuerzas entre víctimas y victimarios. Las víctimas están indefensas, y los victimarios matan a sangre fría.
Ahora bien, no toda matanza puede calificarse como masacre, porque se corre el riesgo de desestimar la capacidad defensiva y organizativa de las víctimas, que es también una forma de subestimarlas. Por ejemplo, cabría cuestionarse si en términos generales, el genocidio perpetrado por la última dictadura militar en la Argentina, se puede calificar como masacre. La mayoría de las víctimas no eran “inocentes”, sino que estaban organizadas, y tenían un proyecto de país. Ahora bien, creo que sí se puede hablar de masacre haciendo alusión a ciertos hechos puntuales. Por ejemplo, se habla de la masacre de Margarita Belén, porque quienes fueron muertos allí pertenecían a diferentes organizaciones políticas, pero en el momento
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