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Etinas En Mexico

cecy1313 de Marzo de 2013

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GRUPOS ETNICOS A NIVEL MUNDIAL Y EN MEXICO

Los seres humanos pertenecen a una especie, pero difieren en el aspecto físico: color de piel, talla, altura, complexión, etc. Los rasgos mencionados y otros más sirven como base para diferenciar un grupo humano de otro, pero a menudo los rasgos raciales han sido usados como pretexto para clasificar a los seres humanos en grupos superiores e inferiores.

El término raza ha sido desplazado por el de etnia que alude no sólo a los rasgos físicos de un grupo humano determinado, incluye además elementos culturales, como lengua o modo de vida, entre otros.

Los miembros de una etnia suelen compartir ciertas características en común entre ellos, algunos ejemplos de estos vienen a ser el lenguaje que utilizan, la religión, fiestas y fechas que marcan a su cultura e incluso el comportamiento en conjunto de ellos.

Alrededor del mundo se puede encontrar variedad de tipos de etnias, siendo la cantidad de estas indescifrable. Se habla de la existencia de más de 15.000 clases distintas de etnias, más lejos de eso encontrar una cifra que resulte específica puede que sea imposible o en demasía difícil. En cada continente se puede encontrar distintas etnias, cada una de ellas única en su estilo.

Noción y concepto de raza

A partir de esta primera perspectiva, la noción de raza supone el reconocimien¬to de que unos individuos son anatómica¬mente distintos de otros. Este es un hecho objetivo y observable por cualquier perso¬na, ya sea un lego en la materia o bien un especialista.

Más, ¿qué entendemos por raza? Des¬de un punto de vista antropológico, raza es una población de seres humanos que comparten ciertos caracteres anatómicos observables y ciertas frecuencias de caracteres transmitidos genéticamente. Estos caracteres tienen mayor incidencia en unos grupos que en otros, razón por la cual el concepto de raza se manifiesta científicamente como un criterio estadís-tico.

Esto significa que cuando se habla de caucasoides, mongoloides y negroides, grupos fundamentales de la división ra¬cial, lo que se hace es significar que se trata de grupos cuyos individuos se dife¬rencian por la frecuencia con que,vistos en conjunto, presentan caracteres distin¬tos. Por añadidura, algunos de estos ca-racteres, como el color de la piel, la forma del cabello y determinados prognatismos* por separado, a veces son elementos su¬ficientes para que un observador cualquie¬ra los emplee con acierto para distinguir racialmente a un individuo humano de otro. Sin embargo, en otras ocasiones la cuestión es más compleja, pues, uno solo de tales caracteres puede aparecer con otro u otros que pertenezcan o que sean definitorios de otra raza, como en el caso de los mestizos, y en consecuencia la clasi¬ficación racial homogénea resulta más difícil.

Si se considera que el mestizaje es actualmente uno de los fenómenos bio¬lógicos más difundidos, y cuando se piensa que las poblaciones humanas se han mez-clado frecuentemente, entonces el especialista se apercibe de que las clasificaciones raciales toman en cuenta caracteres que no siempre aparecen en su totalidad en todos los individuos agrupados en una raza.

Esta es la razón principal por la que, a partir del conocimiento de unos caracte¬res atribuidos a razas en particular, la clasificación racial constituye fundamen-talmente un fenómeno estadístico, esto es, sólo puede expresarse por medios cuanti¬tativos; puesto que todos los grupos ra¬ciales son variables de una misma espe¬cie, la única posibilidad de clasificarlos en razas es: primero, aislando aquellos rasgos anatómicos y genéticos que se presentan como distintivos, y segundo, por medio de la medición y de la estadís¬tica, elaborando sus frecuencias relativas en los grupos humanos estudiados.

Se trata, en este caso, de un criterio mediante el cual se reconoce que unos individuos son parecidos entre sí, pero menos respecto de otros por su morfolo¬gía o rasgos anatómicos visibles y por algunos carácteres de su estructura gené¬tica conocida. Por tanto, son criterios empleados por la antropología con el fin de determinar científicamente la función adaptativa de las diferencias anatómicas, y, por lo mismo que se proponen explicar las diferencias, pretenden también deter-minar el grado de relación que pueda exis¬tir entre caracteres raciales y disposiciones relativas para la supervivencia natural y para la cultura, sin olvidar la necesidad científica de producir una mejor compren¬sión de las adaptaciones humanas en el contexto de la historia y evolución de nuestra especie.

La etimología de la palabra raza es de origen ciertamente oscuro. Su difusión parece desprenderse del italiano razza, pero podría haberse tomado del árabe ras, cuyo significado tendría que ver con el de grupo de descendencia. Asimismo, se trata de un concepto zoológico, aunque rara vez utilizado por los zoólogos, ya que éstos suelen clasificar los diferentes grupos animales de una misma especie bajo la noción de variedad. En tal sentido, la palabra raza es un concepto prove¬niente de la terminología empleada por personas dedicadas a la cría de ganado, y, en este caso, la misma selección inten¬cional o controlada, por cruces, de los animales que cuidaban, han llevado a la idea de variedades que tienen caracteres morfológicos propios que les diferencian de los que muestran otras variedades en el seno de la misma especie.

Aparte de tener en cuenta las frecuen¬cias estadísticas de ciertos caracteres o formas anatómicas como comunes y here¬ditarios en individuos de nuestra especie, la noción de raza es, asimismo, utilizada con un criterio biológico y toma en cuenta sólo elementos del físico humano para una determinación objetiva del individuo.

Analizada desde una perspectiva bioló¬gica objetiva, la noción de raza es cien-tíficamente ajena a cualquier intención l>olítica o moral, pues sólo se tienen en cuenta para la clasificación los valores métricos y estadísticos que resultan de la observación de ciertos caracteres físicos ni un conjunto de individuos selecciona-dos. En tal caso, los caracteres medidos •ton considerados estables porque se trans¬miten de una generación a otra, mientras no se modifiquen las condiciones en que viven, y en la medida en que no se inter¬pongan individuos de otras poblaciones o variedades. En este segundo caso, la in¬terferencia supondrá una alteración de los caracteres genéticos a heredar según proporciones que fueron formuladas por Gregor Mendel (1822-1884).

En tales términos, y como quiera que es difícil encontrar actualmente poblacio-nes que no hayan tenido alguna clase de contacto con otras distintas, la única forma de obtener una clasificación racial o relativa a una variedad de nuestra espe¬cie consiste en referirse a frecuencias es¬tadísticas, a partir de grupos de individuos considerados en un hipotético estado de pureza o de homogeneidad genética y morfológica conocidas. En este sentido, cuanto mayor sea el número de caracte¬res o de variables estudiadas, menor será la probabilidad de conseguir una homo¬geneidad absoluta. Por esta razón, existe un acuerdo general en cuanto a considerar que, actualmente, y por la movilidad y ex¬pansión geográficas de nuestra especie, no puede hablarse de “razas puras”.

El fenómeno del contacto interracial es demasiado frecuente para que hayan po¬dido conservarse, en la totalidad de los individuos de cualquier grupo humano, todos los caracteres que en un momento anterior de su formación original fueron realmente únicos y exclusivos.

De esta manera, y a partir de una cla¬sificación que toma en cuenta tres grandes subdivisiones de la especie humana, a las que designa con los nombres de cauca- soides oblancos (leucodermos), mongo- loides o amarillos (xantodermos), y negroi¬des o negros (melanodermos), el conjun¬to de la humanidad se clasifica en unas 27 razas, cada una de ellas adscrita a una de esas grandes subdivisiones, denomina¬das también subespecies. Algunos autores, como Carleton S. Coon, amplían el concepto de subespecie, o tronco primario del que se han origi¬nado las diversas razas, a cinco, de modo que mientras las dos primeras, cauca- soides y mongoloides, se consideran bien definidas, la tercera, o negroide, queda formada por tres subespecies: la austra- loide, o indígena de Australia; la congoide, constituida por negros pigmeos de Afri¬ca, y la capoide, representada por los bosquimanos del sur de Africa.

Cualquiera que sea la clasificación que se adopte, las divisiones raciales en lu humanidad se basan en el recono¬cimiento de la existencia de troncos humanos básicos que han tenido, por lo menos, una evolución geográfica por separado; pero si, por otra parte, se tienen en cuenta los caracteres distin¬tivos que se usan para representar las diversas subespecies o troncos y sus derivados o variedades raciales, la cla¬sificación no resulta complicada. Sin embargo, las fronteras raciales son muy poco precisas: mientras puede hablarse de troncos y de razas teóricamente puras, en la práctica existen un gran número de grupos, designados con el nombre de clinales, que vienen a ser como pobla¬ciones raciales intermedias entre las más homogéneas que están en contacto con unas y otras y que poseen caracteres de ambas o de varias.

Estas poblaciones clinales aumentan la variabilidad biológica de las cohortes humanas y pueden considerarse como gra¬dientes raciales que reflejan la influen-cia de los fenómenos ambientales, tanto como de los caracteres genéticos adqui-ridos de sus progenitores. Los clines son grupos de poblaciones que, incluso dentro de la misma subespecie, repre¬sentan

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