Feminismo

FEMINISMO

Introducción

El término feminismo no es nuevo en la sociedad, ha estado presente desde hace ya tres siglos, y lamentablemente aún se sigue satanizando, o malentendiendo, principalmente por los hombres y tristemente por las mujeres también, en este ensayo se definirá el verdadero significado del feminismo, y sus diferencias con términos como el sexismo , puesto que buscan resultados completamente distintos. Debe quedar claro que el feminismo no busca la venganza hacia el hombre, no busca convertir a la mujer en hombre, el verdadero objetivo del feminismo es proporcionar derechos iguales tanto a hombres como a mujeres.

Desarrollo

El feminismo es un movimiento social y político que comenzó a iniciarse a finales del siglo XVIII, promueve la toma de conciencia de la mujer como ser humano y de la opresión, dominación, y explotación que ha sufrido por parte del hombre a lo largo de toda la historia en la humanidad, por lo que pide que la mujer sea liberada de aquella situación, y exige que se transforme la cultura, educación y toda aquella actitud en la sociedad que degrade a la mujer.

El Diccionario Laurosse dice: “Feminismo: (Derivado del lat. femina, hembra.)

s.m. (SOCIOLOGÍA) Movimiento y doctrina social que defiende la igualdad absoluta de derechos entre hombres y mujeres.

El feminismo ha reivindicado los derechos fundamentales de la mujer.”

Aunque la definición y ejemplo que nos proporciona es corto, es cierto, pues es justamente lo que el feminismo busca, la igualdad absoluta de derechos entre hombres y mujeres. Para diferenciar mejor lo que el feminismo busca de lo que no busca citare a Coral Herrera Gómez:

El feminismo no quiere imponer un matriarcado basado en la violencia contra el hombre, como ha sido el patriarcado hasta ahora. No desea dejarlos sin voto, ni violarlos en las guerras, ni mutilar sus genitales en pro de una tradición cultural, ni confinarlos en el ámbito doméstico, ni quiere matarlos por adulterio. El feminismo no pretende que los hombres sean propiedad de sus madres y luego de sus mujeres, ni desea que los hombres cobren salarios más reducidos, ni tampoco querría desterrarlos de las cúpulas de poder mediático, empresarial y político. No quiere traficar con cuerpos masculinos para el disfrute de los femeninos, ni desea que los niños varones estén desnutridos o abandonados en orfanatos, ni, por supuesto, promovería su marginación social o económica. Tampoco vetaría que los niños varones pudiesen ir a la escuela, ni les prohibirían el acceso a la sanidad y la Universidad. Comprendan que eso es una locura que no promueve el feminismo.

Quien realmente promueve todo lo anterior es el sexismo, el cual se ve expresado en políticas, formas de expresión, actitudes y comportamientos entre las personas. Las formas más relevantes de sexismo son el machismo, la misoginia y la homofobia. Y una característica común a todas ellas es que son la expresión de formas perfeccionadas del dominio del hombre.

El sexismo patriarcal se basa en el androcentrismo. Este tipo de mentalidad apoya socialmente que los hombres y lo masculino son superiores, mejores, más adecuados, más capaces y más útiles que las mujeres. Por esto, está permitido que tengan el poder, el dominio y la violencia. El androcentrismo se expresa en el machismo haciendo magnifico a él hombre.

El androcentrismo también se completa con la misoginia. Aparte de sobrevalorar a él hombre, inferioriza a la mujer y todo lo femenino. La dominación patriarcal pone a la mujer como subordinada y la hace invisible.

La misoginia se presenta cuando se cree que la inferioridad de la mujer en comparación con el hombre, es natural, cuando se cree que las mujeres son impotentes por incapacidad propia y, principalmente, cuando se hostiliza, se agrede y se somete a la mujer haciendo uso de la superioridad del hombre. La misoginia está presente cuando se piensa y se actúa como si fuese natural que se dañe, se margine, se maltrate y se promuevan acciones y formas de comportamiento hostiles, agresivas y machistas hacia las mujeres y sus obras y hacia lo femenino.

El sexismo se realiza también en la homofobia, cuando se considera que la heterosexualidad es natural, superior y positiva, y por lo contrario, se cree que la homosexualidad es inferior y es negativa. La homofobia concentra actitudes y acciones hostiles hacia las personas homosexuales. Y, como en las otras formas de sexismo, la violencia hacia la homosexualidad se considera legítima, incuestionable, justificada.

Hoy en día, la mayoría de las personas hemos sido educadas de manera sexista y pensamos, sentimos y nos comportamos sexistamente sin sentirnos incomodos o sintiendo que está bien hacerlo, que es un deber o que así ha sido siempre. Como si el sexismo fuese inevitable.

Para Marcela Lagarde y de los Riós. (2012)

Las mujeres actuamos con sexismo al subordinarnos de antemano a los hombres, cuando en lugar de apreciarlos o amarlos, los adoramos... Somos sexistas cada vez que justificamos su dominio y les tememos como si fuesen seres extraordinarios o sobrenaturales, y cuando nos derrotamos y desvalorizamos frente a ellos.

Los hombres son machistas cuando se posicionan como seres superiores y magníficos… cuando marginan, segregan, discriminan y cosifican, pero también cuando sobreprotegen a las mujeres… cuando las hostilizan, maltratan, atemorizan, acosan y violentan. Es decir, cuando son misóginos aunque lo sean con buenos y galantes modales.

… La misoginia existe entre las mujeres cuando entre nosotras nos mandatamos para ocupar posiciones jerárquicas inferiores y para desempeñar papeles y funciones encajonadas como femeninas (de apoyo, de servicio, de voluntariado, invisibles, desvalorizadas, de sujeción a poderes) y lo hacemos con la argucia de que hacerlo, es un deber de género…La misoginia está presente entre nosotras al obtener valor de la desvalorización de otras mujeres y al adquirir poderes apoyadas en su discriminación, su sometimiento o su eliminación.

La homofobia encuentra su expresión clarísima cuando nos horroriza la homosexualidad y creemos que es enfermedad o perversión y por ello descalificamos, sometemos al ridículo y a la vergüenza a las personas, las discriminamos y las agredimos. Somos personas homófobas hasta cuando hacemos chistes inocentes y nos burlamos de manera estereotipada de las personas y de su condición. (Marcela Lagarde y de los Riós. El feminismo en mi vida. México, D.F. InMujeres D.F. p. 23, 24 y 25)

Una vez definidas las claras

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