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Globalizacion Como Ideologia


Enviado por   •  3 de Mayo de 2013  •  3.031 Palabras (13 Páginas)  •  427 Visitas

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La globalización como ideología

En el marco de una agresiva penetración ideológica, especialmente en América Latina, se usa la globalización para justificar acciones derivadas de las relaciones de poder, tanto en el plano internacional como en el plano nacional de cada uno de los países. Con la caída de la URSS se acentuó el intento de sostener la existencia de un pensamiento único basado en el neoliberalismo. Sirvan a vía de ejemplo medidas propias de esta concepción:

La apertura comercial no es un fenómeno inevitable de la globalización sino el fruto de los intereses dominantes de los países desarrollados, especialmente de Estados Unidos, para colocar sus productos y resolver su déficit de balanza comercial. Si bien hay una tendencia a la apertura económica, tanto en la Unión Europea como en Estados Unidos y en el Sudeste asiático se mantienen protecciones y subsidios a los productos agrícolas y mecanismos paraarancelarios en el resto de las actividades productivas. Estas medidas, que afectaron a la región latinoamericana, muestran que la apertura comercial no es inevitable. Subsisten los grandes bloques económicos y las intervenciones estatales derivadas de las distintas relaciones de poder. Esto no significa desconocer la necesidad de mejorar los niveles de competitividad de los países de la región ¬dada la velocidad de la revolución tecnológica en los últimos tiempos¬ y la prioridad que debe otorgarse al mundo del conocimiento.

Las privatizaciones tampoco son consecuencia inevitable de un fenómeno de globalización. Derivan de una fuerte corriente ideológica que facilita el aprovechamiento por parte de las grandes empresas trasnacionales de los elevados excedentes financieros internacionales. En la búsqueda de una mejor rentabilidad, penetran en mercados, como el de los servicios públicos de América Latina.

El debilitamiento del Estado en sus distintas funciones tampoco es consecuencia de la globalización, como lo muestra su mantenimiento y fuerza en el Sudeste asiático, en Europa occidental y el propio intervencionismo de las políticas de la Reserva Federal en Estados Unidos. En América Latina es el fruto de la ideología dominante en determinados períodos y de la relación de fuerzas entre quienes pretenden darle mayor protagonismo al mercado y al sector privado y quienes buscan mantener cierta dirección económica y ciertas bases del Estado de bienestar para atender objetivos de equidad, de igualdad y de justicia social.

Esta ideología de la globalización, que en el campo económico es conocida como neoliberalismo ¬y que tuvo y, en cierta medida, sigue gozando de gran aceptación en América Latina¬ tiene una fuerza extraordinaria. Coincide con la ideología del poder financiero internacional que hoy tiene cierto predominio; se trasmite mediante los medios de comunicación, especialmente la televisión y las poderosas agencias de noticias internacionales; se efectiviza en las condiciones exigidas en los préstamos de los organismos financieros internacionales, de una enorme influencia en América Latina y mucho menor predicamento en el resto del mundo; y es apoyada por las tecnocracias de muchos de los gobiernos de los países de la región, sobre todo por los presidentes de los bancos centrales y algunos ministros de Economía, Finanzas o Hacienda que funcionan como verdaderos superministros.

Esta ideología ha penetrado con empuje en la región pero sus propuestas no pudieron resolver ¬e incluso agudizaron¬ los problemas sociales como la pobreza, la marginalidad, las desigualdades y la violencia en las zonas urbanas, que afectan la calidad de vida de las grandes mayorías de la población. Su fracaso facilitó la presencia de nuevos gobiernos progresistas en la región. *

GLOBALISMO COMO IDEOLOGIA

En el caso de la ciencia económica, sus paradigmas son algo más que concepciones científicas, tienden a convertirse en paradigmas ideológicos. Los paradigmas científicos dominantes experimentan unos ciclos vitales de nacimiento, madurez y decadencia para ser finalmente abandonados.

Algo de esto puede estar sucediendo con el globalismo, o teoría e ideología que afirma que la extensión del comercio internacional es la correcta manera de entender la realidad y de diseñar la realidad, concretamente de diseñar la política de los Gobiernos nacionales. Para sus fanáticos, la globalización es, inevitable, benéfica, causa e instrumento de premio (para creyentes y practicantes) y castigo (para agnósticos y pecadores). Una vez que los pueblos y sus individuos conocieran y adoptaran la buena nueva, los mercados libres se harían cargo de la situación haciendo a todos partícipes de la tecnología y de los frutos del esfuerzo, removiendo los obstáculos al progreso y haciendo innecesarias buena parte de las funciones y recursos de los Gobiernos nacionales. Se pasa del reino de los mercados nacionales protegidos y la escasez al reino de los mercados globales competitivos y la abundancia. Globalismo en vez de nacionalismo.

Este modelo se gesta a principios de los años setenta en un pueblo suizo llamado Davos, y se institucionaliza con la creación del G-6 (posteriormente, G-8). Sus grandes virtudes radican en que tiene una formalización simple, funciona bien para los ricos y no hace a nadie responsable de los fracasos. Además, es susceptible de ser humanizado. En el globalismo caben todos.

El globalismo se asemejaba a la religión. Al gobernante catecúmeno le dice: deja todo lo que tienes y sígueme. El Gobierno deberá renunciar a su soberanía monetaria, arancelaria y presupuestaria, despedir servidores y liquidar posesiones, rebajar sus ingresos y dejar hacer, sobre todo, dejar hacer.

Pero en economía, como en política, no se conocen los espacios vacíos. El dinero que púdicamente no emiten los Gobiernos para no contribuir a la inflación, lo emitirán los bancos y las sociedades mercantiles en forma de tarjetas de crédito y acciones con las que comprar bienes de consumo y empresas; las barreras de acceso a los mercados que eliminan los Estados las levantan en cuanto pueden las grandes empresas con patentes, economías de escala, canales de distribución y diferenciación de productos; los monopolios públicos a los que renuncian los Estados pasan a ser monopolios privados.

De todo ello deberían haberse producido mercados competitivos y aumento del bienestar. Esto es, mercados con muchos oferentes y países con menos pobres. Desgraciadamente, si bien de todo lo anterior hay testimonios, de esto último no hay evidencia concluyente. Es más, se acumulan ejemplos sobre el dominio en los mercados y sobre la pobreza de la gente que ponen en duda el paradigma.

Los que combaten la concepción dominante argumentan que: el fenómeno de la globalización

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