Historia de la comunicación
javiersvxyzInforme1 de Junio de 2020
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En el texto Introducción a la practicas de la lectura en la era moderna, de El mundo como representación, Chartier enmarca la historicidad de la lectura en una HSC porque, si bien define un tiempo sincrónico claramente acotado, no centra su investigación en la evolución de la imprenta como sistema tecnológico, sino en los efectos que la imprenta produce en una sociedad en latente cambio. Algunas de las razones por las cuales podemos afirmar que el tratado de Chartier se plantea como una HSC, son las siguientes:
. Propone su enfoque, frente a las transformaciones sociales del Antiguo Régimen (siglos XVI – XVIII), debido a la producción, circulación y posibilidad de multiplicación de escritos impresos que transformaron y permitieron nuevas ideas, modificando, en consecuencia, las relaciones de la sociedad con el poder.
. Enuncia una historia de las formas de lectura, analizando el contexto social, las comunidades de lectores y las tradiciones de lectura, considerando los usos del libro, las formas de leer y los modos de interpretación.
. Analiza, desde una concepción sociográfica, las desigualdades en cuanto al acceso a los libros en el Antiguo Régimen francés, considerando tradiciones culturales y configuraciones sociales.
Mito 1. Un nuevo medio de comunicación, siempre reemplaza o desplaza a otro. La HSC pone en evidencia la coexistencia de formas culturales, pues en ella conviven y se entrecruzan de maneras más conflictivas o más armónicas, modalidades culturales diversas. Así, un mismo texto puede ser apropiado de maneras diversas por los distintos lectores.
Mito 2. Analfabetismo e ignorancia son sinónimos. Chartier apunta sobre la relación errónea entre la alfabetización y la producción de conocimiento. Si así fuera, gran parte de la sociedad habría estado sumida en la ignorancia hasta el surgimiento de la imprenta. Por ello, esta aseveración es falsa debido a que, durante siglos, el conocimiento se ha transmitido a través de la transferencia oral y visual. Aun hoy, la cultura escrita no ha borrado el papel de la oralidad o de las imágenes en la adquisición, transmisión y formulación de conocimientos. Más allá de esto, contrariamente a lo que se suponía, se ha demostrado una fuerte relación entre práctica profesional y los libros en el s.XVI.
Chartier propone una arqueología de las prácticas de lecturas en el S.XVI a partir de textos literarios, pictóricos y material autobiográfico (cartas, diarios, etc.), afirmando que, a partir del s.XVI, letrados de la elite del Antiguo Régimen francés, destinan su tiempo de ocio como tiempo para la dispersión y la recreación mediante la lectura, en principio, íntima y privada. Así, fundamentado en una serie de citas, sostiene que el acto de lectura define una nueva forma de individualidad y de lo privado, por fuera de la esfera pública, del poder político y la vida social.
Sin embargo, leer en los s. XVI y XVII fue también una práctica frecuente en momentos de ocio y amistad, para crear un lazo social alrededor de un libro y cimentar una relación de convivencia dejando de lado aquel sentido solitario y silencioso, a través de textos que proponían un modo de lectura oralizado y teatralizado.
La lectura individual alimenta el estudio y la meditación personales, mientras que la que se hace en voz alta incita al comentario, la crítica, el debate. Según Henri de Campion, el libro y el juego, se transforman en pasatiempos corrientes de oficiales de campaña, y leído en voz alta significa y refuerza el compromiso de amistad.
En este mismo tiempo, en la ciudad se constituyen formas de sociabilidad intelectual alrededor del texto leído en voz alta y del libro hojeado y discutido en salones de reunión de amigos eruditos.
Las veladas campesinas de lectura, se consideran como momentos privilegiados de este tipo de lectura, ya que permitía a los analfabetos del campo escuchar los libros populares. Sin embargo, este diagnóstico parece haber confundido dos prácticas muy diferentes: la lectura en voz alta, que implica lo impreso, y el recitado de historias conocidos de memoria. Se considera que leer en voz alta, era una práctica más ciudadana que rural.
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