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Immanuel W.


Enviado por   •  5 de Marzo de 2015  •  1.556 Palabras (7 Páginas)  •  147 Visitas

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ABRIR LAS CIENCIAS SOCIALES

Describir la historia y retos de las ciencias sociales desde el siglo XVIII hasta el final de la Segunda Guerra Mundial; mostrar los diversos panoramas y fenómenos que estas disciplinas estudiaron tras el nuevo orden mundial, así como los nuevos horizontes que los científicos sociales deben abordar en el presente más algunas pautas que podrían facilitar su labor, son los principales puntos en los que se centra Abrir las ciencias sociales, texto patrocinado por la Comisión Gulbenkian para la Reestructuración de las Ciencias Sociales, escrito por 10 destacados investigadores pertenecientes a las tres ramas primordiales del conocimiento (seis de las ciencias sociales, dos de las naturales y dos de las humanidaes) y coordinado por Immanuel Wallerstein, sociólogo estadunidense, quien funge como presidente de este organismo desde 1993.

El texto, sugerencia de Wallerstein luego de su toma de protesta como dirigente de la Comisión Gulbenkian, surgió ante las inquietudes, problemas y fenómenos a afrontar por los científicos sociales ante la llegada del nuevo milenio. Por ello y a fin de comprender de mejor manera el momento coyuntural por el que pasaban, los participantes de este proyecto editorial dividieron el texto en cuatro partes cuya meta es la propuesta de la apertura de las ciencias sociales a fin de reapuntalarlas y poderles brindar un mayor empuje.

El primer apartado del libro, “La construcción histórica de las ciencias sociales desde el siglo XVIII hasta 1945” es un pasaje sobre el origen de las disciplinas principales de esta rama del conocimiento, su apertura de estudio y consolidación, al tiempo que nos muestra los diversos momentos históricos que permitieron su origen. Comienza partiendo de la idea de que las ciencias sociales son una empresa del mundo moderno, en el que la ciencia clásica se constituía bajo dos premisas: el modelo newtoniano que versaba una simetría entre el pasado y futuro, el cual resultaba en un esquema casi teológico de conocimiento, y por otro lado el dualismo cartesiano, que suponía una distinción fundamental entre la naturaleza y los humanos, la materia y la mente, el mundo físico y el social/espiritual.

Tras los cambios surgidos por la Revolución Francesa y la Industrial, entre ellos la consolidación del estudio científico natural y la reapertura de las universidades como centros de formación del conocimiento ahora independientes de la iglesia, los filósofos sociales comenzaron a hablar de “física social” y reconocieron la existencia de múltiples tipos de sistemas sociales en el mundo, mientras que la aparición del Estado necesitó de la reformulación de la historia (es decir, una historia real) para apuntalar los proyectos de las naciones europeas.

Mientras que las ciencias naturales y las humanidades tenían su campo definido, los estudios sociales se quedaron en un limbo hasta la aparición de Augusto Comte, posterior padre de la sociología, para quien la física social permitiría la reconciliación entre el orden y el progreso al encomendar las soluciones sociales a una élite de personas. A través de su propuesta, nombrada positivismo, sugirió el estudio de una ciencia comprobable y libre de cuestiones metafísicas y teológicas. Entonces, a partir de ello y los estudios de otros hombres como John Stuart Mill, comenzó la creación de múltiples disciplinas de las ciencias sociales para que a través de ellas se estudiara la realidad desde un punto de vista empírico.

En el siglo XIX el estudio de las ciencias sociales tuvo lugar en cinco puntos principales: Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia y Estados Unidos, y antes de la Primera Guerra Mundial (siglo XX) cinco disciplinas sociales ya poseían un estatus de validez, se volvieron nomotéticas: la historia, la economía, la sociología, la antropología y la ciencia política. La primera de ellas, como se mencionó anteriormente, obtuvo su validez ante la búsqueda de una historia real; la economía, por su parte, lo hizo dejando atrás el estudio histórico para enfocarse en el presente y los modelos que empleaban las naciones crecientes; la sociología, al mantener su enfoque por la gente común y los cambios posteriores de la modernidad, impulsando el pulso positivista; la ciencia política logró su desprendimiento del derecho como el estudio de las relaciones del poder y de paso legitimaba también a la economía. Finalmente, la antropología, que había nacido bajo los intereses de dominación de otros pueblos, concebidos como los otros, los incivilizados, encontró su lugar ahora defendiéndolos, estudiándolos.

Sin embargo el derecho, la geografía y la psicología no eran incluidas en este listado debido a su carácter dogmático, a la consideración como ciencia auxiliar anacrónica y sin capacidad de análisis, y a su sustento con base en la medicina, respectivamente.

El segundo capítulo del libro, “Debates en las ciencias sociales de 1945 hasta el presente” ya no se enfoca en la conformación

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