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Infancia Y Juventud


Enviado por   •  17 de Julio de 2014  •  2.764 Palabras (12 Páginas)  •  254 Visitas

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Miguel Ángel

(Michelangelo Buonarroti Simoni)

Nombre

Clase

Fecha

Michelangelo Buonarroti Simoni (Caprese 1475 - Roma 1564) fue un gran escultor, pintor y arquitecto renacentista italiano; también un destacado poeta.

Infancia y juventud

Nació el 6 de marzo de 1475 en Caprese, en el valle Tiberina, en la actual provincia de Arezzo. Fue el segundo de los seis hijos de Ludovico Buonarroti, podestá (alcalde) del gobierno de Florencia, y de su esposa Francesca di Neri, un matrimonio orgulloso de su linaje, que estaba ya en plena decadencia. Al nacer, dada la delicada salud de su madre, fue confiado a los cuidados de un ama de leche, Margherita, que vivía en Settignano, en el valle de Arno a unos tres kilómetros de Florencia, donde los Buonarroti tenían su casa solariega, y cuya familia trabajaba en las canteras. Allí fue donde aprendió a familiarizarse y a amar la piedra.

Trasladada su familia a las pocas semanas de su nacimiento a Florencia, gobernada en aquellos momentos por Lorenzo de Medici, Miguel Ángel pasa allí parte de su niñez y juventud, excepto breves temporadas en Settignano, donde siempre mantuvo buenas relaciones con la familia de su ama de leche. La muerte de su madre, cuando tenía seis años, le unió afectivamente a su abuela Alessandra. Años después su padre casó de nuevo con una mujer mucho más joven que él, a quien los hijos aceptaron y estimaron.

Educación y primeros trabajos

Deseoso de remontar la decadencia familiar, se padre hizo que Michelangelo tomara lecciones, siendo aún muy niño, de Francesco de Urbino, un gramático de Florencia. Pero Miguel Ángel no disfrutaba con estos estudios y comenzaba a sentir una irresistible atracción por el dibujo y el arte, lo cual desagradaba enormemente a su padre y a su tío por considerarlo un oficio manual e indigno de su linaje.

A través de su amistad con Francesco Granacci, entró en contacto con Doménico Ghirlandaio, un maestro muralista que tenía un taller de pintura en Florencia y que fue quien realizó el primer contrato al muchacho, por tres años, tras vencer la oposición familiar cuando este apenas contaba trece años. En él aprendió la técnica de la pintura al fresco y destacó pronto por su originalidad, pero su permanencia allí duró poco tiempo al eximirle de su compromiso su propio instructor.

El contacto con los Medici

Fue el mismo Doménico Ghirlandaio quien le recomendó a Lorenzo el Magnífico para que entrase en la escuela de escultura que había inaugurado en el jardín adyacente al convento de San Marcos, bajo la dirección de Bertoldo di Giovanni. Buscaba el magnate alumnos que quisiesen ejercitarse en este arte y les facilitaba el trabajo poniendo a su alcance su gran colección personal para que pudiesen estudiar los modelos clásicos. Asombrado por su talento, Lorenzo de Medici instaló a Miguel Ángel en su propio palacio, tratándolo como a un hijo, para que pudiera desarrollar su ingenio, y le puso en contacto con los sabios Marsilio Ficino, Cristóforo Landino, Piccolo della Mirandola y Angelo Poliziano, seguidores de Platón, que le iniciaron en la cultura clásica y le hicieron ver la necesidad de estudiar y crear poesía como complemento de su quehacer artístico. Allí conoció a Contessina, hija del Magnífico, de la que se enamoraría platónicamente, dado que su padre impidió la relación comprometiéndola con Piero Ridolfi. Miguel Ángel permaneció en el recinto palaciego seguramente hasta 1492, por lo que presenció las muertes de su maestro Bertoldo y de Lorenzo el Magnífico. A esta etapa corresponden las esculturas del Fauno, la Virgen de la escalera y el Combate de los centauros contra los lapitas.

La desaparición de su protector y el derrumbamiento del mundo en el que se había sentido totalmente feliz le sumieron en una gran depresión. Retornó a su casa y permaneció durante un tiempo inactivo, incapaz de crear nada, hasta que se encontró de forma fortuita con el prior de la orden de los Ermitaños del Santo Spirito, antiguo amigo suyo, que le sacó de su letargo y animó a acudir a su convento para ejercitarse con la copias de las obras de arte del monasterio, además de proporcionarle la posibilidad de acceder al depósito de cadáveres del hospital, anexo al convento, a fin de que pudiera estudiar la anatomía del cuerpo humano diseccionando cadáveres, algo que Miguel Ángel había siempre deseado y era prácticamente imposible de conseguir al considerarse como una profanación y estar penado con la muerte. En agradecimiento, el artista realizó un cristo de gran tamaño en madera para el altar mayor del convento.

Volvió de nuevo a instalarse en el palacio de los Medici invitado por Piero, el hijo mayor y sucesor de Lorenzo, aunque su relación con él nunca fue tan cordial como había sido con su antecesor. Esculpió un Hércules de casi dos metros de tamaño que fue adquirido por los Strozzi.

Una serie de acontecimientos trágicos cambiaron el rumbo de su vida. La muerte de su abuela, el matrimonio de Contessina, la influencia desmedida que ejerció en Florencia el monje dominicano Girolamo Savonarola, los disturbios populares que se originaron en contra de los Medici, la entrada de Carlos VIII en Florencia como libertador y la caída y el destierro de Piero (1492) obligaron a Miguel Ángel a abandonar la ciudad, dirigiéndose primero a Venecia y después a Bolonia. Tenía entonces 19 años.

Breve estancia en Bolonia y nuevo regreso a Florencia

Huyó Buonarroti a Bolonia, donde permaneció casi un año protegido por Gianfrancesco Aldovrandi y conoció a Clarissa Saffi. Durante su estancia en esta ciudad (1494-1495), además de estudiar la obra de Jacopo della Quercia, se encargó de la finalización del Arca de Santo Domingo, sepulcro comenzado por Niccolo dell’Arca que había quedado inconcluso tras su muerte, y esculpió Ángel sosteniendo un candelabro y San Prócolo.

Regresó en 1495 de nuevo a Florencia, dominada por el poder de Savonarola, donde recibió el encargo de esculpir en mármol blanco un San Juan joven, San Giovannino.

Como regalo por su vigésimo tercer cumpleaños, su amigo Granacci le entregó un pequeño bloque de mármol, con el que realizó un Cupido dormido. Lorenzo Popolani le aconsejó tratarlo de forma que pareciese antiguo, y un marchante le compró la escultura para revenderla más tarde a Raffaele Riario, un cardenal sobrino nieto del papa Sixto IV. Advertido

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