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JUAN PÉREZ JOLOTE Y ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL AMOR


Enviado por   •  23 de Agosto de 2012  •  Informes  •  2.408 Palabras (10 Páginas)  •  1.031 Visitas

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JUAN PÉREZ JOLOTE Y ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL AMOR

Antes de comenzar a desarrollar las ideas presentes con respecto a la novela antropológica de Ricardo Pozas, Juan Pérez Jolote, creo pertinente hacer énfasis en los datos proveídos a manera de introducción de este libro, no sin antes remarcar el año de su primera edición: 1952.

La razón por la cual he decidido empezar de esta manera, es porque el autor provee cifras y datos sobre la comunidad que están sujetos a los cambios inevitables que el devenir del tiempo provoca. Es decir, las circunstancias del país en casi todos los sentidos son muy diferentes hoy que hace 54 años, y eso se evidencia en la dinámica y los rasgos de todos los pueblos, indígenas o no. El ejemplo más común, con toda probablidad, es el de la demografía. Para el tiempo en que Ricardo Pozas escribiera el texto introductorio a su relato de Juan Pérez Jolote, la población total de hablantes en el municipio de San Juan Chamula, según lo plantea el mismo autor, era de más de 16000 individuos hablantes de tzotzil. Hoy en día, según el censo general de población y vivienda 2000 del INEGI, la cantidad de hablantes de lengua indígena en dicho municipio es de 48819, de los cuales 30695 son monolingües, cifras que se alejan por varios miles de la que Pozas proveyera hace tantos años. Además, la tecnología ha traído cambios en la vida cotidiana: los caminos y los transportes juegan un papel diferente en cuanto a la migración; los individuos se desarrollan en trabajos también diferentes con respecto al pasado porque la comunidad, como muchas otras, se integra cada ves más a la dinámica económica capitalista del país; la televisión y la llegada de sistemas satelitales que proveen cientos de canales, revelan los modos de vida de las grandes ciudades no sólo de México sino del mundo entero, aventando ideales de vida que repercuten en la parte ideológica sobre todo de los jóvenes; los movimientos sociales como el EZLN que, en definitiva, ha incorporado a los indígenas de los altos de Chiapas a una lucha constante y probablemente les ha dado una conciencia mayor de lo que es y ha sido el indígena en México.

No obstante, hay características del grupo que se mantienen, si no intactas, al menos con una base firme a la que la tradición ha contribuido a construir, tradición misma que también ha sido producto de los eventos acaecidos a lo largo de la historia, proveyendo los elementos que conforman la cultura actual, relatada en gran medida por Ricardo Pozas al contar la vida de un chamula que, aunque “no se trate de una biografía excepcional”, como él mismo lo aclara, provee, si no todos, una gran cantidad de elementos etnográficos necesarios para lograr tener al menos una noción de este grupo, no solamente de la propia comunidad de San Juan Chamula, sino de los tzotziles en general.

Ya que este breve escrito se trata de un ensayo y no de una simple reseña literaria de Juan Pérez Jolote, ni de una extensa etnografía de los chamulas (etnia muy "taquillera" en el mundo antropológico), he decidido detenerme dentro de la trama en lo relacionado a un aspecto en particular que es de mi total interés desde que tuve la fortuna de comenzar a estudiar un poco de tzotzil. Me refiero a la cuestión de los sentimientos y la familia, lo que cotidianamente en nuestra cultura llamaríamos amor, y digo “en nuestra cultura” porque, a pesar de lo que mucha gente opina, un sentimiento, en mi propia opinión, es un producto cultural como todos los sentimientos existentes. Esto lo afirmo a partir de la definición de sentimiento que entiendo como un pensamiento que provoca alguna sensación. Los pensamientos están condicionados por la cultura y, a pesar de existir varias definiciones de este concepto, “todas están acordes en reconocer que es aprendida” (Herskovits:1948, p.29). Las sensaciones, por el contrario, no son aprendidas. Tal vez sí lo sea el modo de reaccionar ante ellas, pero el dolor físico: el frío, el calor, etcétera, son cosas que todo ser vivo siente.

Para explicar lo anterior con base en el libro al que este trabajo hace referencia, comenzaré por dar una muy breve reseña de la historia de Juan Pérez Jolote para desembocar en el análisis del aspecto que aquí interesa.

Juan Pérez Jolote es un personaje de un paraje de San Juan Chamula, cuya historia está determinada por el trato que de niño le dio su papá, un hombre aparentemente alcohólico que golpeaba al pequeño Juan cada que pretendía hacerlo trabajar y se percataba de que el niño no podía con las labores que él pretendía que hiciera, tachándolo de inútil sin pensar o sin querer pensar en que la razón era su corta edad y las capacidades físicas que por ello se tienen. El pequeño, atemorizado, decide escapar de su hogar, yéndose a otro poblado tzotzil en el que una familia lo acogió por un tiempo hasta darse cuenta de que no se trataba de un niño huérfano y por tanto tenía que regresar con su familia biológica. Posteriormente vuelve a escapar, busca en San Cristóbal la manera de incorporarse al trabajo en una finca, dentro de la cual comenzó a ganar dinero que le interesaba enviar a su padre para que éste viera que no era un hijo inútil y ganarse su cariño. No lo consiguió.. Juan se incorpora al trabajo en diferentes fincas hasta que un día cierto evento lo dejó en una situación comprometedora que, al no ser aclarada, lo llevó a la cárcel. Salió de ella gracias a los conflictos militares por las cuestiones políticas del país durante principios del siglo XX, pues buscaban personas que se incorporaran al ejército o, mejor dicho, a los ejércitos carrancistas y villistas. Gracias a ello Juan Pérez Jolote conoce varios lugares de México y en el transcurso también conoce al menos a un par de mujeres con las que se involucró sexualmente.

La primera de ellas, una mujer nada joven con la que se sentía un poco apenado de ser visto, aunque omitía la vergüenza por el disfrute de sus encuentros con ella. La segunda mujer se trató de una joven que conoció al incorporase en las tropas villistas, quien le propuso irse al bañar al río, actividad en la cual se evicenció el coqueteo de la chica hacia él y se llevó a cabo lo inevitable, evento que se repitió constantemente en el monte durante la época que estuvo ahí Juan, antes de decidir marcharse para regresar a su tierra. Cuando eso sucedió, él ya había crecido y olvidado su lengua (tzotzil), por lo que le costó trabajo ser reconocido por su familia y su comunidad, además de que lo volvía alguien no visto con buenos ojos dentro de ella y le costó trabajo volverse a integrar y usar sin pena la ropa tradicional que portaban los hombres y participar activamente en las festividades.

Poco a poco, fue ganándose a su padre, ya que Juan trabajaba por temporadas

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