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LA GUERRA DEL AGUA EN BOLIVIA, SURGIMIENTO DE NUEVAS FORMAS DE MOVIMIENTOS SOCIALES


Enviado por   •  29 de Octubre de 2022  •  Ensayos  •  3.346 Palabras (14 Páginas)  •  203 Visitas

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LA GUERRA DEL AGUA EN BOLIVIA, SURGIMIENTO DE NUEVAS FORMAS DE MOVIMIENTOS SOCIALES

CONTEXTO SINDICAL EN BOLIVIA

En abril del año 2000 en Cochabamba, Bolivia, se cerró un ciclo de conflictos considerados por muchos como el inicio de nuevas formas de acción colectiva, terminando una temporada de protestas que comenzó  en diciembre de 1999, las movilizaciones masivas terminarían cancelando un jugoso contrato para la privatización del agua en Cochabamba con una empresa extranjera disfrazada de nacional. Así se transformó las leyes de legislación nacional que tenía exigencias absurdas y precios muy altos.

Estas movilizaciones se dieron en medio de una crisis profunda en las organizaciones sindicales conjuntadas en la Central Obrera Boliviana (COB) que históricamente encabezaron las luchas sociales en Bolivia. En 1982 Zavaleta Mercado decía que “[…] no es… una exageración decir que, al menos desde 1940, la historia de Bolivia es un duelo entre los militares y la clase obrera”[1]. La expresión  obrera estuvo, después de 1952, en la COB. Su extraordinario poder se basaba en un conjunto de elementos: en la directiva hubo un núcleo de trabajadores entre mineros y fabriles; predominaban en este núcleo formas de trabajo, de vida sindical, que formaban densos tejidos sociales y solidarios, en buena medida reelaborando o readecuando tradiciones andinas con condiciones obreras modernas.

En torno a estas formas de organización, se dio un poderoso proceso de construcción discursivo que combinaba un concepto fuerte sobre el significado de clase y como se consideraba al trabajador como base de la riqueza del país, todo esto en un  contraste indignante ya que los mismos vivían en condiciones sociales infrahumanas. Por otro lado estaba el hito fundacional de la revolución de 1952 (prueba contundente de la eficacia de la acción colectiva mediante protestas) que encontraba su difusión y reactivación en los posteriores sucesivos enfrentamientos del pueblo con el Estado, en particular las masacres y episodios de represión. Pasaron los años y nuevo ajustes estructurales se implementaron de  1985 en adelante, en combinación con privatizaciones de 1993 que afectarían a años posteriores. Esto  ha producido cambios profundos en el mundo del trabajo, socavando cuantitativa y cualitativamente las bases del sindicalismo, y provocando lo que muchos llaman la “muerte” de la COB.

Basándose en las fórmulas de las instituciones financieras (apertura irrestricta, privatizaciones, etc.), las reformas han causado una estabilización macroeconómica sin reactivación productiva. Cabe mencionar que durante este tiempo  las tendencias del comercio informal crecieron, es decir,  trabajadores “autónomos” en su subordinación y exclusión, que ahora son casi el 70% de la PEA, precarización (predominan inserciones laborales sin bases, protecciones sociales o remuneración suficiente para garantizar la reproducción de la fuerza de trabajo), y des sindicalización (ya sea directa, inducida como estrategia Estatal/empresarial, o como efecto de la informalización)[2].

Desde al menos fines de la década de los ochenta, la Central Obrera Boliviana sigue en crisis permanente. Los imagen de mineros estatales, desde donde se irradiaba la forma “sindicato de participación masiva”, prácticamente se ha cerrado. Aunque sin reforma formal, la legislación laboral se ha “flexibilizado”. La privatización ha diezmado a varias federaciones obreras. La organización sindical de los sectores públicos está bajo ataque legal y presupuestario permanentemente. Indicativo de esta crisis es que desde 2000 la COB tiene una dirigencia transitoria, habiendo intentado y fracasado tres veces en ello.

Comentaristas afines a “las reformas” de las últimas décadas celebran el debilitamiento de la COB y hablan de su “muerte cerebral”. Otras voces más razonadas señalan la “muerte” de la COB, pero solo en el sentido de “las condiciones y las proyecciones de la acción en común obrera que prevalecieron durante 40 años… y una manera de inclusión del sindicato en la composición estatal”, es decir, “una forma de la condición obrera y del movimiento obrero y no así del Movimiento Obrero que en los siguientes años podrá adoptar otras formas históricas”[3].

Se presentan entonces la gran  paradoja: por un lado, la COB, institución encargada de la acción colectiva social de antaño, en declive quizás terminal; y por el otro, una clara escalada de acción colectiva de masas, contundente y con significativa eficacia en poner ciertos límites a las “reformas” y planes de las instituciones financieras internacionales. Por lo que  surgen las preguntas ante la  ausencia de la COB, ¿cuáles serían las bases de movilización? Si no es en torno al mundo del trabajo, ¿cuáles son las formas de enmarcar y articular la protesta? Y en las movilizaciones, ¿qué roles juegan los trabajadores y sus organizaciones?

En ese sentido el presente ensayo busca aportar elementos en pos de respuestas a estas preguntas por medio de un análisis de los acontecimientos de 2000 en Cochabamba, denominados la “Guerra del Agua”. A continuación, en una primera parte, observaremos varios niveles de actores transnacional, nacional, y local. Si bien el agua ha sido la base de numerosos conflictos locales, los hechos demuestran que el caso de la Guerra del Agua está lejos de ser uno más: ejemplifica las tensiones y conflictos que la “globalización” entendida en este caso como la presencia decisiva de la inversión extranjera protegida y la ingeniería estatal que esta requiere, construida bajo la tutela de las instituciones financieras internacionales engendran a niveles locales.

La ferocidad y eficacia del conflicto sólo se explica tomando en cuenta la potencia de los elementos que en la Guerra del Agua chocaban: empresas transnacionales poderosas en busca de lucro en mercados de reciente creación; instituciones financieras internacionales (IFIs) al servicio de la creación y explotación de estos mercados; y un Estado sometido a los dictámenes de las IFIs y decidido a coadyuvar “soluciones” al problema del agua vía la privatización. A esto se suma un entorno local con una situación de agua crítica, y una larga y compleja tradición de conflictos en torno al agua, y recién entonces se vuelve legible la Guerra del Agua. Por su rol decisivo pero no siempre aparente, consideramos importante identificar en detalle a los diferentes actores que convergieron para crear el conflicto. En países como Bolivia, es probable que la acción colectiva y conflictividad del futuro gire menos en torno a un “simple” o fácilmente aprehensible conflicto entre capital y trabajo, y cada vez más en torno a lo que algunos han llamado la política de las necesidades básicas o de sobrevivencia (acceso a tierra, agua, capital para el trabajo informal, el derecho al trabajo mismo) . En tanto, consideramos urgente esclarecer las complejos determinaciones del terreno en que se lucha por estas sobrevivencias.

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