LA PROTECCIÓN SOCIAL QUE LOS ADULTOS MAYORES ESPERAMOS

LA PROTECCIÓN SOCIAL

QUE LOS ADULTOS MAYORES ESPERAMOS

Sadio Rojas Pérez.

Dial. en Gerontología Social UC

Dirigente Asociación de Jubilados Universidad de Chile

Miembro de la Red NACAM, Red Nacional de Acción de Adultos Mayores Chile.

La Protección: una necesidad universal.

Para tratar los temas que se refieren a la gente mayor se ha venido utilizando una terminología que, siendo impropia en el fondo, ha llegado a imponerse en la forma.

El hecho en sí deriva de la imagen que se fue creando, a través del tiempo, en el sentido que la senectud era una etapa de la vida sinónima de enfermedad, deterioro, pobreza, decrepitud, en fin, de todos los males humanos.

En buena parte, nosotros mismos ayudamos a que se nos encasille en calidad de “quejones”, ya que permanentemente estamos dando preferencia a hablar de “achaques de la vejez”; a incluir como tema principal de nuestros congresos o encuentros, de "la salud del Adulto Mayor".

Si lo único que hay de verdad en todo adulto mayor es que somos más receptivos, más sensibles a las emociones, a los dolores.

En ese escenario quejumbroso, los agentes sociales son fácilmente penetrados por la propaganda, el marketing, que busca "caricaturas". Nada más fácil que identificar a la persona mayor con un individuo deteriorado, triste, semi inválido, que produce naturalmente lástima.

A esa figura negativa del marketing se la busca, con toda razón y con sensibilidad humana, darle protección

Es de toda lógica que la sociedad debe proteger a sus ciudadanos en situaciones extremas: un 5% del grupo etáreo que se ha dado en llamar Adultos Mayores.

Pero ¿qué los Estados no deben protección a todo ciudadano en situación desmedrada? A los niños, a los minusválidos, a los enfermos... Entonces cuál es la razón por la cual a los ciudadanos mayores en riesgo, se les va a negar una protección igual o preferente como a los demás grupos etáreos?

La sociedad se organiza, precisamente para proteger a sus conciudadanos en situaciones desmedradas y ejemplos los tenemos por miles: en Chile: Mutualismo, Bomberos, Sociedades de Beneficencia, Damas (de todos colores), Caritas, Fundaciones, por citar sólo algunas. Estas organizaciones colaboran a lo que hace o puede hacer el Estado. Y, es ahí donde lo que denominamos protección debe abarcar a nuestros pares "adultos mayores" en situaciones de fragilidad, de invalidez o de postración.

Marcando las diferencias.

Pero se ha venido transformando en hábito el hacer extensivo el término protección a toda demanda por los derechos, como si la autoridad fuera el mecenas que graciosamente otorga “protección” a los desvalidos.

Si los adultos mayores hemos cumplido nuestros deberes, en aquellos roles que nos tocó desempeñar en el entorno social.

Es

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