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LA SOCIOLOGÍA: UNA VISIÓN ACTUAL


Enviado por   •  19 de Julio de 2021  •  Ensayos  •  2.638 Palabras (11 Páginas)  •  126 Visitas

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ALUMNOS:

  • GUEVARA CARRANZA MARLON BRANDO
  • JAVE MORALES DANIEL AUGUSTO

ARTÍCULO: LA SOCIOLOGÍA: UNA VISIÓN ACTUAL

AUTOR: ROMERO PITTARI

RESUMEN:

La sociología se constituyó como disciplina científica en las primeras décadas del siglo XIX, a partir del momento en que los hombres concibieron la sociedad como un producto de su propia creación. La ciencia apareció con un programa fuerte de explicación mediante leyes de los hechos sociales y luego de comprensión del sentido de las acciones del hombre en sociedad.

En ambas vertientes la prueba empírica de las afirmaciones referida a lo social se basó en una cuidadosa observación y, cuando fue posible, en la experimentación de los acontecimientos examinados. Se desaprobó todo recurso a explicar en términos de fuerzas metafísicas o sobrenaturales. Curiosamente, el fin del siglo XIX vio la vuelta de explicaciones de lo social por la raza o la geografía. La sociología que nacía en el país, tanto en la Universidad como en los trabajos de investigación, se sirvió de ese tipo de explicaciones.

El mundo contemporáneo globalizado parece someter a los hombres y sociedades a fuerzas que escapan a su control; de allí la reacción contra la disciplina por parte de algunos de sus más destacados practicantes. Pe-ter Berger cree que ésta ciencia, que tuvo sus momentos estelares, hoy se halla agotada. Wofgang Lepenies sostiene que ella no ha producido jamás saber. Daniel Bell la ve como un "arte imperfecto". Otros sociólogos sos-tienen que la sociología, a pesar de sus esfuerzos, no llegó a gestar un programa efectivo de investigación2.

La reacción contra el pesimismo que reina en las ciencias sociales proviene de una variedad de enfoques vigentes en esta disciplina, los cuales han intentado construir -desde diferentes posiciones- una aproximación nueva que trate de superar las viejas oposiciones que dificultaban una comprensión adecuada de lo social. La amplitud con la cual se abordan los temas ha permitido una clarificación de problemas, antes considerados como irresolubles3. Estos intentos se conocen con el nombre de constructivismo.

Los viejos dilemas

El constructivismo que sostiene el carácter construido de la realidad social, es decir, visto como una producción histórica hecha por actores individuales y colectivos, rechaza las dualidades conceptuales cargadas de filosofía, que ocuparon a los sociólogos hasta no hace mucho tiempo. La oposición entre materialismo e idealismo es una de ellas. Algunas de las versiones del marxismo que encontraban la razón última de la organización social en la economía, ilustran la primera posición; en tanto que los autores que veían en las ideas el motor del cambio, ilustran la segunda. La oposición también tomó la forma de la antilogía espíritu/cuerpo, ideal/real5.

De naturaleza parecida es la distinción entre objetivo y subjetivo. Aquél designa un objeto, una realidad consistente en ella misma, independiente de cualquier percepción que se contrapone a lo subjetivo, entendido como lo que ocurre en la mente, en la conciencia del individuo. El objetivismo intentó descubrir leyes como las de la naturaleza en el campo de lo social. E. Durkheim definió la sociología como el estudio de los hechos sociales como cosas, es decir, ajenos a lo subjetivo. Sus definiciones las acuñó, de la misma manera, alejadas de lo individual.

En los años 60 del siglo que termina, el estructuralismo -como lo concibió Levi Strauss- es un ejemplo de objetivismo. Su célebre frase: "no pretendo mostrar cómo piensan los hombres en los mitos, sino cómo los mitos actúan en la mente de los hombres, sin que éstos sean conscientes de ello", concentra el interés en la estructura cultural, en el mito, que informa sobre la acción humana, más que en las propiedades de esta última. El estructuralismo tuvo una fuerte influencia de la lingüística de F. Saus-sure que pensó la lengua como una estructura basada en las diferencias. El planteamiento sigue vigente en la corriente post-estructuralista que ha dado mayor autonomía al texto que a su autor. De manera general, en esta escuela se ha colocado al actor social en un lugar subordinado.

Pertenece al mismo orden de problemas la clásica contraposición entre lo colectivo y lo individual. E. Durkheim, en su teoría del suicidio, considerado como un resultado de las características del grupo, pertenece a la primera posición. Por su lado, M. Weber y su sociología comprensiva que mira hacia el actor y los significados de su acción, encaja en el marco del individualismo. Modernamente este par de conceptos se tradujo en las sociologías de la interacción social frente a las sociologías de la cultura y las instituciones.

Los planteamientos actuales no sólo buscan ir más allá de estas oposiciones, sino que además pretenden dejar atrás el viejo positivismo fuertemente influido, por las ciencias naturales y desconfiado de la metafísica. A. Giddens, por ejemplo, da un giro ontológico a su teoría. Reconoce como una propiedad del actor su capacidad para separarse de las normas y recursos sociales dominantes. J. Alexander defiende la importancia de los clásicos de la sociología tanto en la manera de concebir la disciplina cuanto en la práctica, en abierta oposición al positivismo, que desdeña el aporte de aquellos. R.K. Merton hacía suya una frase de A.N. Whitehead: "La ciencia que duda en olvidar a sus fundadores está perdida". Para Merton, los planteamientos de los autores clásicos o se encontraban confirmados por la investigación o no tenían cabida en la teoría. Alexander sostiene la importancia y riqueza de esas concepciones clásicas como una manera de aproximarse a la realidad social y humana, sin negar el meollo filosófico que se encuentra en ellas y en toda teoría empleándolo de manera crítica.

Hoy, la posición con respecto a la verdad es, asimismo, diferente de la del positivismo tradicional que creía que ella constituía la línea divisoria entre la ciencia y la no-ciencia. Los sociólogos actuales mantienen la importancia de la verdad, pero, sobre todo, como una búsqueda, antes que como la certeza de haberla encontrado. Finalmente, el peso de las acciones humanas productoras y reproductoras de lo social es también mayor que el de sus determinaciones objetivas, provenientes del entramado institucional y de la cultura.

ARTÍCULO: FUNCIONES DEL DERECHO EN LA SOCIEDAD CAMBIANTE DE NUESTROS DIAS

AUTOR: EMILIO SERRANO VILLAFAÑE

RESUMEN:

«El Derecho -dice poéticamente Gabriel DAnnunzio- es un ritmo de la vida». Y esto -afirma Del Vecchio- me parece exacto y creo que se podría añadir que es un ritmo necesario y constante de la conciencia de los individuos y de los pueblos. De los individuos porque, ciertamente, eso que llamamos «Derecho» es algo que acompaña al hombre en todos los momentos de su vida, aún antes de nacer, y en todas sus proyecciones sociales hasta más allá de la muerte. Y como los modos de la actividad humana son infinitos, así lo es la presencia del Derecho como realidad social, como forma y norma de vida social que preside las actividades humanas de relación, desde las más privadas de la familia, los intereses económicos y morales hasta la regulación de las relaciones del hombre con la sociedad y el Estado v de los Estados entre sí. En una palabra: El mecanismo entero del mundo social, sin el cual la civilización no podría existir siquiera, ya que supone. un principio directivo sin el que el orden se convertiría en caos anárquico. Por eso pudo decir sabiamente Cicerón: «Ubi homo ibi societas, ubi societw, iba ius». El Derecho es permanente en sus principios, pero cambiante en sus sucesivas aportaciones. La parte móvil consiste en la variación indefinida de las instituciones jurídicas; constituye lo perpetuo disponible del Derecho -dice Picard (Le Droit Pur, París 1899)- «tan pronto va al paso como emprende el galope, con lentitud como bruscamente». Si el Derecho es, pues, forma de vida social y ésta, cada vez más compleja, es tan amplia, mudable y progresiva, de aquí la posibilidad del progreso y desarrollo del Derecho. A una sociedad cambiante corresponde un Derecho progresivo. De los pueblos porque la historia del Derecho es, en cierto sentido, la historia de la sociedad total, la historia de la conciencia humana misma. Porque más que ninguna otra institución, el Derecho traduce los sucesos espirituales de la conciencia humana; más que ningún otro símbolo es la manifestación adecuada de la sustancia de la vida colectiva. Es indudable -afirma Lachance (Le Droit et les droits de l'Homme, París 1960)- que, si se quiere considerar en el Derecho su valor de «signo», aparece como el hecho social en el que el alma de los pueblos se proyecta más completamente y se expresa más fielmente. Confrontando con otras realidades este valor común, el Derecho tiene, sin embargo, una esencia propia: mantiene con la naturaleza del hombre relaciones definidas y ejerce en las sociedades funciones específicas. Y gracias a estas notas y a este papel característico, el Derecho es el principio de la civilización.

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