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“LAS DESIGUALDADES DE GÉNERO EN EL ÁMBITO LABORAL”

saluruhDocumentos de Investigación9 de Junio de 2022

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

ESPECIALIDAD EN GÉNERO, VIOLENCIA Y POLÍTICAS PÚBLICAS

UNIDAD DE APRENDIZAJE: ANÁLISIS DE DESIGUALDADES SOCIALES

DOCENTE: MTRA. MARÍA BELÉN HERRERO MARTÍN  

ALUMNA:  MTRA. SANDRA LUCÍA RUIZ HERNÁNDEZ

“LAS DESIGUALDADES DE GÉNERO EN EL ÁMBITO LABORAL”

NOVIEMBRE 2021

CONTENIDO

Presentación

3

   Introducción

5

Diagnóstico

7

Problematización

12

Análisis de caso

15

Reflexiones finales

21

Bibliografía

26

TRABAJO INTEGRADOR UNIDADES 2 Y 3

“LAS DESIGUALDADES DE GÉNERO EN EL ÁMBITO LABORAL”

PRESENTACIÓN

Debemos tener claro el entendimiento conceptual de la desigualdad social, comprendiéndola como la condición o circunstancia de no tener una misma naturaleza, cantidad, calidad, valor, forma de trato, o la manera de diferenciarse normalmente a manera de discriminación, disparidad o desventaja para ciertas personas, comunidad, grupo social, territorio poblacional o colectivo.

La desigualdad es un problema de las sociedades contemporáneas, producto del desarrollo desigual de diversas regiones y de la imposición de ciertas ideologías o valoraciones de unos seres humanos por encima de otros. Visto de esta manera, la desigualdad social implica una distribución inequitativa de oportunidades, del respeto, del trato y del acceso a los recursos,  bienes y servicios, que se fundamenta en diversas razones de tipo cultural, económico o social.

La desigualdad social no se da del mismo modo en todos los lugares y ámbitos. En algunas sociedades se trata de un tema vinculado exclusivamente con la clase socioeconómica, mientras que en otros lugares implica también consideraciones sobre el color de la piel, las costumbres, las creencias, la edad, la orientación sexual, etc. No tiene una causa única, sino que es una consecuencia del modo en que ha transcurrido nuestra historia como humanidad. Jean-Jacques Rousseau reflexionaba sobre el origen de la desigualdad y aseguraba que se hallaba en el estado social, es decir, que el hombre (como categoría) no nace en la desigualdad, sino que la adquiere al empezar a compararse con sus semejantes y ver el modo en que éstos viven, de ahí que este trabajo parte sobre los supuestos que se centran en los ingresos, la productividad, la economía, el trabajo, los mercados, la tierra, el capital, el conocimiento, la aceptación social, las clases sociales, los estereotipos, la violencia, las sobrecargas desiguales de trabajo.

Está desigualdad ligada a las clases sociales, al orden oligárquico, a la explotación, a  la tiranía, a la obediencia, a la opresión, se ha reflejado desde diferentes momentos históricos y contextuales de manera repetitiva en una sociedad discriminatoria y multidimensional basada en el ejercicio del poder y la dominación que tiene una ramificación para el análisis social, es decir, existe un patrón hegemónico ligado al análisis de la desigualdad como producto de las relaciones de poder y transversal en las relaciones familiares, comunitarias y sociales.

El concepto se vincula a diferentes modelos de desarrollo y conceptos como la exclusión social,  la marginación,  la marginalidad,  la marginalidad económica que se encuentra en la teoría marxista, en el materialismo histórico y las relaciones de clase; para pasar a la nueva desigualdad social  que refiere a la protección social, a los derechos sociales, a la mercantilización, producto de la consolidación de la política económica neoliberal que ha provocado empleo precario, bajos ingresos, pobreza y ha promovido los programas de asistencia social y que se ha reflejado como una crisis de la función social del Estado afectando el carácter universal del bienestar colectivo, de la cohesión social, de la solidaridad, la fragilidad asociativa y comunitaria.

Nos podemos dar cuenta de cómo las nuevas formas de construcción de poder económico, político y cultural producen un nuevo orden social profundamente desigual como el que conforma este país, teniendo como horizonte la multiplicidad de variables que confluyeron para esta crisis de desigualdades sociales.

INTRODUCCIÓN

El género ha sido uno de los factores centrales en la construcción de desigualdades. Se han estructurado distinciones sociales y culturales entre los hombres y las mujeres para convertir las diferencias biológicas del sexo en jerarquías de poder, de status y de ingresos. La medición y valoración de las capacidades individuales casi siempre pasa por el tamiz del género, lo mismo que la distribución de cargas y recompensas ligadas a la vida familiar y montadas en una cultura de dominio androcéntrico, machista y patriarcal que ha impuesto los deberes, los quehaceres y los comportamientos en los que se deben desarrollar mujeres y hombres desde el nacimiento en su contexto familiar, comunitario y social, feminizando así la pobreza, la marginación, la vejez, la etnia, entre otras graves desigualdades.

Las desigualdades sociales van íntimamente ligadas con la exclusión, la discriminación, los derechos humanos violentados y tienen consecuencias muy concretas y muy contrarias al desarrollo armónico; perpetúan, la pobreza, el resentimiento social,  los conflictos violentos, ya que el malestar de hallarse estancado en estratos sociales inamovibles suele conducir a numerosas problemáticas que a su vez, repercuten en otras igualmente importantes como el  riesgo a la salud, el incremento del crimen, el odio social, el rezago educativo,  el deterioro de la política, la pobreza, etc. es decir, las desigualdades sociales profundamente arraigadas en América Latina y México particularmente, desde un enfoque multidimensional e histórico nos llevaría a estudiar también los problemas públicos de gran impacto social que traen consigo.

Uno de los hechos sociales más relevantes de la sociedad mexicana contemporánea es la creciente incorporación de las mujeres a todas las esferas que históricamente le habían sido negadas, relegándola al ámbito privado, su casa, la familia, los hijos; pero particularmente es desatacada su creciente incorporación al mercado de trabajo.

Los cambios económicos, el mayor acceso de las mujeres a la educación, la necesidad de más ingresos en los hogares, la reducción de las tasas de fecundidad, el incremento de la jefatura femenina en las familias y la transformación de los valores sociales, han dado lugar a un proceso de continuidad y cambio que se expresa en la diversificación de los ámbitos de participación de las mujeres y de las formas de convivencia familiar y, al mismo tiempo, en la persistencia de la división sexual del trabajo tradicional: el trabajo remunerado, asignado a los hombres y el trabajo doméstico y de cuidado no pagado, asignado a las mujeres.

La irrupción de las mujeres en los espacios públicos ha dejado invisibilizada una realidad que ha cambiado poco: las mujeres siguen siendo las responsables de las tareas del cuidado y la reproducción de la vida familiar y además trabajan en condiciones laborales discriminatorias, menores sueldos y menores prestaciones. La modificación y persistencia de los roles de género ocasiona una enorme tensión, desgaste, desmotivación y anclaje en la vida cotidiana de las mujeres: la posibilidad de combinar el trabajo remunerado con las responsabilidades familiares y el trabajo doméstico.

De acuerdo con esta idea, nos podemos dar cuenta de cómo las nuevas formas de construcción de poder económico, político y cultural producen un nuevo orden social profundamente desigual como el que conforma este país, teniendo como horizonte la multiplicidad de variables que confluyeron para esta crisis de desigualdades sociales y también para determinar el papel que el Estado juega en este sentido en la implementación de políticas públicas que se han tenido que ir transformando.

Los diferentes tipos de familias deben analizarse en estas nuevas estructuras familiares y en la construcción de hogares (nucleares, monoparentales, extensas, compuestas). La imagen de la familia nuclear formada por el padre proveedor, la mujer ama de casa, hijas e hijos prevalece aún como la base para el diseño y formulación de las políticas públicas y programas de gobierno y son negativas para las mujeres porque no facilitan su ingreso y permanencia en el mercado de trabajo y porque ignoran las responsabilidades que los hombres necesariamente habrían de asumir en el hogar ante la nueva situación social del país. Las instituciones refuerzan y reproducen los roles de género y las jerarquías que sobre estos se construyen.

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