ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

LAS ESPERANZAS DE LA DEMOCRACIA EN MÉXICO


Enviado por   •  8 de Julio de 2013  •  2.546 Palabras (11 Páginas)  •  281 Visitas

Página 1 de 11

LAS ESPERANZAS DE LA DEMOCRACIA EN MÉXICO

Edgardo García

INTRODUCCIÓN.

Hacia el siglo IV a.C. el demos griego vio nacer la democracia y junto con ella a distintas formas de apreciarla, por ejemplo, Aristóteles la consideró una forma desviada de gobierno en la que predominaba el interés de la mayoría, por lo que, desde su desenvolvimiento en la polis griega, la democracia se enfrentó a la incertidumbre de la convivencia humana y con el paso del tiempo fue perdiendo terreno ante otras formas de gobierno.

Fue a partir de la segunda mitad del siglo XIX cuando la idea y la cosa (democracia ideal y real, en palabras de Sartori) resurgieron ante una nueva sociedad que superó a través de la representación, la democracia de los antiguos . La mayoría de los países del mundo adoptaron a la democracia como la mejor forma de gobierno.

Sin embargo, la apropiación de la democracia como forma de gobierno no garantizó de manera inmediata un mejor desenvolvimiento de la vida política, lo cual, traducido a nuestra sociedad mexicana contemporánea se evidencia en un creciente desencanto hacia dicha forma de gobierno. En este sentido, es importante la información obtenida por la Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Practicas Ciudadanas (ENCUP) 2008, la cual, me permitirá en el transcurso de estas líneas, demostrar que la visión de los mexicanos acerca del futuro de la democracia es producto de una crisis democrática y depende en cierta medida de una evaluación derivada de la información que poseen acerca del funcionamiento de la vida pública, los resultados en el desempeño de los funcionarios de gobierno y su percepción hacia lo que significa la política en México. Es así como en este ensayo me propongo poner en perspectiva la visión ciudadana acerca de lo que le depara a la democracia mexicana, en un intento por conocer si aún nos quedan algunas esperanzas.

1. La situación de la democracia en México.

El concepto mismo de democracia se ha enfrascado en un dilema teórico: algunos autores sostienen que la democracia es un tipo ideal, una utopía de organización social a la cual la humanidad pretende acercarse; otros más optimistas consideran que la presencia de algunos mecanismos como las elecciones significa la existencia de un sistema democrático. No trataré de resolver el dilema por el simple hecho de que cualquiera de las dos posturas podría ser correcta. Sin embargo, antes de hablar sobre el camino que ha de seguir la democracia en México en los próximos años, es necesario responder de antemano: ¿México es o no una democracia?

En 2008, según datos de la ENCUP, solo 48% de los mexicanos creían que México vivía una democracia, lo cual no es siquiera la mitad de los ciudadanos pero sí una mayoría de ellos. Y como la democracia se construye a través de las mayorías, este 48% de la ciudadanía resuelve para motivos de este ensayo el dilema teórico antes expuesto: México es una democracia.

Sin embargo, el hecho de que nuestro país sea considerado como una democracia (aunque sea por un porcentaje bajo de la ciudadanía) no significa que sea la panacea de la justicia social, la equidad o la libertad. La ciudadanía presenta un desencanto hacia la política y una insatisfacción hacia la forma de gobierno. Como podemos ver en los datos de la ENCUP, para el 2008 solamente el 5.4% de la ciudadanía decía estar muy satisfecha con la democracia en México, lo cual evidencia un tipo de gobierno donde la ciudadanía no está satisfecha pero a la vez no da muestras claras de querer cambiar.

Al respecto, el informe del latinobarómetro en el 2008 nos indica: “La democracia es atacada, criticada, insuficiente, imperfecta, no logra despegar de su punto de partida, pero todos quieren seguir siendo democráticos, y nadie se atreve a salirse de las reglas institucionales aceptadas por el mundo como las mínimas para ser calificada como democracia” . Lo anterior nos indica que a pesar de sus serias limitaciones, la democracia sigue siendo la opción.

Para darnos una idea, algunos indicadores muestran que “en el año 1997, sólo un 41%, de los latinoamericanos era feliz. Esta situación se mantiene hasta el 2001 donde aumenta la felicidad a 68%. La mayor felicidad la alcanzan los latinoamericanos en el año 2006, con un 72%, en pleno crecimiento y desarrollo. En el año 2008 la felicidad baja a 66%, un impacto leve de la inflación” . Los hábiles políticos de nuestro país se justificarían en estas cifras para demostrar que se ha cambiado, que estamos mejor y en primera instancia así pareciera ser la situación, pero si bien la felicidad es una variable complicada en su medición, nos sirve de referencia para observar que a pesar del crecimiento observado en los países de América Latina, se observa una tendencia a la baja en los últimos años.

Por tanto, si comparamos la situación social, económica y política de nuestro país en la actualidad con la situación hace 50 años, sin duda encontraremos un cambio significativo. Atreviéndome a dar un juicio de valor diría que estamos mejor en la actualidad, no obstante, la democracia es perfectible y aún nuestro sistema político mexicano posee rasgos que hace muchos años han desaparecido en otros países del mundo.

Ante esto, existen algunos teóricos que han expresado algo contrario al progreso que muchos políticos pregonan: ¡Estamos ante una crisis de la democracia! Crisis no es necesariamente caos, también puede ser estatismo, parálisis. “Nosotros, en nuestros recuerdos, estamos muy centrados en la muerte rápida de la democracia: un golpe la marchita, los tanques en la calle, un adusto general que nos promete la salvación. Pero la democracia se muere también de muerte lenta. Son procesos en los que nunca hay un episodio que aparezca como decisivo, sino que hay una corrosión donde vamos perdiendo libertades, el régimen democrático va perdiendo legitimidad, donde los políticos se encapsulan en juegos cada vez más autistas”

También, es interesante la propuesta de Collin Crouch quien va más allá de una crisis democrática. Él vislumbra una fase posterior a la democracia caracterizada por un debilitamiento del estado y la súbita aparición de otros actores (por ejemplo, los empresarios), a saber: la posdemocracia. Este concepto “nos ayuda a describir aquellas situaciones en las que el aburrimiento, la frustración y la desilusión han logrado arraigar tras un momento democrático, y los poderosos intereses de una minoría cuentan mucho más que los del conjunto de las personas corrientes a la hora de hacer que el sistema político las tenga en cuenta; o aquellas otras situaciones en las que las élites políticas han aprendido a sortear y a

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (16 Kb)  
Leer 10 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com