LENOIR. Invitación a la práctica sociológica

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OBJETO SOCIOLÓGICO Y PROBLEMA SOCIAL.

Lenoir, R (1993): Invitación a la práctica sociológica, Madrid, Siglo XXI, pp. 57-99.

El autor desarrolla la relación existente entre “objeto sociológico”, aquello que entra dentro del límite del estudio de la sociología como ciencia, y “problema social”, conflicto que se desarrolla en el seno de la sociedad. Para ello, utiliza como ejemplo conductor de “problema social” la “vejez”.

La génesis misma de la sociología, a mediados del siglo XIX, donde las luchas entre las clases sociales se encontraban en su máximo apogeo, determina al sociólogo como especialista en los “problemas sociales”. En esa época se produce una disociación entre la economía “política”, con un único enfoque mercantilista y la economía “social”, interesada en el conjunto de condiciones de la vida obrera. Esta disociación de la vida social en dos sectores facilitó el nacimiento de la sociología como disciplina autónoma de lo que se denominará “gestión de las poblaciones”. Esta definición del objeto de la ciencia sociológica se ve reforzada a lo largo del tiempo por el uso que las diferentes instituciones hacen de los sociólogos: que le ayuden a resolver un “problema”, por definición “social”.

Con estos antecedentes, la mayor dificultad que tiene el sociólogo es que, en el punto de partida, se enfrenta en su objeto de estudio a representaciones prestablecidas, que determinan la manera de aproximarse, capturar y definir ese objeto: “prenociones” (Durkheim, 1985, p. 15). De todas estas representaciones, las que se presentan como “problema social”, constituyen el mayor impedimento.

Resultaría vano definir los “problemas sociales” por una “naturaleza que les sería propia o por una población que estableciera rasgos específicos” (Blumer, 1971, pp.198- 306); además un mismo problema social puede estar constituido por razones diferentes (“vejez”, remite a problemas de carácter muy diferentes: pobreza, envejecimiento, relaciones intergeneracionales…) Así, los principios de clasificación del mundo social remiten siempre a fundamentos sociales. La elaboración de estos criterios de clasificación está asociada al surgimiento de instituciones y agentes especializados que encuentran en estas definiciones el recurso y fundamento de su actividad, tienen su origen en un trabajo social de producción de poblaciones según criterios jurídicamente constituidos. Tomando como ejemplo la “edad”, Maurice Halbwachs consideraba que no es un dato natural, ni siquiera un dato inmediato de la conciencia universal, es, por lo tanto, “una noción social establecida en comparación con los diversos individuos del grupo” (Halbwachs, 1935 a p. 118). Las categorías de edad son ejemplo claro de las apuestas que implica toda clasificación social, definen los poderes asociados a los diferentes momentos del ciclo de la vida.

Lo que constituye el objeto de la investigación para el sociólogo, no es zanjar esas luchas simbólicas, sino analizar esos agentes que las llevan a cabo, los instrumentos que utilizan y las estrategias que desarrollan, teniendo en cuenta las distintas relaciones de fuerza que intervienen. En el ejemplo de la “vejez”, la sociología de la “vejez” no consiste en definir quién es viejo y quién no lo es, sino en describir el proceso mediante el cual se designa a los individuos socialmente como tales.

Por otra parte, no todo problema es un “problema social”; para que se produzca esa transformación se tienen que dar unas condiciones sociales (en el caso del “cáncer”, el aumento del número de casos, su incidencia en clases altas…; o en el caso de la “vejez” una correlación con trastornos económicos que afectan a las estructuras familiares.) Un problema social no es únicamente el resultado de un mal funcionamiento de la sociedad, es producto de una construcción, de un verdadero trabajo social, con dos etapas esenciales: reconocimiento (hacer visible la situación particular) y legitimación (insertarlo en el campo de las preocupaciones sociales).

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