LEONORA CARRINGTON “CONEXIÓN ENTRE DOS MUNDOS”
enrique.gsaEnsayo10 de Diciembre de 2015
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LEONORA CARRINGTON
“CONEXIÓN ENTRE DOS MUNDOS”
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Nombre: J. Enrique Padilla Cuadra Universidad: Autónoma de Aguascalientes
Materia: Historia del Arte en México XIX Centro: Ciencias Sociales y Humanidades
Fecha: 11, Dic. 2015 Departamento: Historia
Semestre: 5to.
LEONORA CARRINGTON
“CONEXIÓN ENTRE DOS MUNDOS”
“La vida y la muerte, lo real y lo imaginario, el pasado y el futuro, lo comunicable y lo incomunicable, lo alto y lo bajo, dejan de ser vistos como contradictorios”. – André Breton [poeta surrealista “segundo manifiesto del surrealismo”, en manifiestos del surrealismo, trad. Andrés Bosh, Guadarrama, Madrid, 1969, p.162]
INTRODUCCIÓN:
En el transcurso de sesenta años, Carrignton ha elaborado dos novelas y muchas pinturas. En este trabajo exploraremos su vida y algunas de sus obras, pero para una interpretación y entendimiento de sus pinturas, será de mucha ayuda leer pequeños extractos de sus novelas, ya que en ellas, en mi parecer, se encuentra la voz de sus pinturas.
La mente de Carrington es un mundo liminal, así que no ha de extrañarnos las imágenes vivas de sus pinturas, en cada cuadro en blanco, ella imaginaba un mundo paralelo, donde el pasado se funde con el presente, lo verdadero con lo falso, es un mundo contradictorio para la razón, pero un mundo coherente para la imaginación.
Fue difícil para mí mantener la mirada fija en sus pinturas. Me entretiene la imaginación y las historias salidas de un posible mundo paralelo, pero siempre y cuando, la imaginación o historias inventadas nos revelen algo de nuestra realidad. Carrington, en algunos momentos es confusa, no sabes si con su surrealismo trata de interpretar la realidad, o si usa la realidad para interpretar su imaginación surrealista, no sabes si nos quiere enseñar sobre el presente, o si solo imagina el futuro.
Los muralistas reconocidos en México, estaban interesados en la historia de la humanidad, sus obras tenían sentido para el hombre del presente y para aquellos que habrían de venir. Su intelectualismo se veía impregnado en cada muro, no eran artistas víctimas de la ignorancia, sino que sus pinceles eran como su tuvieran mente propia, y sus trazos comunicaban más conocimiento que muchas academias de prestigio.
Pero aquí nos encontramos con una mujer sin límites, al ver sus pinturas, parece que la realidad misma le aburría, su mente necesitaba ver cosas que no se encentraban en el mundo material. Pasó dos años con los surrealistas de Francia, así que es preciso conocer la mente de Carrington para entender su arte. Para esto, cito un párrafo de su novela “La puerta de piedra”:
“Con una máscara puesta, me encuentro a cuatro patas, con la nariz casi el hocico de un lobo. Nuestros ojos se juntan en una mirada, aunque permanecemos ocultos, yo detrás de mí misma, el lobo detrás de él; estamos divididos por nuestros cuerpos separados. Aunque nos miramos atentamente a los ojos, un muro transparente nos aísla de la explosión en donde las miradas se cruzan fuera de nuestros cuerpos. Si por algún sabio poder lograse yo captar esa explosión, esa misteriosa zona exterior donde el lobo y yo somos uno, quizás se abriría entonces la primera puerta y revelaría la cámara que hay detrás”.
Leonora decía que todo está conectado con algo más, y conocer aquello que producía la conexión, era su mayor interés. Es teniendo esto como fundamento, que podremos entender las pinturas de Leonora.
EL COMIENZO: LOS PRIMEROS AÑOS DE IMAGINACIÓN
Nació el 6 de Abril en Chorley Lancashire en 1917, en el norte industrial de Inglaterra. Fue hija única, de un padre inglés adinerado y una madre irlandesa. Su padre trabajaba en una industria textil, y gozaba de la cacería y las caminatas al aire libre, mientras que su madre era una fabulista quien gozaba de contar cuentos de hadas y de nutrir la imaginación de su hija.
Por sus venas fluye un talento femenino que viene tanto de su abuela irlandesa, descrita como libre espíritu celta, como de su antepasado Mary Edgeworth, celebre escritora británica. Esto provoca una mezcla que actúa como reactivo ante las leyes pero que busca también el alma de lo sublime a través del arte. Ella misma, muy acertadamente, se define como “una yegua de la noche”, que cabalga batiendo sus músculos poderosos en busca del desarrollo y el futuro propios, sin ninguna clase de dependencia.
Sus pinturas no son más que el reflejo de su niñez, desde las historias nocturnas de su madre, y la literatura siniestra de Lewis Carroll, las historias de fantasmas de M.R. James. Y los dioses nórdicos. Otro año importante, fue en 1920, donde queda junto a sus hermanos bajo los cuidados de una institutriz francesa, un instructor de religión y una nana inglesa, que la introduce en el mundo de las hadas y cuyos relatos fueron de gran influencia.
Fue una joven rebelde, no se acomodó a las expectativas de su época, como su cultura familiar y su formación en colegios de monjas. Ella se enfocó en llenar su mente de fantasías, le llamaba la atención las cosas fuera de lo común, de ahí su ira por tener que sujetarse a las limitaciones que tenían que experimentar las mujeres de su época. Por esta razón, vemos que años más adelante, escribiría sobre temas de la rebeldía juvenil y pintaría animales imaginarios de su infancia.
La educación formal de Carrington terminó en la escuela de formación social para señoritas de Miss Penrose, en Florencia. Pero ella seguía aferrada a su mundo interior, parece ser que la realidad no era de su interés, por eso ella continuó leyendo literatura contemporánea y filosofía.
Le gustaba asistir a presentaciones de bailes, y su familia no estaba de acuerdo en la vida de artista de las mujeres, pero tras largas conversaciones, su familia llegó a un acuerdo con ella y le dieron la oportunidad de estudiar en el Chelsea School of Art de Londres y de ahí se pasó a la escuela de arte de Amédée Ozenfant.
Las mujeres no tenían permitido el ingreso en las escuelas de bellas artes patrocinadas por el Estado, como la Royal Academy de Londres o la Académie de Beaux Arts en París. Ella debía ajustarse a lo permitido para su sexo, lo cual era tomar entrenamiento en dibujo, que era dibujar una y otra vez algún fruto en una hoja de papel.
Por seis meses solo dibujaba una manzana de manera repetitiva. A pesar de su espíritu rebelde, agradeció la oportunidad que se le dio, ya que fue ahí donde aprendió el valor del oficio y el conocimiento de los materiales, que de hecho, fueron los característicos para todas sus obras.
Las mujeres no recibían apoyo como artistas, y muchos menos para alguien con la mente imaginativa de Carrington. Pero aún con todos los impedimentos, Londres tenía lo necesario para formar su carrera artística. Había una tienda de libros usados llamado “West Kensington”, donde compró las obras de Alexandra David.Neel y de Sir James Frazer [With Mystics and Magicians in Tibet e Intiations and Intiates in Tibet, 1931.] Estos libros fueron fundamentales para su inspiración artística y para su recorrido espiritual en el budismo. La obra de Frazer “La rama dorada” la convirtió en una escéptica de las versiones oficiales de la historia.
Empezó a tener contacto con el surrealismo, y fue la pintura de Max Ernst “Dos niños amenazados por un ruiseñor” que causó en ella la convicción de quien sería como artista. Para su sorpresa, conocería a Ernst por contacto de una amistad de la academia de Ozenfant. En la relación que formaron, empezaron a intercambiar ideas. Ella le presentó las obras de Lewis y James, y el la introdujo en la literatura del romanticismo.
La relación entre Leonora y Ernst fue algo extraña, eran dos amantes rebeldes, él era un hombre mayor ya casado, y Leonora era una joven dama. Este dato es importante, ya que Leonora representa en sus pinturas su relación con Ernst, por medio de animales. Ella se identificaba con un caballo blanco y a él con un ave.
Leonora tenía solo 20 años cuando conoció a Max Ernst en Londres. Entonces el pintor ya contaba con 47 años y con bastante fama como surrealista. La gran diferencia de edad y el hecho de que Ernst estaba casado, así como sus posiciones surrealistas radicales hacían que esta relación no contara con la aprobación del padre de Leonora. A pesar de ello, la pareja se reencontró en París y pronto se fueron a vivir a la provincia, al poblado de Saint Martin d´ Ardéche, en una casa de campo que adquirieron en 1938.
En París pudo convivir con personajes notables del movimiento como Joan Miró y André Breton, así como con otros pintores que se reunían alrededor de la mesa del "Café Les Deux Magots”, como por ejemplo el pintor Pablo Picasso y Salvador Dalí. Esta fue otra experiencia que marcaría su rumbo como artista.
LA GUERRA: EL CAMINO DE LA LOCURA
En Septiembre de 1939 estalló la guerra que puso fin al interludio europeo. Ernst lo encarcelaron por ser ciudadano Alemán, y aunque lo liberaron gracias a la intervención de Leonora, este volvió a la cárcel en 1940. Carrington se vio aterrorizada por la guerra, así que huyó de su pueblo y se dirigió a España, donde terminó hospitalizada.
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