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El Mundo Entre dos guerras


Enviado por   •  15 de Octubre de 2013  •  2.572 Palabras (11 Páginas)  •  328 Visitas

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El Mundo Entre dos guerras

1914 1918 1939 1945

La década que siguió a la primera guerra mundial estuvo dominada en occidente por las complejas cuestiones derivadas de los tratados de paz, la rehabilitación de la economía y la defensa de los regímenes de la contaminación bolchevique. Por todas partes se difunde una marcada exaltación nacionalista que iba aparejada al conservantismo en lo político que se tradujo en gobiernos personales y fuertes. Francia e Inglaterra enfrentaron con fuerza, tanto las dificultades económicas como los movimientos obreros. Polonia, España, Portugal, así como también Yugoslavia, Rumania, Bulgaria y Grecia fueron dirigidos por dictadores y gobiernos personales con plenos poderes. Entre tanto Alemania enfrentaba todas las pruebas inherentes a la postguerra de un vencido. Agobiada por el peso de los tratados y las cláusulas de las reparaciones vería hundirse su economía en medio de la mayor crisis financiera.

En este contexto comienzan a mostrar sus primeros brotes el fascismo y el nacionalsocialismo. Sus líderes percibían perfectamente cómo el temor al comunismo haría que los estadistas de occidente los considerasen “como el mejor antídoto contra el veneno ruso”.

El Fascismo:

Surgió con fuerza por primera vez en distintos países entre 1919 y 1945, sobre todo en Italia, Alemania y España, como un movimiento político nacionalista, populista, anti-intelectual, partidario de la acción, autoritario, anti-oligárquico en su apariencia, pero no en los hechos, anti-socialista y anti-comunista. Fue la respuesta de los sectores sociales medios y los nacionalistas ante el panorama de postguerra. La clase media europea que venía en ascenso se vio muy afectada por la guerra, pero más todavía por la crisis económica y política posterior a la guerra que amenazó acabar con sus ahorros y empobrecerla. Especialmente en Alemania e Italia, el fascismo fue una respuesta de rechazo al orden tradicional por el fracaso de los gobiernos democráticos para solucionar las dificultades económicas, pero también contra el peligro de la revolución socialista, que representaba un retorno a la condición proletaria. A esta clase media se agregaron sectores nacionalistas de excombatientes que culpaban a los socialistas, liberales y judíos por las consecuencias de la guerra mundial. De allí la extraña mezcla de elementos conservadores y revolucionarios propia de los fascismos.

El fenómeno fascista probablemente no se habría dado sin las grandes crisis económicas. Después de terminada la Gran Guerra, se desató una crisis, y ya en 1921 Europa entera estaba combatiendo el deterioro de la producción, la cesantía y la inestabilidad de la moneda. En este ambiente, las soluciones fascista y socialista consiguieron miles de adeptos. En dos de los países donde los problemas económicos y sociales se presentaron más agudos, y donde el sentimiento nacional era mayor por las duras condiciones de paz, la solución a la crisis se buscó por el camino del fascismo: en estos años se formó el Partido Nazi en Alemania y llegó al poder el partido fascista en Italia.

Italia: después de la guerra se sumía en un estado de frustración y malestar social. Benito Mussolini había fundado un partido político denominado Partido Fascista (en referencia a un antiguo símbolo romano), al cual arribaron todos los descontentos: clase media, estudiantes, nacionalistas y antiguos combatientes de la guerra.

En 1922 Mussolini se apoderó del control del gobierno italiano e implantó el régimen fascista, con la existencia de un partido único; se convirtió en “El Duce” imponiendo una férrea dictadura: se abolieron los sindicatos, las huelgas fueron prohibidas y los opositores políticos silenciados, apoyado en una milicia: “Los Camisas Negras”. El régimen de Mussolini logró disminuir el analfabetismo y desarrolló la producción industrial, pero a medida que su poder se acrecentó, sus acciones fueron cada vez más ambiciosas y drásticas.

En su política exterior, emprendió una campaña de prestigio internacional, la reclamación de los dominios coloniales perdidos y la reivindicación de las “Tierras Irredentas”.

Pero el fascismo italiano no se consolidaría definitivamente, ni el nazismo alemán llegaría a gobernar sin los efectos de la Gran Depresión de 1929 que sacudió al mundo...

Al otro lado del Atlántico, Estados Unidos vivía sus años de gran prosperidad, en los cuales se generó la mayor concentración de empresas industriales y se duplicaron en menos de diez años los dividendos distribuidos por las grandes compañías. En lo político, los EEUU después de la I Guerra, se habían desligado de todo compromiso internacional en ocasión a los tratados de paz, para disfrutar en cambio de la riqueza que acudía desde sus deudores repartidos por todo el planeta.

El origen de la crisis tuvo lugar en este país, con un exceso de producción y la caída total de los valores de la bolsa de Nueva York. Cuando ocurrió el terrible desastre del “Jueves Negro” (24 octubre 1929) la catástrofe resultó fulminante, sorprendía a los empresarios norteamericanos, así como a los europeos, en un periodo de confiada y excesiva expansión de los créditos. Los bancos cerraron y las quiebras a partir de ese momento se sucedieron en un ambiente de pánico. El mercado de dinero se agotó, los precios agrícolas se vinieron abajo, la miseria y el desempleo asolaron al país.

Desde los EEUU, la crisis pasó a Europa, pues los norteamericanos dejaron de invertir, conceder préstamos y comprar productos. En una auténtica reacción en cadena, la depresión económica afectó al mundo entero, arrastrando en su caída tanto a débiles como poderosos. Con el “Crack de 1929” había comenzado el peor desastre financiero de toda la historia del capitalismo.

La contracción de los mercados de consumo, la reducción del comercio mundial, el cierre de las fábricas, llevaron mayor miseria a las grandes masas de población de todo el mundo y la cesantía alcanzó en un momento a bordear los 40 millones de cesantes. La seriedad de la crisis, así como su propagación mundial, marcarían profundamente a la humanidad de la década del 30, como una sombra de inquietud y desconfianza. Pero la gran depresión económica de estos años afectó también en el plano político, con una nueva inclinación de los gobiernos hacia el autoritarismo y una desconfianza cada vez más acentuada frente al socialismo y el comunismo. Sin embargo,

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