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LOBO CON PIEL DE CORDERO


Enviado por   •  8 de Junio de 2018  •  Biografías  •  1.690 Palabras (7 Páginas)  •  150 Visitas

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   TRAS EL COMIENZO DE LIGA, HACE YA UNOS MESES Y VIENDO QUE "NADIE" PONE SOLUCIÓN DE FORMA OFICIAL, AL ATROPELLO AL QUE MI HIJO PEQUEÑO ESTÁ SIENDO SOMETIDO, (ni por parte de la Delegación de Baloncesto de Almería, ni por parte de la Federación Andaluza de Baloncesto) ME VEO EN LA OBLIGACIÓN DE PUBLICAR ESTAS LETRAS PARA QUE LA GRAN FAMILIA DEL BALONCESTO DE ESTA BENDITA CIUDAD SEPAN DE ESTE PERSONAJE.      QUE CADA UNO PONGA LA MANO EN SU PECHO, QUE CADA CUAL LE PONGA EL NOMBRE QUE QUIERA, QUE YO SABRÉ PONERLO EN SU SITIO Y DIOS LE RECOMPENSARÁ POR SUS ACCIONES.      GRACIAS DE TODO CORAZÓN.

LOBO CON PIEL DE CORDERO. -

     Hay temas del corazón, que la razón no entiende.     Todo padre que se precie de ello quiere o pretende lo mejor para sus vástagos, pero a veces, muchas veces, lo aparentemente bueno, no tiene porque, necesariamente serlo.      Hace mucho tiempo pululaban una ingente cantidad de charlatanes, ávidos de fortunas, que te vendían su ''mejunje'' como la última panacea existente en el momento y nunca más lejos de la realidad.      Hay individuos que ''se venden'' como los salvadores de la Patria, los solucionadores de tus preocupaciones cotidianas, seres autárquicos que piensan, en su egolatría, de que no necesitan a nadie y que mejores que ellos….     ''tienen que nacer''.

     Pero sin pretender extenderme mucho, paso a exponer el tema.      Mi hijo pequeño, un apasionado de Baloncesto, un guerrero de tan solo once años, tuvo la enorme suerte de dar con uno de los mejores entrenadores dentro de este mundo y en uno de los más grandes y respetados Club de Basket en esta bendita Ciudad.     Por táctica de juego y por motivos que, (dentro de mi ignorancia) a día de hoy desconozco y que solamente el entrenador sabrá, no convocó a mi hijo en los últimos meses de la liga pasada y sinceramente, dolido por ver como el pequeño asistía cuatro días de entrenamiento y no tenía la opción de jugar, mi ofuscación me hizo escuchar quimeras de otros ''vendedores de humo''.

     Al principio eran todo halagos y lisonjas hacia el ''desaprovechado'' potencial de mi hijo.     Tanto fue que, tras unos meses de Tecnificación y adulación, mi pequeño optó por quedarse en este nuevo Club ante la promesa de que iba a jugar ''.... y mucho…'' con este nuevo sueño, con este nuevo grupo de niños maravillosos.     Pero pronto se empezó a ver la verdadera cara de....   ''Míster Hyde'', dejando muy de lejos al afable Doctor Yequil.      La desmesura de sus gritos, lo evidente de sus gestos corporales con movimientos espasmódicos y el trato, a veces, muchas veces, humillante con los niños, me hizo caer con estrépito de la nube donde estábamos temporalmente, asentados.

      Ante la evidente mejora en el juego personal y de equipo de mi pequeño y reconocido por los otros Padres/Madres, yo no cabía en mi de gozo.     Ganando al equipo, a priori favorito, a mitad del partido de más de veinticinco puntos y sin esperarlo absolutamente nadie, la emprendió a gritos y malos modos con mi hijo porque al finalizar el tercer tiempo, cogió la botella de agua Y SE ASOMÓ AL FINAL DE LA LONA, PARA VER A SU ANTIGUO EQUIPO QUE JUGABAN EN LA PISTA DE AL LADO.      Yo pasé, de la felicidad del ''buen hacer'' de mi hijo, al estupor, a la incredulidad y la perplejidad de ver a un individuo de más de cincuenta años, como trataba con tanta humillación, falta de respeto, tensión y desmesura, hacia un niño tan pequeño y como ''premio'' por un buen trabajo realizado.    Con las venas del cuello marcadas, cuán Cantaor de Flamenco y al borde de un infarto, el muy Valiente se desahogó con un ''enemigo'' de tan solo once años.      El niño, bloqueado por lo agresivo de la actuación y la vergüenza que le estaba haciendo pasar, optó por protegerse y mirar al suelo, haciendo solamente el gesto de encogerse de hombros, a lo que este "Terapeuta" incrementaba sus gritos y acentuaba sus gestos de desprecio.     Desde la grada y ante la impotencia del momento, llamé a mi hijo indicándole de que cogiera su mochila, que nos marchábamos de aquella pesadilla, pero no contento con todo eso y viendo de que mi hijo me buscaba con la mirada esperando mi ayuda ante tanto atropello, le increpaba con la misma falta de respeto y cogiéndolo de malos modos del brazo, espetándole''.... NO MIRES A TU PADRE, QUE NO MIRES A TU PADRE''.      Mi pequeño, obedeciéndome al instante y loco por salir de allí, cogió su mochila y cuando se disponía a salir, este individuo siguió ''escupiendo'', que ’'...si se marchaba en ese momento del Pabellón, NO VOLVIERA A SU CLUB''.

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