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LOS PRIMEROS CODIGOS


Enviado por   •  1 de Septiembre de 2013  •  683 Palabras (3 Páginas)  •  414 Visitas

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LOS PRIMEROS CODIGOS

Humildad: La virtud más elevada del místico es la modestia. Al respecto se dice que “el saber que no es expresado con humildad, deja de ser aprovechable”.

Dios proporciona el primer ejemplo de modestia. Por lo tanto, la grandeza de Dios es haber descendido hasta el hombre.

El orgullo es una máscara de los propios defectos y la soberbia es ignorancia.

La virtud de la humildad en el Árbol de la Vida o sefirót (esferas) se encuentra al principio, en la esfera de máljut, pues sin humildad es imposible entrar al reino de Dios.

Transparencia: La Kabaláh no es un aprendizaje convencional. Para aprenderla hay que despertar el deseo infinito de recibir la iluminación para compartirla, es decir, ser un canal transparente. Los kabalistas que estudiaban el Sefer Ietziráh o Libro de la Formación en su sentido de manual de meditación prevenían que sólo aquel que haya alcanzado el grado de transparencia podía entrar en los misterios de la formación de todas las cosas. El conocimiento es reconocimiento: Todo alumno (talmíd) que inicia sus estudios de Kabaláh, en principio y en apariencia no la conoce experimentalmente. Por lo tanto, se guía por su intuición, la cual le brinda una determinada certeza que luego experimentará, recorriendo así un camino desde la certeza intuida a la certeza experimentada. Es decir, de una afirmación a otra afirmación. Esto se debe a que lo que se aprende en la Kabaláh no es nada nuevo para el propio espíritu. El cual es una chispa de Dios.

Equilibrio y sentido común: Para estudiar Kabaláh es necesario un equilibrio en la vida social del alumno, habiendo pasado ya ciertos aprendizajes de maduración y responsabilidad. Vínculos estables permiten dedicarse a los estudios sin caer en confusiones. Una sexualidad regular y un trabajo digno es también importante para no utilizar la Kabaláh con otros fines que no sean trascendentes.

Si bien el aprendiz busca encontrarse a sí mismo, esto debe desarrollarse en un marco de armonía y sentido común.

Aprender de un Maestro: Como vimos, la semilla kabalista se pasa de boca a oído, es decir, de corazón a corazón. Es justamente la mágica transmisión de lo intransmisible. Solo el conocimiento dado desde el amor y la humildad construye y edifica sobre cimientos sólidos la sabiduría. Pero cada quien se conecta con los maestros afines a su proceso interior de aprendizaje. Es fundamental aprender con un guía, que si bien no se interpondrá entre nosotros y nuestro destino, servirá de orientación, por su experiencia, facilitando nuestro propio encuentro.

JEBRUTA, compañeros místicos: No sólo es necesario aprender con un maestro, sino que también son importantes los compañeros, que desde nuestro mismo nivel de aprendizaje nos sirven como espejo

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