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La Adopcion


Enviado por   •  26 de Mayo de 2014  •  8.104 Palabras (33 Páginas)  •  173 Visitas

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La adopción

A lo largo de la historia de las civilizaciones tanto actuales como antiguas el hombre ha luchado por obtener su máximo desarrollo en un plano material pero sobre todo espiritual y sentimental, siempre uno complementando a otro para obtener un grado máximo que es la felicidad, algo anhelado por todos los hombres a lo largo de los tiempos y la causa de muchas luchas a lo largo de los siglos, por lo cual esta misma felicidad se ve traducida hoy en nuestros días como aquello que acompaña a la realización del fin propio de cada ser vivo, la felicidad que le corresponde al hombre es la que le sobreviene cuando realiza la actividad que le es más propia y cuando la realiza de un modo perfecto; es más propio del hombre el alma que el cuerpo por lo que la felicidad humana tendrá que ver más con la actividad del alma que con la del cuerpo; y de las actividades del alma con aquella que corresponde a la parte más típicamente humana, el alma intelectiva o racional (Aristóteles, 1985). Es así como Aristóteles en una de sus grandes obras concluye señalando que para obtener la felicidad es necesaria una cantidad moderada de bienes exteriores y afectos humanos, ninguno mas que otro, sino que, como lo señala este mismo pensador existen las virtudes que son propias de la razón así como también las éticas, estas ultimas consisten en un hábito de elección que conduce a optar por el equilibrio entre dos extremos viciosos a lo cual llama justo medio. Este es un hábito porque no basta con haber elegido bien una sola vez para llegar a considerarse virtuoso. La tendencia permanente a obrar correctamente se adquiere por una serie larga de repeticiones en la elección de lo correcto que genera en nosotros una costumbre. La razón es la que determina en cada caso cuál es el justo medio, el cual no puede ser establecido por una regla, sino por la voluntad humana. Es así como Aristóteles nos ayuda a comprender como la felicidad consiste no solo en los aspectos materiales de la vida sino también en los humanos, los cuales se pueden obtener por sí mismo o por otras personas, es aquí donde pensamos y más aún nos damos cuenta como en el día a día la felicidad llega de distintas maneras a nuestras vidas, la más significativa y especial es la que recibimos de nuestras familias los que somos dichosos de tenerla y quienes no poseen este privilegio ya sea por dificultades físicas o por cuestiones de salud pueden tener la oportunidades de crear una según sea el caso concreto y conforme a lo establecido en la legislación poder constituir una familia por medio de la adopción de un menor.

No podemos hablar de adopción, de los lazos y deberes que se crean entre el adoptado y el adoptante sin haber hablado antes de la familia, quien será el núcleo y albergue de este nuevo miembro de esta institución.

Hemos escuchado mucho a lo largo de nuestra vida sobre la familia, la vivimos día a día pero la realidad es que no logramos entender cuál es el fin último de esta y la manera en que repercute o mejor dicho debería de repercutir en la sociedad para llevar a la misma a su desarrollo no solo económico, político y social en aras de la ética, sino en el desarrollo humano e intelectual de las personas que son parte de este núcleo social.

El matrimonio, primer paso de la creación de una familia tiene una evolución histórica a lo largo de los anos la cual es importante que conozcamos dentro del marco de la adopción ya que solo una de estas podrá poseer el derecho a incorporar a un nuevo mismo a la familia. La importancia de la unión intersexual de la pareja y la consecuente procreación de los hijos que dan origen a la organización familiar que es la base y fundamento de la sociedad, han motivado que se preste específicamente atención especial a esta, tanto desde el punto de vista social y religiosos como desde la perspectiva jurídica.

Es así como existen periodos dentro de la prehistoria que nos permiten observar la trascendencia en nuestra presente organización y es por esto que se da una reglamentación del matrimonio como un antecedente actual. En la antigua Roma el matrimonio fue un hecho reconocido por el derecho para darle efectos, de esta concepción se derivó la naturaleza del matrimonio como un estado de vida de la pareja, a la que el Estado o el gobierno le otorgaba determinados efectos.

“En un principio no se requería ninguna ceremonia para la constitución del matrimonio, sino que solo era necesario el hecho mismo de la convivencia de un varón y una mujer. Si bien es cierto que la celebración a propósito del matrimonio era frecuente, esta solo tenía un carácter religioso, no jurídico o adecuado a derecho. Con ella comenzaba el nuevo estado de la pareja, sin embargo, no era indispensable que se llevara a cabo, de ahí que hubiera varias formas de iniciar el matrimonio, desde la ceremonia de la confarreación” (Margadant, 1986) que era la forma más solemne de carácter religioso y la competió que era la forma sin carácter religioso, hasta la simple entrega de la mujer en casa del marido o, incluso por solo obtener la mano de la mujer.

Con el cristianismo se estableció la manifestación del consentimiento de las parejas para contraer matrimonio ante la iglesia y de que la ceremonia quedara registrada en actas parroquiales. De este modo, el matrimonio adquirió una forma determinada de celebración que permitió distinguir claramente la unión matrimonia de otra uniones como el concubinato . Sin embargo y no obstante que la celebración se hizo indispensable para que hubiera matrimonio como lo estableció el concilio de Trento entre 1545 y 1563, la iglesia siguió distinguiendo el simple matrimonio celebrado del consumado por la unión real de la pareja, pues en ocasiones este no se consumaba porque los contrayentes no llegaban a tener relaciones sexuales, circunstancia que lo colocaba en el estatus de matrimonio no consumado.

A partir de tales peculiaridades Carlo Jemolo distinguió entre matrimonios constituidos y matrimonios celebrados. Para el, los primero son las uniones que conforman un género de vid, aun cuando no sean precedidas de una ceremonia, en tanto que los matrimonios celebrados son los antecedidos por ceremonias creadoras del vínculo, sin que importe, para que existan los derechos y deberes consiguientes, si a la celebración le sigue una relación carnal de la pareja o si solo tiene lugar un simple estado de convivencia, como ocurre en los matrimonios de enfermos y ancianos.

En algunos países que adoptaron la distinción entre los dos tipos de matrimonio, prevaleció, en el matrimonio celebrado, un sistema de legislación civil. Tal fue el caso de España y por supuesto de sus colonias, en virtud de un decreto expedido por Felipe II. En otras naciones, como en Italia, el matrimonio religioso

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