La Democracia
amadeo111112 de Noviembre de 2012
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¿Que instituciones políticas requiere una democracia a gran escala?
Robert Dahl*
¿Qué significa decir que un país esta gobernado democráticamente?
En este capitulo nos centraremos sobre las instituciones políticas de la democracia gran escala, es decir, las instituciones políticas necesarias para un país democrático. No nos preocupara aquí, entonces, que es lo que pueda requerir la democracia en un grupo muy pequeño, como un comité. Debemos conservar también en mente nuestra reiterada advertencia: toda democracia real no ha alcanzado nunca los criterios democráticos descritos en la parte 11 y recogidos en el cuadro 4 (p. 48). Finalmente, deberíamos ser conscientes, en este capitulo y a lo largo de todo el libro, que en el lenguaje corriente utilizamos la palabra democracia para referirnos tanto a un ideal como a una realidad efectiva, que solo es una realización parcial del objetivo. Por ahora, pues, cuento con el lector a la hora de hacer las necesarias distinciones cuando utilicé palabras como democracia, democráticamente, gobierno democrático, país democrático, y otras.
Si un país ha de gobernarse democráticamente, ¿qué sería necesario? Como mínimo, debería poseer ciertos arreglos, prácticas e instituciones políticas, que significaran un importante avance, aunque no completo, hacia la consecución de los criterios democráticos ideales.
* En: Dahl, Robert. La democracia una guía para los ciudadanos, Capítulo VIII, Taurus, España, 1999, pp. 97-115.
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Palabras sobre palabras
Arreglos políticos suena a algo más bien provisional, que bien podrían darse en un país que acaba de abandonar el gobierno no democrático. Tendemos a pensar en las prácticas como algo más habitual y, por tanto, más duradero. Generalmente pensamos en las instituciones como algo que se ha asentado después un largo itinerario, que pasan de una generación a la otra. Cuando un país avanza desde un gobierno no democrático a otro democrático, los tempranos arreglos democráticos se convierten gradualmente en prácticas, que a su debido tiempo desembocan en instituciones asentadas. A pesar de los útiles que pueden ser estas distinciones, a nuestros efectos será más conveniente, sin embargo, dejarlas de lado y decidirnos por el término instituciones.
¿Cómo podemos saber?
¿Cómo podemos determinar razonablemente que instituciones son necesarias para una democracia a gran escala? Podemos examinar la historia de los países que han cambiado sus instituciones políticas en respuesta, al menos en parte, a demandas en favor de una mayor inclusión popular y participación efectiva en el gobierno y la vida política. Aunque aquellos que en tiempos anteriores buscaron alcanzar la inclusión y la participación no estuvieran necesariamente inspirados por ideas democráticas, aproximadamente desde el siglo XVIII en adelante, tendieron a justificar sus objetivos apelando a demandas democráticas y republicanas. ¿Qué instituciones políticas perseguían, y cuales fueron efectivamente adoptadas en esos países?
Alternativamente, podríamos examinar países cuyo gobierno es considerado generalmente como democrático por la mayoría de su población, por muchas personas de otros países, y por estudiosos, periodistas y gente similar. En otras palabras, en el lenguaje corriente y en la discusión académica, dicho país es calificado de democracia.
En tercer lugar, podríamos reflexionar sobre un país específico, o sobre un grupo de países, o quizá incluso sobre u país hipotético, para imaginar, lo más realistamente posible qué instituciones políticas se precisarían para alcanzar los fines democráticos hasta un nivel sustancial. Emprenderíamos por así decirlo, un
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experimento mental, en el que reflexionaríamos cuidadosamente sobre las experiencias, tendencia posibilidades y limitaciones humanas, y desafiaríamos un conjunto de instituciones políticas que serian necesarias para que pudiera existir una democracia a gran escala y aun así fuera factible y realizable dentro de los limites de las capacidades humanas.
Afortunadamente, estos tres métodos convergen sobre el mismo conjunto de instituciones políticas democráticas. Estas constituyen, pues, los requerimientos mínimos para un país democrático (cuadro 6)
Cuadro 6
¿Qué instituciones políticas requiere una democracia a gran escala?
Las democracias a gran escala requieren:
I. Cargos públicos electos.
2. Elecciones libres, imparciales y frecuentes.
3. Libertad de expresión.
4. Fuentes alternativas de información.
5. Autonomía de las asociaciones.
6. Ciudadanía inclusiva.
Las instituciones políticas de la democracia representativa moderna
Esquemáticamente, las instituciones políticas del gobierno democrático representativo moderno son las siguientes:
1. Cargos públicos electos. El control de las decisiones político-administrativas gubernamentales esta investido en cargos públicos elegidos por los ciudadanos. Los gobiernos democráticos modernos a gran escala son, así, representativos.
2. Elecciones libres, imparciales y frecuentes. Los cargos públicos son elegidos en elecciones frecuentes conducidas con imparcialidad en las que, en términos comparativos, hay poca coerción.
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3. Libertad de expresión. Los ciudadanos tienen derecho a expresarse, sin peligro a un castigo severo, sobre asuntos políticos, definidos en sentido amplio, incluyendo la critica de los cargos públicos, el gobierno, el régimen político, el orden socio-económico, y la ideología prevaleciente.
4. Acceso a fuentes alternativas de información. Los ciudadanos tienen el derecho de solicitar fuentes de información alternativas e independientes de otros ciudadanos; expertos, periódicos, revistas, libros, telecomunicaciones y similares. Además, existen efectivamente fuentes de información alternativas que no están bajo el control del gobierno ni de cualquier otro grupo político individual que intente influir sobre los valores y las actitudes políticas públicos, y estas fuentes alternativas están efectivamente protegidas por la ley.
5. Autonomía de las asociaciones. Para alcanzar sus distintos derechos, incluyendo aquellos requeridos para la efectiva operación de las instituciones políticas democráticas, los ciudadanos tienen también el derecho de constituir asociaciones u organizaciones relativamente independientes, incluyendo partidos políticos y grupos de interés independientes.
6. Ciudadanía inclusiva. A ningún adulto que resida permanentemente en el país y este sujeto a sus leyes le pueden ser negados los derechos de que disfruten otros y que sean necesarios para estas cinco instituciones políticas que acabamos de presentar. Estos incluyen el derecho de sufragio; a concurrir a cargos electos; a la libertad de expresión; a formar y participar en organizaciones políticas independientes; a tener acceso a fuentes independientes de información; y derechos a otras libertades y oportunidades que puedan ser necesarias para el funcionamiento efectivo de las instituciones políticas de la democracia a gran escala.
Las instituciones políticas en perspectiva
Generalmente, estas instituciones no aparecen de golpe en un país. Como vimos en nuestra breve historia de la democracia (cap. II), las dos últimas son claramente tardías. Hasta el siglo XX, se negó el sufragio universal, tanto en la teoría como en la práctica del gobierno democrático y republicano. Más que cualquier otro
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rasgo individual, el sufragio universal distingue a la democracia representativa moderna de todas las demás formas anteriores de democracia.
El momento de aparición y la secuencia en que las instituciones iban introduciéndose ha variado tremendamente. En aquellos países, las democracias "más antiguas", en los que el conjunto completo de instituciones hizo su aparición con anterioridad y ha perdurado hasta el presente, emergen elementos de una pauta en común. Las elecciones a un cuerpo legislativo aparecieron bastante pronto -en Inglaterra, ya desde el siglo XIII, en los Estados Unidos durante su periodo colonial en los siglos XVII y XVIII. La práctica de elegir a los altos cargos encargados de dictar las leyes fue seguida de una expansión gradual de los derechos de los ciudadanos a expresarse sobre asuntos políticos e intercambiarse información. El derecho de formar asociaciones con objetivos políticos explícitos tendido a producirse más adelante. "Facciones" políticas y organizaciones partidistas se consideraron, por lo general, peligrosas, susceptibles de generar divisiones, de subvertir el orden y la estabilidad políticas, y de atentar contra el bienestar público. Con todo, dado que las asociaciones políticas no podían suprimirse sin un grado de coerción que un grupo de ciudadanos cada vez más numeroso e influyente hubiera considerado inaceptable, consiguieron subsistir -a menudo como asociaciones más o menos clandestinas- hasta que lograron salir de las sombras a la plena luz del día. En los cuerpos legislativos, lo que en su día fueran "facciones" se convirtieron en partidos políticos. Los de "dentro", quienes servían en el gobierno del momento, se diferenciaron de los de "fuera", a los que en Gran Bretaña se calificó como la Leal Oposición de Su Majestad.
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