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La Eutanasia


Enviado por   •  8 de Octubre de 2012  •  2.333 Palabras (10 Páginas)  •  334 Visitas

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En general, eutanasia significa el hecho de provocar una muerte fácil y sin dolores a un paciente que está próximo a morir por causa de una enfermedad terminal.

La eutanasia activa es la acción cuyo objetivo es terminar deliberadamente con la vida de un ser humano que lo solicita de forma libre, explícita y reiterada. Suele deberse a que la persona padece sufrimientos vividos subjetivamente como intolerables, por una enfermedad avanzada irreversible o terminal, o una minusvalía grave, o un malestar psicológico. La eutanasia activa indirecta es la administración de fármacos mitigadores del dolor o de otros síntomas, aunque tengan como efecto secundario un acortamiento de la vida. La eutanasia pasiva es la interrupción u omisión de acciones terapéuticas imprescindibles para el mantenimiento de la vida de un enfermo. La eutanasia activa consiste en hacer algo para que la persona muera, como la administración de un veneno o droga letal. La eutanasia pasiva consiste en dejar morir a la persona, suspender un tratamiento médico, no mantenerla artificialmente con vida. La eutanasia, la ayuda a morir o la asistencia al suicidio de quien no quiere o no puede hacerlo por sí mismo, es éticamente legítima. La obstinación terapéutica, la prolongación artificial mediante la tecnología médica de la vida de una persona con una enfermedad terminal o en estado vegetativo persistente, es ilegítima si el afectado muestra su oposición.

Algunas personas aceptan matar a un animal que sufre, sin estar seguros de si el animal quiere o no ser matado, pero no aceptan que una persona ayude a otra a morir, aunque ambas puedan expresar claramente su asentimiento.

Los enfermos terminales que solicitan la eutanasia no lo hacen por falta de cariño: temen la pérdida de control por la degradación de las enfermedades mentales, no quieren ser una carga (personal y económica), y detestan la pérdida de dignidad que les supone no poder valerse por sí mismos.

Ante la penalización de la eutanasia los enfermos terminales pueden sentirse presionados para organizar su propia muerte mientras tienen la capacidad física y mental de hacerlo, ya que si esperan demasiado pueden perder el control sobre su vida. Si la eutanasia es legal el enfermo tiene una preocupación menos.

El compromiso con un código deontológico profesional no justifica que el médico mantenga la vida de un paciente en contra de su voluntad. El juramento hipocrático de los médicos, el cual no todos ellos realizan, también prohibía la cirugía y la práctica médica de las mujeres.

Confundir médico y verdugo es absurdo. Un verdugo es un profesional que mata a una persona (normalmente un criminal) en contra de la voluntad de la víctima, y en la eutanasia el afectado desea morir. La profesión médica no tiene misiones inmutables fijadas por un juramento hipocrático arcaico, sino que tiene unos conocimientos que pueden ser útiles para otras personas: la mayoría de los clientes de un médico quiere conservar la salud y seguir vivos, unos pocos quieren que les ayuden a morir de forma digna. No parece sensato temer a un médico porque haya ayudado a morir a otras personas que se lo pidieron: eso implica que ese médico atiende a sus pacientes y no ignora sus deseos. Los médicos siempre han tenido conocimientos que les dan poder para matar, pero que se legalice la eutanasia no implica que tengan más fácil el asesinato de sus pacientes.

Tener un propósito piadoso o misericordioso no justifica un asesinato, como en el caso de algunos médicos o asistentes sanitarios que matan a sus pacientes sin que estos se lo pidan, compadecidos por su sufrimiento. Médicos sin escrúpulos pueden estar interesados en prolongar la vida de pacientes terminales que les suponen grandes ingresos.

Algunos prohibicionistas aseguran que la eutanasia es propia de regímenes políticos totalitarios (nazis, fascistas o comunistas), confundiendo el asesinato estatal de las personas inútiles para el estado con la legalización de la asistencia a una muerte voluntaria. La eutanasia no equivale a la eliminación de los ancianos inútiles o gravosos, de los disminuidos psíquicos y de los miembros improductivos de una sociedad. Legalizar la eutanasia no equivale a decidir quién puede vivir y quién no. El miedo al peligro de los abusos, a que la legislación evolucione por una pendiente resbaladiza de tal modo que el médico pueda matar al paciente en contra de su voluntad, es equivalente a creer que legalizar las relaciones sexuales consentidas o la prostitución fuera a llevar a legalizar las violaciones. El asunto crucial, sistemáticamente ignorado por los prohibicionistas, es el consentimiento de las personas involucradas.

La legalización de la eutanasia como consecuencia lógica del principio ético básico de la propiedad privada es incompatible con su regulación y financiación por el estado. El estado es la institucionalización de la coacción, y su actuación consiste en confiscar riqueza a unos para transferírsela a otros. Si la eutanasia estuviera subvencionada por el estado, los contribuyentes contrarios a la misma estarían financiándola. Por muy rica que sea una sociedad, ninguno de sus miembros tiene derecho natural a exigir a nadie que le ayude, sea a vivir o a morir, pues ello implicaría que unos son esclavos de los deseos de otros. Quienes se oponen a la eutanasia pueden boicotear a quienes la defienden o participan en ella (y viceversa), pero no usar la fuerza contra ellos.

Algunos conservadores argumentan que el principio rector fundamental y la misión primordial de cualquier ordenamiento jurídico es defender la vida de los ciudadanos, no permitir su destrucción. Creen que en cualquier código penal la eutanasia debe ser un delito y que legalizarla sólo contribuiría a crear indefensión jurídica. Sus graves errores son no reconocer la naturaleza coactiva y arbitraria de las leyes estatales, ignorar el derecho de propiedad como fundamento de la ética, absolutizar la vida en abstracto y no tener en cuenta la voluntad de las personas dentro de sus ámbitos de legitimidad. Los legisladores atienden a los deseos de sus votantes, no a los derechos de los individuos. El derecho de una persona de ayudar a otra a morir puede no contar apenas frente al enfado de aquellos que retirarán su voto a quien lo consienta.

La eutanasia incide en la violación de la vida humana, la defensa de su dignidad, independientemente de las condiciones de vida o la voluntad del individuo implicado, y las repercusiones sociales de desconfianza que podría conllevar la eutanasia.

La Asociación Médica Mundial (AMM) considera contrarios a la ética y condena tanto el suicidio con ayuda médica como la eutanasia. En cambio recomienda los cuidados paliativos.

Los cuidados paliativos son las atenciones, tratamientos médicos

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