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La Libertad Del Hombre Capitalista


Enviado por   •  20 de Abril de 2015  •  1.426 Palabras (6 Páginas)  •  236 Visitas

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La ley básica del capitalismo es tú o yo, no tú y yo. –Karl Kraus

Años y años el hombre ha luchado por una cosa: su libertad. Sangre ha sido derramada y vidas sacrificadas para lograr este objetivo. ¿Lo ha logrado? ¿Poder comer lo que alguien quiera es realmente libertad? O simplemente, ¿somos esclavos de algo más?

A lo largo de los siguientes párrafos intentaremos descifrar este enigma. Utilizaremos como base el texto de Gabriel Zaid TIEMPO O COSAS para ir de la mano por las costumbres, tradiciones e ideologías que la cultura consumista ha adquirido. Veremos cómo el tiempo para uno mismo puede ser un problema o un estorbo así como la demanda de producir y cuando esta resulta excesiva y contraproducente. También profundizaremos en el tema de la cultura y si el hombre es, o no, capaz de digerir todo lo que esta le propone. Por último, haremos una comparación del concepto de productividad y tiempo libre en el tranquilo campo y en las bestias citadinas.

El ser humano hoy no es visto como una persona, todo lo contrario, en un sistema capitalista como el que gobierna el mundo, el ser humano no es más que una máquina de producción. Hay que producir, producir y producir. Gabriel Zaid menciona en el texto mencionado en el párrafo anterior, que se “tuvo la genial idea de inventar el domingo, es decir, tirar a la basura 14% de su capacidad de producción”.

El hombre se ha empeñado a domar a la naturaleza, sin embargo con esto no hace absolutamente otra cosa que no sea volverse adicto al trabajo, un trabajo que considero absurdo porque jamás va a lograr este cometido. Ejemplos tenemos de sobra en donde queremos imponer a la naturaleza y nos acaba saliendo ‘el tiro por la culata’.

¿No se dijo que al Titanic ni Dios mismo podría hundirlo? ¿No le ha hecho un daño incalculable el hombre al medio ambiente pero este siempre responde con desastres naturales? Citando a Zaid: “Esclavizar a la naturaleza, no libera al hombre, lo esclaviza.” No es necesario decir mucho más.

Valores, normas, costumbres, tradiciones, leyes. Una y otra vez. Eso es lo que vemos, lo que nos inculcan, lo que tiene que ser, lo que nos impone el Estado. Entonces, ¿qué tan libres somos? Y a este cuestionamiento se le pueden abrir una cantidad enorme de grietas cuando vemos que trabajamos para disfrutar, pero no disfrutamos lo que trabajamos.

Todos estos elementos en una sociedad industrializada y consumista van a lo mismo. Las normas como las define Gelles, son esas reglas sobre lo que las personas deben hacer o no en ciertas situaciones determinadas. Cuando seas grande tienes que trabajar, cuando puedes ganar mucho dinero, hay que hacerlo.

Las costumbres son normas inculcadas, y sí, es una costumbre muy arraigada en la cultura occidental el trabajar jornadas de 8, 9 ó hasta 10 horas, y eso no está a discusión.

Las tradiciones aunque no son inviolables se encuentran inculcadas en el hombre y la sociedad. Puedes no trabajar, o no esforzarte al máximo pero eso es inconcebible, tan acostumbrados estamos a estos largos y pesados días laborales que aunque si uno no lo realiza no pasa nada, pero es ‘lo que hay que hacer’.

Por último (recordemos que nos estamos basando en el texto de Gelles) las leyes son aquellas normas escritas por aparatos gubernamentales. Hay que pagar impuestos, hay que poseer para poder triunfar, hay que generar que las divisas fluyan constantemente de aquí para allá.

La cultura es definida por Clyde Kluckhon como “el diseño para vivir”. Los miembros de una sociedad comparten determinadas ideas básicas en torno a cómo funciona el mundo, lo que es importante en la vida, como es usada la tecnología y lo que sus artefactos y acciones significan [1].

La cultura es definida por Howard Becker como: ‘las comprensiones compartidas que las personas usan para coordinar sus actividades’. En cualquier punto de la historia se puede apreciar estos sellos en todas las sociedades, lo preocupante resulta la cultura que se tiene hoy en el mundo, la del consumismo total que somete al hombre a valerse por lo que pueda producir. Y paradójicamente, a pesar de esta cultura y presión para crear, el ser humano todavía no puede considerarse autosuficiente ya que sigue dependiendo de lo que la naturaleza le aporta para

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