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La Utpía De Tomas Moro


Enviado por   •  20 de Febrero de 2014  •  3.012 Palabras (13 Páginas)  •  353 Visitas

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Tomás Moro

La Utopía

Tomás Moro

Thomas More, también conocido por su nombre castellanizado Tomás Moro, o por su nombre en latín Thomas Morus fue un pensador, teólogo, político, humanista y escritor inglés, que fue además poeta, traductor, Lord Canciller de Enrique VIII, profesor de leyes, juez de negocios civiles y abogado. Su obra más famosa es Utopía donde busca relatar la organización de una sociedad ideal, asentada en una nación en forma de isla del mismo nombre. Además, Moro fue un importante detractor de la Reforma Protestante y, en especial, de Martín Lutero y de William Tyndale.

• Fecha de nacimiento: 7 de febrero de 1478, City de Londres, Reino Unido

• Fecha de la muerte: 6 de julio de 1535

• Educación: Universidad de Oxford

• Cónyuge: Jane Colt (m. 1505–1511)

• Libros: Utopía, Últimas cartas (1532-1535), Carta a un monje

• Hijos: Margaret Roper, Elizabeth More, John More, Cicely More

Utopía

La representación de un mundo idealizado que se presenta como alternativo al mundo realmente existente, mediante una crítica de este.

El anhelo de mundos ideales y perfectos es tan antiguo como el ser humano. Sin embargo, la invención y descripción de sociedades que lo sean no recibe el nombre de utopía hasta el siglo XVI. Por ello, no es paradójico afirmar que existen utopías desde siempre, incluso antes de que se acuñase este nombre para referirse a ellas.

Relacionada con el deseo de dar un sentido a la vida y alcanzar la felicidad, se encuentran la necesidad y la búsqueda de un mundo mejor, más solidario y más justo. Existe una estrecha relación entre la justicia y las utopías. Platón puso de manifiesto que un mundo ideal en el que todos sus miembros viviesen felices y satisfechos sólo era posible si ese mundo era un mundo justo, pues un Estado es ideal si en él reina la justicia.

Funciones de las utopías

Función orientadora. Las utopías consisten, básicamente, en la descripción de una sociedad imaginaria y perfecta. Y, aunque para muchos pensadores la realización completa de este sistema sea imposible, algunos de los procedimientos que se describen pueden aplicarse a posibles reformas y orientar la tarea organizadora de los políticos. Aunque la utopía en su conjunto pueda verse como un sueño inalcanzable, para algunos sería útil en orden a señalar la dirección que deben tomar las reformas políticas en un Estado concreto.

Función valorativa. Aunque las utopías son obras de un autor determinado, a menudo se reflejan en ellas los sueños e inquietudes de la sociedad en la que el autor vive. Por esta razón, permiten reconocer los valores fundamentales de una comunidad en un momento concreto y, también, los obstáculos que éstos encuentran a la hora de materializarse. Por ello, para muchos autores, las utopías no sirven tanto para construir mundos ideales como para comprender mejor el mundo en el que vivimos.

Función crítica. Al comparar el Estado ideal con el real, se advierten las limitaciones de este último y las cotas de justicia y bienestar social que aún le restan por alcanzar. De hecho, la utopía está construida a partir de elementos del presente, ya sea para evitarlos (desigualdades, injusticias…) o para potenciarlos (adelantos técnicos, libertades…). Por eso, supone una sutil pero eficaz crítica contra las injusticias y desigualdades evidentes tras la comparación. Incluso si consideramos que la sociedad utópica es un disparate irrealizable, nos presenta el desafío de explicar por qué no tenemos al menos sus virtudes.

Función esperanzadora. Para algunos filósofos, el ser humano es esencialmente un ser utópico. Por un lado, la necesidad de imaginar mundos mejores es exclusiva de la especie humana y, por otro, esta necesidad se presenta de forma inevitable. El hecho de ser libres, de poder soñar con lugares mejores que el que nos rodea y de poder actuar en la dirección de estos deseos está íntimamente conectado con nuestra naturaleza utópica. Ésta es, además, la que justifica el hálito de esperanza que siempre permanece en los seres humanos: por muy injusto y desolador que sea el propio entorno, siempre resultaría posible imaginar y construir uno mejor.

El libro consta de dos partes. La primera es un diálogo que gira principalmente en torno a cuestiones filosóficas, políticas y económicas en la Inglaterra contemporánea al autor y la segunda parte es la narración que uno de los personajes del diálogo realiza de la isla de Utopía.

GEOGRAFÍA

La isla fue creada artificialmente por sus habitantes, por orden del rey Utopo, dejando entrar el mar en ella. El resultado fue un cinturón de tierra en forma de media luna, con una bahía en el centro. La comunidad se compone de cincuenta y cuatro ciudades-estado, incluyendo una capital, Amaurota la cual está en el centro de la isla. Las ciudades están situadas de la misma forma, a distancias semejantes y tienen aproximadamente la misma extensión.

AGRICULTURA

Cada ciudad posee granjas y casas construidas racionalmente y dotadas de instrumentos necesarios para la agricultura. Los ciudadanos se turnan para vivir por períodos de dos años en estas casas y trabajar como agricultores. Cada año, mitad de agricultores es enviada a la ciudad y la misma cantidad de personas deja la ciudad y va a trabajar en el campo, aprendiendo el oficio de los que han trabajado allí por un año y preparándose para enseñar a los que lleguen el año siguiente.

ARQUITECTURA

Las casas son construidas iguales, con dos puertas, una que da a la calle y otra a un huerto. El diseño es racional y previsor, contemplando aspectos como luminosidad, ventilación, etc. Las casas no les pertenecen a los ciudadanos, ya que en Utopía no hay propiedad privada, y cada diez años cambian de casa por sorteo.

POLÍTICA

La población se organiza en familias con un sistema patriarcal, donde el integrante masculino de mayor edad tiene la autoridad. Por cada treinta familias o granjas los ciudadanos eligen anualmente a un jefe, al que llaman sifogrante. Cada grupo de diez sifograntes con sus treinta familias dependen de un jefe, o traniboro, que es también elegido anualmente. En cada ciudad, el total de los sifograntes, en número doscientos, elige

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