La Yugoslavia de Tito

LA YUGOSLAVIA DE TITO.

El presente ensayo, busca en general, desde la mirada del análisis discursivo foucaultiano, determinar la relación del Mariscal Josip Broz Tito, inserto dentro la Ex – Yugoslavia, entre el Estado como “dispositivo”, y la población, considerando la diversidad cultural, étnica y religiosa, estas como la subjetividad de forma de vida y la promoción de una unificación. Lo anterior, se abordará desde un “paradigma interpretativo”, (Valles, 1999).

“Yugoslavia fue un claro ejemplo de una mezcla cultural de diversas nacionalidades” (Casanova, 2004, p. 337), como Croacia, Serbia, Eslovenia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Macedonia y las regiones autónomas de Kosovo y Voivodina, siendo más que un país, un “conejillo de indias”, donde se experimentó, entre guerras, en la unificación de distintas creencias, para crear una única nacionalidad, bajo el yugoslavismo como “herramienta”, que sirviera como unidad esencial, a pesar de las diferencias de lenguas, religiones y experiencias históricas.

Esta mezcla de razas fue el punto de partida, para la configuración del Estado, atravesando a lo largo de su historia dos etapas: la primera desde su creación en 1918 hasta 1941, posterior a la ocupación alemana; y una segunda etapa a partir de 1945, donde es conocida como “la Yugoslavia de Tito”, un Estado federado socialista, de características comunistas, pero no alineado con la gran potencia comunista de la época, la URSS.

El yugoslavismo se convirtió en el factor esencial para sustentar las bases del nuevo Estado y que sobreviviese como tal. “Se consideró que la figura de Tito y la versión yugoslava del socialismo, eran suficientes para mantener unidos a los diferentes pueblos, por lo que se abandonó la idea de crear una cultura nacional unificadora” (Casanova, 2004, p. 171).

En la Yugoslavia de Tito, existió una guerra constante entre una visión nacional colectiva basada en ideales unificadores, contra otra basada en los intereses particulares de cada nación.

Teniendo a la luz, los antecedentes anteriores, surge la interrogante: ¿se pueden unir pueblos, considerando las distintas creencias, etnias, religiones, etc., en un solo Estado unificado y no sufrir las consecuencias catastróficas, del choque de estas diferencias?

Poco tiempo después de la invasión alemana, el partido comunista yugoslavo decide iniciar la resistencia antifascista, guiados por Tito como el comandante supremo del Ejército Popular de Liberación y Separación de Partisanos de Yugoslavia, convirtiéndose en el líder guerrillero, bajo la bandera y el discurso de la lucha antifascista en territorio ocupado por las fuerzas alemanas e italianas, en la Ex Yugoslavia.

Al término de la Segunda Guerra Mundial, los dirigentes comunistas se enfrentaron al problema de las nacionalidades de las diferentes repúblicas, por lo que tuvieron que poner en marcha el “saber”, descrito en la teoría foucaultiana, como el discurso maestro. “Se optó por una política lingüística, creándose directrices literarias que reflejaran los rasgos del yugoslavismo y una política unitaria para la enseñanza de la literatura y de la historia” (Casanova, 2004, p. 172).

Las escuelas se convirtieron en lugares de adoctrinamiento y exaltación de la personalidad y obra de Tito, y la Iglesia Católica se transforma en su enemiga, siendo perseguida, tanto así que se acusó al Cardenal croata Alojzije Stepinac, de colaborar con los nazis locales.

Tito ejerció un “poder”, desde la mirada de Foucault, bajo un liderazgo carismático, manteniendo un arraigo popular, de gran presencia pública, llegando a tal punto de popularidad que existieron distintas ciudades con su nombre, como: Titrograd; Titova Mitrovica y Titovo Uzice.

Desarrolló una forma autoritaria de conducción del Estado, donde se comenzó a generar una nueva cultura política sobre la relación líder/pueblo, con discursos de afirmación permanente y un socialismo más nacionalista, incluso hasta el punto, como país no alineado, de enemistarse con el régimen comunista de Stalin.

En agosto de 1945, junto con la creación de la República Federal de Yugoslavia, Tito se convierte en su Primer Ministro y Ministro de Defensa. Entre los años 1945 y 1948, Tito gobernó el país mediante una dictadura extrema, con la finalidad de asimilar y entregarle la misma categoría de grandeza a Yugoslavia, que la que tenía la URSS. Ya en el año 1953, fue nombrado primer presidente de Yugoslavia, y presidente del Consejo Ejecutivo Federal, con poderes absolutos sobre el país, siendo en 1963 nombrado presidente de por vida.

En el régimen comunista impuesto por Tito, se ejecutan políticas de justicia social, integrando a los estratos sociales más marginales, en las sociedades de las corrientes políticas que lideraron, “como la Liga de los Comunistas y la Autogestión en Yugoslavia, que fueron las que colaboraron en la construcción del proyecto nacional comunista con proyección internacional” (Pajovic y Radovich, 2009, p. 6).

Transformó el Partido Comunista yugoslavo en una poderosa organización política y militar, y sus políticas básicas respecto al nuevo Estado yugoslavo, fueron la organización federal del país. Se dotó al país con un sistema temporal de gobierno revolucionario, el Comité de Liberación Nacional de Yugoslavia, y aprovechó cada oportunidad social para alcanzar objetivos militares y políticos.

Respecto a la “moral” descrita por Foucault, se puede evidenciar que la clase obrera yugoslava provenía de sectores rurales y migrantes empobrecidos, y gracias a la gran influencia del discurso de Tito, materializaron un creciente apoyo a las instituciones del Estado, siendo un aporte y complemento a este.

Una vez establecida y consolidada la Yugoslavia de Tito, se cambió la postura hacia la URSS, y a sus intenciones de incorporar a Yugoslavia al bloque comunista de Europa del este, dando inicio a sus propias políticas, las cuales incluyeron desligar al gobierno del control de muchas áreas de la vida nacional, y reintegrar esa atribución a los ciudadanos.

...