La construcción de una identidad de género desde lo político, una mirada desde Puig y Lemebel
Tamara GómezTrabajo13 de Octubre de 2021
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La construcción de una identidad de género desde lo político, una mirada desde Puig y Lemebel
Nombre: Tamara Gómez
Profesora: Ana Traverso
Ayudante: Daniela Gómez
Fecha de Entrega: Lunes 07 de diciembre del 2020
Latinoamérica está marcada en todas sus latitudes por la violencia y la opresión. El ambiente político de la sociedad latinoamericana se ha visto ensombrecido por la tortura y represión ejercida por los poderes políticos a lo largo de su historia, dejando al pueblo con rastros de sangre causados por la herida de la injusticia. Esta niebla que trae la violencia cae pesadamente sobre una gran parte de la población, afectando a todos ellos en distintos sentidos de su vida. Respecto a esto, se debe cuestionar si a todos afecta por igual, o algunos se ven más abatidos que otros, más silenciados que el resto.
En la siguiente ponencia se llevará a cabo una reflexión respecto a una postura que consiste en que los sujetos con identidades que salen de la heteronorma son vulnerados en muchos ámbitos, y uno de estos es en la política. Esta perspectiva se llevará a cabo mediante el análisis de personajes, de la historia y contexto desde lo político y el género a dos obras literarias hispanoamericanas: Tengo miedo torero de Pedro Lemebel y El beso de la mujer araña de Manuel Puig. A través del análisis, se pretende asociar y relacionar a una visión más teórica sobre el tema de identidad de género y política mediante el texto El género en disputa de Judith Butler.
Comenzando por los contextos de producción de las obras, y a la misma vez, la influencia de los autores en el escrito, se puede decir que la novela El beso de la mujer araña fue escrita por Puig, fue publicada en 1976 y fue censurada inmediatamente, por causa de la dictadura militar. Manuel fue un hombre argentino homosexual, que en épocas de dictadura publicaba libros controversiales, lo que lo llevó recibir amenzas que terminaron provocando el exilio del autor (Goldner y Ron, 2009).
Por su parte, la novela de Pedro Lemebel fue publicada el 2001, unos años después de que la democracia estuviera de vuelta en el país. La importancia de la figura de este escritor, fue su rol de perfomancer, ya que junto al movimiento que formó y era parte, Las Yeguas del Apocalipsis, quienes desafiaron a un régimen dictatorial con su crítica social mediante su arte, donde daban énfasis al cuerpo y sexualidad desde lo político, de un modo que sobresalía de la norma (Silva Alves, 2012).
Para empezar a adentrarse en el análisis de las obras, hay que tener en cuenta que las dos presentan a los personajes en escenarios donde el país en que habitaban estaba bajo dictadura, con la diferencia que el texto de Lemebel se desarrolla en Chile y el texto de Puig se desarrolla en Argentina.
Por una parte el El beso de la mujer araña, presenta a Molina, un personaje que se identifica como mujer, pero que por causa de la mirada heteronormativa que la sociedad que lo rodea sigue siendo tratado como hombre. La historia se desarrolla en una cárcel, donde Molina comparte la celda con un preso político, Valentín, un guerrillero que solo tiene en mente la revolución y a lo largo del texto da cuenta que vive y resiste por ella.
Por otra parte, dentro de Tengo miedo torero, se introduce a una protagonista llamada la Loca del Frente, una travesti que ha sido golpeada por una vida de pobreza y discriminación, pero que a pesar de todo enfrenta la vida con su peculiar personalidad. El texto se desarrolla en el contexto de la dictadura chilena, donde la Loca conoce a un joven llamado Carlos, que pertenece al Frente Patriótico Manuel Rodríguez, quienes están organizando el atentado contra el dictador Augusto Pinochet.
Como se puede ver, las dos obras contienen personajes nacidos con el sexo biológico masculino, pero se identifican como mujeres. Viendo esto desde lo teórico, según Butler, las identidades de los sujetos son construidas a partir de ciertas normas que están preconcebidas. Independiente del sexo biológico, las personas se desarrollan a través de prácticas culturales y políticas, que moldean el cuerpo del sujeto y construyen su identidad. Así lo menciona Butler (1990) en su escrito:
Foucault afirma que los sistemas jurídicos de poder producen a los sujetos a los que más tarde representan.(...) No obstante, los sujetos regulados por esas estructuras, en virtud de que están sujetos a ellas, se constituyen, se definen y se reproducen de acuerdo con las imposiciones de dichas estructuras (p. 47)
Posicionando la teoría de Butler en relación con los textos, en las obras literarias se observa cómo los personajes se encuentran frente a un escenario político y social que niega su identidad. La segregación es causada por la invisibilización de estos sujetos de derechos, y por el repudio hacia quienes no entran dentro de los márgenes preestablecidos de la sexualidad. De acuerdo a esto, los mismos personajes se forman como sujetos en relación a esta percepción que los excluye de su discurso, construyéndose de acuerdo a la segregación que deben sufrir. Por lo tanto, por causa de la invisibilización de sus identidades, estos personajes se ven alejadas de temas políticos y sociales.
En el caso de El beso de la mujer araña, la postura de Molina frente a los asuntos políticos consiste en un total desinterés ante ellos. Sólo se ve envuelto en el tema por una razón sentimental y de conveniencia, en la cual se le proponía sacarle información a Valentín en cambio de la reducción de su condena.
Este desinterés, como se dijo anteriormente, proviene de la segregación que produce la sociedad, en este caso, la sociedad argentina. Estos mismos prejuicios se producen dentro de los movimientos políticos de la época, donde su identidad, que no cumple los criterios impuestos por la heteronorma, se repudia. Lo que tiene como consecuencia la persecución a “minorías” sexuales por estos grupos, independiente del color político, ya que la exclusión era generalizada, producto de una mirada segregadora hacia disidencia sexuales.
Aquello, se demuestra en como al comienzo Valentin es un poco reacio a que Molina se identifique como mujer, y hasta niega su identidad cuando se sigue refiriendo a Molina como hombre, cuestionando su decisión de identificarse como mujer. De esta manera Puig representa la exclusión de las disidencias sexuales. En el siguiente fragmento se observa como Molina se siente incomprendido ante Valentin: “(...) qué feo que alguien te eche una mirada torva, ¿qué es peor, que te echen una mirada torva, o que no te miren nunca? (...) ¿qué sabe él lo que es sentimientos? ¿qué sabe lo que es morirse de pena? (...)” (Puig, 1976, p. 74)
Por su parte, con Tengo miedo torero ocurre algo similar, la Loca del frente se introduce como una mujer que se basa en la performance a lo largo de la historia, debido a que todo lo que muestra es una actuación frente al contexto que está viviendo, donde quiere ignorar todo lo que pasa a su alrededor. Se demuestra en la siguiente cita: “Pero ella no estaba ni ahí con la contingencia política. Más bien le daba susto escuchar esa radio que daba puras malas noticias” (Lemebel, 2001, p. 11).
La loca ha tenido que cargar con el peso de la exclusión toda su vida, desde mucho antes del golpe militar, ya que gracias a su identidad ha sufrido desde que era pequeña la violencia de género por no cumplir los estándares implementados por una sociedad dominada por hombres cisgénero. Lo que termina produciendo la indiferencia ante un sistema que no la incluye en ninguna de sus facetas y ha dejado dejado marcas de la violencia en su cuerpo y alma.
Retomando otro aspecto teórico respecto a la identidad, Butler plantea que a partir de estas normas, que están ligadas a lo cultural y social, el género se constituye performativamente, ya que este no viene dado por el sexo biólogico con el cual nace cada persona, sino que se construye a través de las acciones frente a la normatividad que se nos impone en el respectivo contexto. De esta forma Butler (1990) lo menciona en su texto: “no existe una identidad de género detrás de las expresiones de género; esa identidad se construye performativamente por las mismas «expresiones» que, al parecer, son resultado de ésta” (p. 85).
Situando el aspecto teórico en lo literario, el punto mencionado anteriormente se deja entrever en el texto al momento en que se demuestra cómo ante la marginación, Molina, cuando aún no era encarcelado, se ve en la necesidad de crear su propio entorno para tener un lugar donde pueda sentir aunque sea un atisbo de lo que es el sentimiento de pertenencia. Este espacio creado consiste en su familia, quien la quiere como es, y sus amigas, que son similares a ella, por lo tanto, deben ser víctimas de las mismas políticas discriminatorias dentro de la sociedad. En la siguiente cita se ve representado esto:
-Sí, pero mirá, mis amigos han sido siempre... putazos, como yo, y nosotros entre nosotros, ¿cómo decirte?, no nos tenemos demasiada confianza, porque nos sabemos muy... miedosos, flojos. Y siempre lo que estamos esperando... es la amistad, o lo que sea, de alguien más serio, de un hombre, claro. Y eso nunca puede ser, porque un hombre... lo que quiere es una mujer (Puig, 1976, p.141)
Por lo tanto, ante esto, ella misma se aleja de todo lo que la rechaza, incluyendo la materia en política, porque en esos lugares no es bienvenida. Pero a la misma vez, siempre está a la espera de la aceptación de sujetos que estén fuera de su círculo, porque al fin y al cabo, su identidad es creada en un entorno dominado por el varón heterosexual, y en su interior esperan algún día ser parte del mundo que las excluye, por lo que termina adoptando algunos de los prejuicios que han causado su segregación. Así se demuestra en el siguiente fragmento, donde se da a conocer que la lógica en que piensa Molina también tiene influencia de la heteronorma:
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