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La crítica hacia los distintos aspectos de la sociedad en Fahrenheit 451 de Ray Bradbury


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2022  •  Ensayos  •  2.432 Palabras (10 Páginas)  •  62 Visitas

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Trebulco School

Lenguaje y Comunicación

11th Maple

Juanita Ugarte

La crítica hacia los distintos aspectos de la sociedad en Fahrenheit 451 de Ray Bradbury

Fahrenheit 451 (1953) de Ray Bradbury es una novela distópica que muestra la sociedad estadounidense donde los libros están prohibidos. Esta historia gira en torno a Guy Montag, bombero de oficio, que quema libros. Un día conoce a una niña de 17 años llamada Clarisse McClellan, quien hace que Montag cambie la forma de ver las cosas, iniciando así toda una serie de cuestionamientos a la sociedad en la que el protagonista vive. Esta sociedad, la cual presenta claras características distópicas, es la que los personajes de la obra critican. Para ingresar al análisis de la novela, conviene primero definir qué se entiende por “distopía”. De acuerdo a lo que propone Andreu Domingo en su ensayo Descenso literario a los infiernos demográficos. Distopía y población (2008), este autor sostiene que “La distopía, por oposición a la utopía, es el relato del peor de los mundos posibles, que se fragua como género literario a medio camino entre la sátira política y la tragedia a finales del siglo XIX y principios del XX como reacción a las utopías políticas y a las literarias que las sustentaban” (Domingo 15). En función de esta conceptualización, sostendremos a partir de ahora, que los personajes de la novela de Bradbury critican la sociedad distópica en la que les tocó vivir.

En primer lugar, en la novela se observa una evidente crítica al desarrollo tecnológico. Lo anterior se puede corroborar a partir de los distintos puntos de vista de algunos personajes. Por ejemplo, Guy Montag, él es un “bombero” que tiene una esposa llamada Mildred que, básicamente, pasa todo el día viendo televisión y basa su vida en otros dispositivos electrónicos. Él nota esta situación y observa cómo ella está completamente inmersa en el mundo de la tecnología llegando a un punto alarmante. Montag, en conjunto con la visión de otros personajes, critican la tecnología de este mundo distópico. Esto queda evidenciado en lo que Faber le señala a Montag:

- De horas después del trabajo, sí, pero, ¿y tiempo para pensar? Si no se conduce un vehículo a ciento cincuenta kilómetros por hora, de modo que sólo puede pensarse en el peligro que se corre, se está interviniendo en algún juego o se está sentado en un salón, donde es imposible discutir con el televisor de cuatro paredes. ¿Por qué? El televisor es «real». Es inmediato, tiene dimensión. Te dice lo que debes pensar y te lo dice a gritos. Ha de tener razón. Parece tenerla. Te hostiga tan apremiantemente para que aceptes tus propias conclusiones, que tu mente no tiene tiempo para protestar, para gritar: «¡Qué tontería!... ¿Quién se ha arrancado alguna vez de la garra que le sujeta una vez se ha instalado en un salón con televisor? ¡Le da a uno la forma que desea! (...). Los libros pueden ser combatidos con motivo. Pero, con todos mis conocimientos y escepticismo, nunca he sido capaz de discutir con una orquesta sinfónica de un centenar de instrumentos, a todo color, en tres dimensiones, y formando parte, al mismo tiempo, de esos increíbles salones” (Bradbury 103-104).

Como se puede observar en este fragmento, Faber le explica a Montag que la televisión te nubla la razón y te manipula, te dice exactamente lo que debes pensar y que sólo ella tiene razón, te lo está diciendo todo el tiempo, hace que poco a poco la gente actúe sin pensar debido a las ideas ya determinadas que dan las máquinas. En el siguiente pasaje vamos a usar a Mildred como ejemplo de cómo la gente se ha vuelto totalmente dependiente y adicta a las pantallas:

Bueno, ¿no existía una muralla entre él y Mildred pensándolo bien? Literalmente, no sólo un muro, tres, en realidad. Y, además, muy caros. Y los tíos, las tías, los primos, las sobrinas, los sobrinos que vivían en aquellas paredes, la farfullante pandilla de simios que no decían nada, nada, y lo decían a voz en grito. Desde el principio, Montag se había acostumbrado a llamarlos parientes. «¿Cómo está hoy, tío Louis?» «¿Quién?» «¿tía Maude?» En realidad, el recuerdo más significativo que tenía de Mildred era el de una niñita en un bosque sin árboles (¡qué extraño!) o, más bien, de una niñita perdida en una meseta donde solía haber árboles (podía percibirse el recuerdo de sus formas por doquier), sentada en el centro de la «sala de estar». La sala de estar ¡Qué nombre más bien escogido! Llegara cuando llegara, allí estaba Mildred, escuchando cómo las paredes le hablaban” (62).

En este caso, podemos ver cómo Montag critica a la televisión y a la “familia” de Mildred, ya que crean una barrera entre ambos. Los tres televisores que estaban en la sala de estar la tenían inmersa en su burbuja, más sus “familiares” virtuales, con los que hablaba diariamente por largas horas y que hacían que Montag no pudiera comunicarse adecuadamente con ella, estando harto de ello. En conclusión, y analizados los dos casos anteriores, podríamos decir que la tecnología tiene encerrada a la gente en una burbuja y esto está haciendo que no puedan pensar, perdiendo el contacto físico personal como consecuencia de la sobrexposición a las pantallas.

En un segundo nivel, el lector puede observar que en la novela la gente no ve lo que pasa a su alrededor, están tan inmersos en las pantallas, radios, auriculares, etc., que no se dan cuenta, o simplemente prefieren vivir así, sin informarse y en la inconciencia.  También se ve cómo la gente está inclinada hacia el éxito y el dinero más que preocuparse del resto. Esto se puede observar en varios momentos de esta novela, como por ejemplo:   

A veces, pienso que sus conductores no saben cómo es la hierba, ni las flores, porque nunca las ven con detenimiento -dijo ella-. Si le mostrase a uno de esos chóferes una borrosa mancha verde, diría: ¡Oh, sí, es hierba! ¿Una mancha borrosa de color rosado? ¡Es una rosaleda! Las manchas blancas son casas. Las manchas pardas son vacas. Una vez, mi tío condujo lentamente por una carretera. Condujo a sesenta y cinco kilómetros por hora y lo encarcelaron por dos días. ¿No es curioso, y triste también? (16).

Acá se muestra una conversación entre Clarisse McClellan y Montag, en la que ella le cuenta que supone que lo más probable es que los conductores, al pasar tan rápido y sin ningún interés de lo que está a su alrededor, no sepan cómo se ven las flores, la hierba y la naturaleza. Luego, agrega el narrador de la obra:

Desde 1960, iniciamos y ganamos dos guerras atómicas. ¿Nos divertimos tanto en casa que nos hemos olvidado del mundo? ¿A caso somos tan ricos y el resto del mundo tan pobre que no nos preocupamos de ellos? He oído rumores. El mundo padece hambre, pero nosotros estamos bien alimentados. ¿Es cierto que el mundo trabaja duramente mientras nosotros jugamos? ¿Es por eso que se nos odia tanto? También he oído rumores sobre el odio, hace muchísimo tiempo. ¿Sabes tú por qué? ¡Yo no, desde luego! (95).

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