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La política como vocación. Weber


Enviado por   •  9 de Octubre de 2020  •  Resúmenes  •  2.901 Palabras (12 Páginas)  •  71 Visitas

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La política como vocación. Weber

¿Qué entendemos por política? El concepto es muy amplio y abarca cualquier tipo de actividad directa autónoma. Por política entenderemos solamente la dirección o la influencia sobre la trayectoria de una entidad política, aplicable en nuestro tiempo al Estado.

Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio, reclama para sí el monopolio de la violencia legítima. Política significaría, para nosotros, la aspiración a participar en el poder o influir en la distribución del poder entre los distintos Estados o, dentro de un mismo Estado, entre los distintos grupos de hombres que lo componen. Quien hace política aspira al poder; al poder como medio para la consecución de otros fines o al poder por el poder, para gozar del sentimiento de prestigio que el confiere.

El Estado es una relación de dominación de hombres sobre hombres. Para subsistir necesita que los dominados acaten la autoridad que pretenden tener quienes en ese momento dominan.

Existen tres tipos de justificaciones internas para fundamentar la legitimidad de una dominación. En un primer lugar, la legitimidad del eterno ayer, de la costumbre consagrada por su inmemorial validez y por la consuetudinaria orientación de los hombres hacia su respeto. Es la legitimidad tradicional. En segundo término la autoridad de la gracia personal y extraordinaria, la entrega puramente personal y la confianza, en la capacidad para las revelaciones, el heroísmo u otras capacidades. Y por último una legitimidad basada en la legalidad, en la creencia en la validez de preceptos legales y en la competencia objetiva fundada sobre normas racionalmente creadas, en la orientación hacia la obediencia las obligaciones legalmente establecidas, una dominación como la que ejercen el moderno “servidor público”.  

Lo que nos interesa es la dominación producida por la entrega de los sometidos al carisma puramente personal del caudillo. En su expresión más alta arraiga la idea de vocación. Los hombres le prestan obediencia porque creen que él vive para su obra. Pero es a su persona y a sus cualidades a las que se entrega el discipulado. Lo propio de occidente es el caudillaje político. Surge primeramente en la figura del demagogo libre, y más tarde en la de jefe de partido en un régimen parlamentario, dentro del marco del Estado constitucional.

Para mantener cualquier dominación por la fuerza se requieren ciertos bienes materiales externos. Todas las organizaciones estatales pueden ser clasificadas en dos grandes categorías según el principio al cual obedezcan. En una, el equipo humano (funcionarios) con cuya obediencia ha de contar el titular del poder, posee en propiedad los medios de administración; en otra, el cuadro administrativo está separado de los medios de administración.

A la asociación política en que los medios de administración son, en todo o en parte, propiedad del cuadro administrativo dependiente, la llamaremos asociación estamentalmente estructurada.

En todas partes, incluso en las configuraciones políticas más antiguas, encontramos también la organización de los medios materiales de administración como empresa propia del señor. Este trata de mantenerlos en sus propias manos, administrándolos mediante gentes dependientes de él. En la asociación estamental el señor gobierna con el concurso de una aristocracia independiente, con la que se ve obligado a compartir el poder, en este otro tipo de asociación se apoya en grupos sociales desposeídos de bienes y desprovistos de un honor social propio, enteramente ligado a él en lo material. El Estado burocrático pertenece a este tipo, especialmente el Estado moderno.

En todas partes el Estado Moderno comienza cuando el príncipe inicia la expropiación de los titulares “privados” de poder administrativo que junto a el existen. En el Estado moderno se realiza al máximo la separación entre el cuadro administrativo (empleados) y los medios materiales de la administración. De este punto arranca la evolución que ha intentado expropiar a este expropiador los medios políticos y por tanto el poder político.

Esto es lo que ha hecho la revolución, en la medida en que el puesto de las autoridades establecidas ha sido ocupado por dirigentes que, por usurpación o elección, se han apoderado del poder de disposición sobre el cuadro administrativo y los medios materiales de la administración, y derivan su legitimidad de la voluntad de los dominados. El Estado moderno es una asociación de dominación con carácter institucional que ha tratado, con éxito, de monopolizar dentro de un territorio la violencia física legitima como medio de dominación y que para lograr esta finalidad ha reunido todos los medios materiales en manos de su dirigente y ha expropiado a todos los funcionarios que antes disponían de ellos por derecho propio, sustituyéndolos con sus propias jerarquías supremas.

En el curso de este proceso de expropiación han aparecido las primeras categorías de políticos profesionales en un segundo sentido, de gentes que actuaban al servicio del jefe político. Hicieron del servicio a esta política un medio para ganarse la vida de una parte, y un ideal de vida, de otra.

Se puede hacer política como político ocasional, como profesión secundaria; o como profesión principal. Políticos profesionales son hoy, todos esos delegados y directivos de asociaciones políticas que, solo desempeñan estas actividades en caso de necesidad, sin vivir de ellas y para ellas, ni en lo material, ni en lo espiritual.

Hay dos formas de hacer de la política una profesión. O se vive “para” la política, o se vive “de” la política. Generalmente se hacen las dos cosas. La diferencia entre el vivir “para” y el vivir “de” se sitúa en el nivel económico. Vive “de” la política como profesión quien trata de hacer de ella una fuente duradera de ingresos. Quien viva “para” la política ha de ser económicamente independiente.

La dirección de un Estado o de un Partido por gentes que, viven para la política y no de la política, significa necesariamente un reclutamiento plutocrático de las capas políticamente dirigentes.

El idealismo político totalmente desinteresado y exento de miras materiales es propio principalmente, de aquellos sectores que, a consecuencia de su falta de bienes, no tienen interés alguno en el mantenimiento del orden económico de una determinada sociedad. El reclutamiento no plutocrático del personal político, tanto de los jefes como de los seguidores, se apoya sobre el supuesto evidente de que la empresa política proporcionara a este personal ingresos regulares y seguros. La política puede ser honoraria y entonces estar dirigida por personas que llamaríamos independientes, ricas; pero si la dirección de la política es accesible a personas carentes de patrimonio, están han de ser remuneradas. El político profesional que vive de la política puede ser un puro prebendado o un funcionario a sueldo. Lo que los jefes de partido dan hoy como pago de servicios leales son cargos de todo género. Toda lucha entre partidos persigue no solo un fin objetivos, sino también el control sobre la distribución de los cargos.

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