La sexualidad como necesidad política

LA SEXUALIDAD, COMO NECESIDAD POLÍTICA.

A inicios del siglo veinte, muchas cosas eran distintas, la tecnología, los medios de transporte, la vida en pareja y por su puesto la sexualidad que debe ser uno de los temas más relevantes de la última década, desde la liberación de las mujeres en el periodo posguerras mundiales, al alzamiento de los homosexuales los años sesenta, la crisis del VIH (sida) en los ochenta, hasta la etapa actual donde homosexuales y heterosexuales luchan por la tan anhelada igualdad; considerando lo anterior, y la visión post-moderna de la diversidad sexual, es algo descabellado si quiera preguntarnos ¿qué tan natural es nuestra disquisición sexual? ¿cuan relevantes son los elementos contextuales para la misma?¿qué pasa con aquellos que no se sienten representados por alguno de estos grupos?

En algún momento todos los seres humanos nos preguntamos ‘¿quién soy yo?’. La respuesta para la mayoría significa el empeño de toda una vida, Y uno de los primeros adjetivos al que tenemos que enfrentarnos es el del sexo y el del género. ‘yo soy un hombre, no una mujer’, grita él, que nació en un cuerpo de fémina, al cual solo puede sentir cierto dolor e incluso recelo. ‘yo soy una mujer, no un hombre’, grita aquella que nació en un cuerpo de varón, enrostrándonos a la cara que nuestra normalidad no es tal. Este descubrimiento suele ser el comienzo de un largo camino de re identificación cargado de dificultades ¿por qué nos hacemos estas preguntas?  ¿por qué es un problema para el hombre el no conocerse? ¿qué hace a ese ser humano no natural?  Seguramente es la sociedad actual la que nos hace problematizar estas preguntas, sociedad cargada de los prejuicios heredados de la edad media; donde  la modernidad, pese a ser un proceso que buscaba desligarse del pensamiento teocéntrico, es responsable también de que se hable hoy de la heterosexualidad como el ideal deseado; mientras que la homosexualidad sigue, aunque con menor fuerza que antaño, empujada al closet.

Entre los grandes problemas asociados a los conceptos de género y sexualidad, están en primer lugar el hecho de que la sociedad nos exige una única sexualidad, es decir disciplinar la misma, donde no pueden existir conductas asociadas a otras; esto en gran medida   porque resulta más eficiente, para el modelo económico-social imperante en la actualidad (el capitalismo); en segundo lugar está el hecho de establecer que ‘la familia’ debe constituirse como realización de la naturaleza; por consiguiente la sexualidad ideal es la heterosexual. En tercer y último término tenemos al contexto, como los ambientes y  los seres que nos rodean nos establecerán determinados lineamentos para la orientación sexual; la familia, los amigos, el colegio ¿son relevantes para nuestro actuar sexual? ¿cuánto en realidad podemos elegir, sin dejar de ser aceptable para el otro?

Entre los objetivos de este ensayo están el aclarar las incógnitas anteriores, además de establecer como principal hipótesis que En la sociedad actual es un problema el no reconocerse dentro de un determinado grupo sexual, asumiendo por tanto todas las praxis de estos.  Debido a que al considerarse al hombre un ser gregario, que depende de otros y al que los elementos contextuales definen en mayor o menor medida su actuar y sus intencionalidades, debe poseer una identidad sexual basada también en su ambiente, esta debe ser única porque la sociedad lo exige; no obstante, en realidad el establecer un género u otro no es algo natural más bien existe solamente por una necesidad política.

¿Por qué el concepto de género es una decisión política y no natural? En primer lugar nos referimos al concepto de decisión política, en la medida que es una disposición que no tiene ningún carácter fuera de determinar las relaciones sociales, de poder y relativas a la comunidad en las que el individuo se encuentra inmerso; el género por tanto tendrá no solo una dimensión ligada a la sexualidad, al sexo, si no que otorgará un significado distinto lo que lo transformará al hombre/mujer en un signo distinto.

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